LA DESTRUCCION DE LA JUSTICIA

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Tomado de: Es Hora de una Reformación al Pensamiento Cristiano

Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Reservados todos los derechos.

Traducción de Carmen Alvarez


La verdadera fe en el Señor Cristo Jesús produce honor e integridad en la personalidad humana. El santo que está madurando aprende a actuar con rectitud, a amar la misericordia, y a caminar humildemente con Dios.

Los engaños que predominan en el pensamiento Cristiano de ahora obran en contra de la producción de justicia verdadera, de obras justas, de honor e integridad en el creyente en Cristo. Estas enseñanzas no son mal entendimientos de detalles teológicos perdonables, sino que son enjendros del espíritu del engaño. Estos vienen del enemigo. Estos están destruyendo la obra de Dios.


La intención del Señor Dios del Cielo es que la justicia y la alabanza lleguen a la madurez en Su Iglesia para que las naciones de la tierra puedan contemplar, en los santos, la Persona, la voluntad, y los caminos del Dios del Cielo. Cuando las naciones vean el verdadero testimonio glorificarán a Dios y andarán en Sus caminos.

Porque así como la tierra hace que broten los retoños, y el huerto hace que germinen las semillas, así el SEÑOR omnipotente hará que broten la justicia y la alabanza ante todas las naciones. (Isaías 61:11—NVI)

Para llevar a la vista el comportamiento justo que Él desea, Dios nos ha dado a Su Hijo unigénito para que por Su sangre nuestros pecados puedan ser perdonados, y a través de Su vida victoriosa podamos ser liberados de nuestra tendencia pecaminosa y comencemos a practicar justicia en la tierra.

Este es el pacto nuevo de Dios con Israel (su pueblo) y con todos los que son injertados en Israel, en Cristo –el único verdadero Árbol de Olivo.

Pero el engañador ha entrado al jardín de Dios. Él ha distorsionado el propósito y el plan de la redención Divina.

Satanás nos ha convencido de que el propósito de la gracia Divina es para proveernos con un pase al Cielo y que las obras justas que hagamos sobre la tierra tienen poco que ver con la redención.

Él nos ha convencido de que ningún creyente en Cristo será castigado en el Tribunal de Justicia de Cristo.

Él nos ha convencido de que Dios nos ama tanto que está listo para perdonarnos aun cuando no hayamos tenido un arrepentimiento genuino. La bondad de Dios es enfatizada pero la severidad y la ira de Dios no son enfatizadas.

Satanás nos ha convencido que no debemos de temerle a Dios o a Su Cristo sino únicamente reverenciarlos así como le haríamos reverencia a un monumento de algún hombre importante. Rápidamente aceptamos el cambio de temor por reverencia ya que nuestro orgullo y nuestra arrogancia no nos permite temerle a Dios como deberíamos temerle.

Satanás nos ha convencido de que la salvación es incondicional, de tal manera que después de hacer una profesión de creer en el Señor Cristo Jesús, sin importar qué tan profundamente regresemos al pecado, y que nunca se nos echará de la Presencia y la bendición de Cristo. Esta es una clara contradicción a las Escrituras.

Si habiendo escapado de la contaminación del mundo por haber conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a enredarse en ella y son vencidos, terminan en peores condiciones que al principio. (2 Pedro 2:20)

Él nos ha convencido de que habrá una traslación secreta de los creyentes para que no sean expuestos a las dificultades de la gran tribulación, utilizando un versículo que el Apóstol Pablo escribió con la intención de consolar a los santos vivos con respecto a sus difuntos seres queridos (1 Tesalonicenses 4:13).

Él enemigo nos ha convencido de que los creyentes en Cristo, especialmente los creyentes Gentiles, son una “dispensa especial” de Dios; y que a ellos no se les exige practicar la justicia, a amar la misericordia, y a caminar humildemente con Dios. Ellos sólo deben de decir el nombre de Jesús y mover la varita mágica de la “gracia”. Ahora están exentos de las leyes de justicia que gobiernan a todos los demás; que su comportamiento no importa al fin de todo se irán directamente al Paraíso cuando mueran.

Según la enseñanza Cristiana actual, si un individuo justo y recto en una tierra pagana muere sin haber escuchado el nombre de Jesús, él será desterrado de la Presencia de Dios y atormentado en el Lago de Fuego por la eternidad.

Pero si una persona nombra el nombre de Jesús, diciendo que acepta los hechos de la expiación y de la resurrección de Cristo, y luego lleva una vida egoísta, inmoral, codiciosa, y espiritualmente perezosa, él será coronado con gloria y honor cuando muera. De esta manera nuestras tradiciones e ignorancia de las Escrituras han hecho una burla de la Naturaleza justa y equitativa de Dios.

Nosotros, los de hoy en día, estamos presentando la “gracia” como una maniobra legal por la cual Dios puede hacer a un lado las leyes de justicia del Reino y recibir en comunión a personas que no tienen corazón para Dios ni deseo para servirle.

En tú opinión, ¿quién es más aceptable a Dios, una persona honesta y recta que nunca ha escuchado el nombre de Jesús, o un individuo rebelde, pecador y que busca su propia voluntad que hace una profesión de fe en Jesús pero que nunca lo ha servido (Romanos 2:25,26)?Si tu respuesta es que el que profesa ser Cristiano es más aceptable a Dios, no entiendes a Dios ni al pacto nuevo. Has sido seducido por el espíritu de error en la enseñanza Cristiana.

Nosotros los Cristianos decimos que no hay persona justa al menos de que “acepte a Cristo”. Esto no es lo que las Escrituras enseñan.

Hay numerosas personas que encontramos en las Escrituras, comenzando por Noé, a quien Dios declaró ser justo. Esto no significa que su justicia alcanzaba completamente el estándar de Dios, ya que ese estándar solo se encuentra en Cristo y en quienes son parte de Él. Sin embargo, las personas justas, como Esdras y Cornelio, mencionadas en las Escrituras, fueron justas en su generación.

Sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia. (Hechos 10:35-NVI)

El individuo que teme a Dios y practica justicia es agradable a Dios sea o no Cristiano (a excepción de que haya escuchado y rechazado el Evangelio). El individuo que no practica justicia no es aceptado de Dios, sea o no Cristiano.

Cuando alguien que no es Cristiano escucha el Evangelio, él debe de recibir a Jesús. Si no lo hace, ninguno de sus comportamientos justos lo salvarán.

Si un Cristiano no se comporta con justicia, su profesión de fe no lo salvará.

La enseñanza actual es que el Cristiano injusto será recibido de Dios debido a su profesión de creer en Jesús, y que el individuo justo que nunca ha escuchado el Evangelio será atormentado por siempre en las llamas haya o no haya escuchado el Evangelio. La enseñanza actual es un insulto a la Naturaleza justa de Dios. Es un ejemplo del hombre religioso que siempre tuerce el pacto de Dios para evadir el mandamiento Divino de que las personas deben de practicar rectitud, amor, misericordia, y caminar humildemente con Dios.

Últimamente, el Profeta Falso, el espíritu del engaño religioso, ha convencido a los Cristianos que Cristo desea que tengamos riquezas en este mundo; que a través de la fe en Él pueden adquirir mucho dinero y éxito material.

El evangelio de prosperidad por fe no se acerca en lo mas mínimo al Evangelio del Reino de Dios como fue predicado por Juan el Bautista, el Señor Jesús, o el Apóstol Pablo.

Cada uno de estos engaños tiene como su propósito prevenir que se haga la voluntad de Dios en la tierra, y obstaculizar la entrada del Reino de Dios a la tierra. El hacer la voluntad de Dios en la tierra significaría derrocar el Reino de Satanás.

La meta de Satanás es prevenir que Cristo y Su Justicia entren a la tierra. No hay duda que la justicia imputada (atribuida) es de poca consecuencia para Satanás. La preocupación de Satanás es la verdadera justicia, por medio de Cristo: de pensamiento, palabra, y obra.

Los engaños que prevalecen en el pensamiento Cristiano y obran en contra de la producción real de justicia, de carácter y de comportamiento justo y recto en los habitantes de la tierra. Sin embargo, la teología Cristiana apunta hacia el Cielo, el Paraíso espiritual, como el lugar donde la justicia será practicada.

A Satanás no le preocupa lo que pensamos hacer en el Cielo; su preocupación es lo que Cristo piensa hacer en y con los habitantes de la tierra.

Observemos más de cerca ocho doctrinas que creemos que Satanás ha influenciado. Aparentemente estas representan la mayoría de las enseñanzas y predicaciones Cristianas de hoy:

El propósito de la gracia de Dios es proveernos con un boleto al Cielo.

Ningún creyente en Cristo será castigado en el Tribunal de Cristo.

El amor de Dios debe de ser enfatizado más no Su ira. Lo positivo debe de ser recalcado, pero lo negativo, lo que no es agradable, no. La bondad de Dios debe de ser acentuada, más no Su severidad. El pecador debe de ser invitado cariñosamente pero no advertido ni reprendido con vigor.

Debemos de reverenciar a Dios pero no temerle.

La validez de nuestra salvación no puede ser afectada por nuestro comportamiento.

Los creyentes serán trasladados secretamente con el propósito de evitar sufrimiento.

Los creyentes Gentiles están bajo una dispensación especial de Dios y no se les requiere obedecer las leyes de justicia, santidad, y obediencia a Dios.

Es la voluntad de Dios que los Cristianos utilicen su fe para provecho material.

¿En tu opinión crees que estas doctrinas producirán justicia y rectitud en las iglesias?

¿Escuchas la voz de Cristo en ellas, o las persuasiones maliciosas del enemigo conforme juega con el amor propio de los Cristianos? ¿Hueles el santo incienso del trono de Dios en el Cielo, o te parece que el olor es más a azufre ardiente?

¿Acaso estas doctrinas humanísticas traerán justicia y alabanza a la vista de las naciones de la tierra? ¿No han, de hecho, creado tal inmoralidad, codicia, y deshonestidad en los Cristianos? El mundo, que sabe que cualquiera que realmente pertenezca a Dios se comportaría con rectitud, tiene poca confianza en el Evangelio Cristiano.

Dale otra leída a las ocho doctrinas anteriores. Ellas proceden del espíritu de error en las iglesias. Las iglesias Cristianas están predicando errores y los errores están produciendo un valle de huesos secos en lugar de cosecha rica de justicia, santidad, y obediencia al Señor.

Muchas de las doctrinas del Evangelio moderno no son malos entendidos perdonables de detalles teológicos. Más bien son del espíritu de decepción. Vienen del enemigo. Están destruyendo la obra de Dios en la tierra.

La verdadera fe en el Señor Cristo Jesús produce honor e integridad en la personalidad humana. El Cristiano que está madurando aprende a actuar con rectitud, a amar la misericordia, y a caminar en humildad con Dios.

No estamos enseñando que los hombres pueden ser salvos por obras buenas. estamos enseñando que el Cristianismo aparte del comportamiento santo está muerto, no vale nada, sirve solo para el basurero. La verdadera salvación resulta en carácter de santidad pero la fe sin las obras está muerta.

Las ocho enseñanzas que estamos discutiendo han destruido la rectitud y justicia de las iglesias del Señor Cristo Jesús, y como resultado, de las naciones de la tierra. Las naciones están afectadas directamente por el testimonio de las iglesias.

Nuestro candelabro ha sido quitado de su lugar.

El Humanismo, una religión basada en el supuesto bienestar del individuo, ha entrado al pensamiento Cristiano y le ha dado tanto color que hasta se ha vuelto centrado en el hombre. Dios es visto como si existiera para nuestras necesidades y propósitos. Cristo sufrió en la carne para que nosotros no tengamos que sufrir. Cristo fue pobre en bienes materiales para que podamos ser ricos en bienes materiales. Cristo es nuestro esclavo, esperando atender a cada uno de nuestros deseos.

El Evangelio del Reino se ha vuelto un plan de auto-mejoramiento en lugar de un plan para liberarnos de la ira que vendrá.

“Dios te ama”, les decimos a los pecadores del mundo y de las iglesias. Esto no es lo que los Apóstoles predicaron, según lo dice el Libro de Hechos.

Las Escrituras no están centradas en el hombre, están centradas en Dios. El énfasis en las Escrituras no está en lo que necesitamos o queremos, está en lo que Dios necesita y quiere. No importa si obtenemos o no lo que queremos y cuando lo queremos, pero es de suma importancia que el Señor Dios obtenga lo que Él quiere cuando Él lo quiere.

En la enseñanza actual, la fe Cristiana solo contiene placer para aquel que asiente verbalmente y mentalmente a los hechos de la expiación y de la resurrección. No estamos escuchando niégate a ti mismo, odia tu propia vida, sé fiel hasta la muerte, aguanta hasta el final, carga tu cruz en obediencia al Señor Jesús.

Lo que estamos escuchando es, no importa cómo te comportes, no serás castigado, ni siquiera reprendido, en el Tribunal de Cristo. Se supone que esto es la Palabra de Dios para nosotros.

La mayoría de las enseñanzas y predicaciones Cristianas de hoy en día son hechas por el hombre. No pueden ser encontradas en las Escrituras.

La Palabra de Dios se ha vuelto sin efecto a causa de nuestras tradiciones.

El Reino de Dios es primero “justicia” (de carácter y comportamiento). Después de esto, el Reino es “paz y alegría en el Espíritu Santo”. Nuestras doctrinas han destruido la justicia verdadera, poniendo en su lugar una justicia imputada, una justicia atribuida a nosotros debido a la justicia personal de Cristo.

Nunca fue la intención de Dios que la salvación Cristiana produjera solo una justicia asignada (‘de jure’ jurídica). La finalidad de la obra de redención es una justicia verdadera (de hecho) de una nueva creación y de un comportamiento justo.

Es completamente posible convertir la gracia Divina en una licencia para la inmoralidad. Esto está sucediendo hoy en las iglesias Evangélicas.

Prolongar el estado de justicia atribuida más allá de su hora fijada en nuestra vida es pervertir su intención. La justicia asignada por el Señor tiene el propósito de servir hasta que Su gracia haya tenido el tiempo y la oportunidad de transformarnos en hijos rectos y obedientes. El pacto nuevo no es principalmente un pacto de perdón sino un pacto de transformación. (2 Corintios 3:18)

Nosotros no podemos entrar en la imagen completa de Cristo, y unión con Cristo, de un solo salto. Debemos de pelear durante nuestra jornada “ciudad por ciudad”. Mientras tanto, la sangre de Jesús nos mantiene en un estado de justicia ante el Dios del Cielo.

Sin embargo, no los desalojaré en un solo año, no sea que, al quedarse desolada la tierra, aumente el número de animales salvajes y te ataquen. Los desalojaré poco a poco, hasta que seas lo bastante fuerte para tomar posesión de la tierra. (Éxodo 23:29,30)

La justicia de jure (asignada legalmente, jurídica) está en vigor mientras que el programa de justicia de facto (verdadera, de hecho) siga siendo practicada. Tan pronto como deja de haber progreso en la justicia de facto (de hecho verdadera), el peligro aumenta para que la justicia de jure sea elevada y Dios comience a mandar castigos severos sobre el creyente. Si el creyente, a pesar de esto, todavía no se arrepiente quizá sea eliminado de la Vid, de Cristo.

El mundo no puede contemplar la justicia imputada (adscrita). Por esto, el mundo no tiene una luz que lo guíe hasta que haya progreso en justicia real de obra, palabra, y pensamiento. Son las buenas obras de los Cristiano lo que son la luz del mundo (Mateo 5:16), no la justicia de Cristo que les ha sido asignada.

Por “buenas obras” no nos estamos refiriendo primordialmente a ayuda económica o médica a los desamparados, aunque estos esfuerzos sean realmente necesarios y elogiables. De lo que sí estamos hablando es de una prioridad aun más alta en el propósito de Dios –la transformación personal moral del individuo, incluyendo haber vencido el materialismo, la lujuria, y el comportamiento obstinado, y de llevar al creyente a una unión completa y de reposo con Dios a través de Cristo.

Los pocos comentarios de Pablo con respecto a la justicia imputada han sido enfatizados muy fuera de proporción mientras que la gran mayoría de sus escritos sufren negligencia. La mayoría de lo que Pablo escribió tiene que ver con servir al Señor en santidad y obediencia a Dios, no con justicia imputada.

Muchos creyentes Cristianos ignoran mucho de lo que Dios ha dicho en Su Palabra, saben solamente sobre la expiación por la sangre, la resurrección del Señor Jesús, y la experiencia de volver a nacer.

De hecho, muchos de los creyentes ni siquiera comprenden que los santos serán resucitados corporalmente, tras el ejemplo de Cristo. Ellos no pueden entender la resurrección de los muertos porque el “rapto”, el arrebato para encontrarnos con el Señor en el aire que sigue a la primera resurrección, está siendo enfatizado en estos días (¡a veces eso es todo lo que se predica!) como si fuera el punto principal de énfasis del pacto nuevo.

¿Cuántas veces enfatizan, o siquiera mencionan las Escrituras, la ascensión de los creyentes en Cristo al Cielo? Cuenta los versículos tú mismo. La verdad es que no hay ningún pasaje en la Biblia que se refiera a la elevación de los creyentes al Cielo, solo a las nubes, al “cielo” que está inmediatamente sobre la tierra.

El énfasis de todas las Escrituras es la justicia, o falta de ella, de aquellos con quien Dios está tratando. Esto es especialmente cierto del Nuevo Testamento. El vivir sin justicia es vivir fuera del Reino de Dios, donde no hay Presencia ni bendición de Dios.

Dios está interesado en que lleguen a existir hijos que practiquen la justicia, que amen la misericordia, y que caminen con Dios. Este es el significado de la expresión que se encuentra tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento: “El justo vivirá por fe”. Cada pacto de Dios con el hombre ha tenido la vida de fe y rectitud como meta. El pacto nuevo es el más exigente de todos, en cuanto a conducta de rectitud, y proporciona por mucho la mayor gracia.

Hemos hecho de la gracia de Dios un pretexto para la conducta perversa e inmoral. Hemos torcido y dado tantas vueltas a los escritos de Pablo hasta que la obtención de una entrada al Cielo espiritual es la meta de la redención, y el comportamiento de rectitud no se requiere para tener comunión con Dios y con Cristo.

¿Será posible que la mayoría de los predicadores y maestros Cristianos estén destruyendo, con sus tradiciones, la asociación normal que el hombre tiene acerca del comportamiento justo con el favor de Dios? ¿Estamos acaso, con nuestras enseñanzas, obrando en contra de las advertencias que nos hace la conciencia misma?

¿Será un hecho que los que no son salvos tienen una idea más clara de lo que significa ser aprobado de Dios de la que tiene la gente Cristiana?

Es increíble (pero no sin precedente en la historia del Judaísmo-Cristiano) que creyentes sinceros en Dios pudieran ser tan engañados, pudieran estar basando la salvación de su alma y el trabajo de su vida en un error.

¡Mira el fruto de nuestra enseñanza! La inmoralidad, la codicia, la avaricia, la competencia, y el auto-engrandecimiento abundan en las iglesias Cristianas. Existe la codicia en el ministerio a tal grado que esos pecados aparentar estar casi al punto de aceptación. Los Cristianos roban a los Cristianos.

Las payasadas del predicador Cristiano que sale en la televisión con sus programas variados, su “venta” sofisticada, su psicológicamente experta “petición” por dinero, son una abominación para Dios.

¿Acaso creemos que el mundo no reconoce a los que le pertenecen? Hoy en día los medios de comunicación están haciéndole burla a los “grandes” evangelistas –y sí, sí pueden.

Examina una vez más los ocho conceptos que afirmamos están destruyendo la justicia en las iglesias.

El propósito de la gracia de Dios es proveernos con un boleto al Cielo.

Ningún creyente en Cristo será castigado en el Tribunal de Cristo.

El amor de Dios debe de ser enfatizado, más Su ira no debe de ser enfatizada. Lo positivo debe de ser recalcado, pero lo negativo, lo que no es agradable, no debe de ser recalcado. La bondad de Dios debe de ser acentuada pero Su severidad no debe de ser acentuada. El pecador debe de ser invitado cariñosamente pero no advertido ni reprendido con vigor.

Debemos de reverencia r a Dios pero no temerle.

La validez de nuestra salvación no puede ser afectada por nuestro comportamiento.

Los creyentes serán trasladados secretamente con el propósito de evitar sufrimiento.

Los creyentes Gentiles están bajo una dispensación especial de Dios y no se les requiere obedecer las leyes de justicia, santidad, y obediencia a Dios.

Es la voluntad de Dios que los Cristianos utilicen su fe para provecho material.

Tales creencias solo pueden debilitar la determinación de los Cristianos de hacer la voluntad de Dios en la tierra. La experiencia nos demuestra que verdaderamente tienen un efecto debilitante. ¡Estos errores están perjudicando aun más, debido a que estamos en una época en que la presión demoniaca está escalando a proporciones sin precedente!

Los Cristianos creen que el propósito de la salvación es de llevarnos al Paraíso espiritual donde nos volveremos fuertes en el Señor. Ellos creen que Dios perdona lo que hacemos en el mundo actual debido a que somos débiles. Con esto, ¿podemos sorprendernos de que haya poco esfuerzo por justicia y rectitud en las iglesias Cristianas? La práctica sigue a la doctrina. La gente está siendo destruida porque tienen una visión equivocada.

Los que creen en el rapto protestarán, “podemos asustar a los creyentes para que sean santos amenazándolos con la inminente aparición de Cristo”.

¿Asustarlos con qué, nos preguntamos, si ningún creyente escuchará algo negativo en el Tribunal de Justicia de Cristo (como ellos afirman)?

¿Acaso los que creen en el rapto no pueden ver que la técnica de asustar a la gente con un rapto inminente no está funcionando? Mientras que los creyentes quizá estén de acuerdo temporalmente con el regreso inminente del Señor, y ser movidos en momentos se súplica emocional, el efecto no es duradero. La gente no puede basar su conducta en la amenaza del inminente regreso de Cristo –especialmente después de que han sido Cristianos por varios años.

La idea que la gente no servirá a Dios al menos de que teman que el Señor regresará repentinamente y los encontrará en su estado de tibieza es de poca atracción para el santo verdadero. Fue el Señor Jesús quien nos advirtió que estuviéramos alerta si no queríamos ser encontrados en pecado cuando Él apareciera. Esta advertencia es para los impíos, no para los santos.

Los santos sirven a Cristo porque lo aman. Si ellos supieran que Cristo no regresaría por cien años no habría diferencia en cuanto a la intensidad de su servicio. No son como los niños traviesos que corren de arriba para abajo en el salón de clases hasta que piensan que la maestra está a punto de entrar.

Los santos caminan en la Luz de Dios, y el Día de Cristo no los sorprenderá como a un ladrón en la noche (1 Tesalonicenses 5:4,5).

No podemos engañar por siempre a la gente de Dios con nuestras tradiciones hechas por el hombre, dejándolos con la impresión que la “gracia” es el pretexto Divino para los pecados de los seguidores de Dios, y luego intentar asustarlos con el prospecto de un rapto inminente. Estos dos conceptos son inconsistentes. ¿Con qué bases podemos infundir temor si Dios no va a juzgar nuestro comportamiento? ¿Si la salvación es incondicional?

El ardid de atemorizar a los creyentes no está funcionando. La gente del Señor está viviendo en su naturaleza pecaminosa mientras que asienten mentalmente al rapto inminente. Además, la doctrina del regreso corporal inminente no está en las Escrituras. (2 Tesalonicenses 2:2,3,)

La verdadera visión de Dios ha sido retirada de las iglesias Cristianas y la gente está siendo destruida. La conducta de rectitud, aquello en lo que Dios siempre le ha hecho hincapié al hombre, no está siendo enfatizado en los pecadores Evangélicos de hoy.

Al menos de que Dios voltee Su cara hacia nosotros y nos de la habilidad para arrepentirnos, para echar fuera de la casa de Dios estas doctrinas falsas, para comenzar a vivir para Jesús como si nuestra vida eterna dependiera de ello, la generación actual de creyentes enfrentará a un Cristo enojado cuando dejen la tierra.

Sin duda Dios pronto visitará a las naciones ricas de la tierra con juicios severos. Ellos están desperdiciando los recursos de la tierra en sus pecados y comodidades mientras que cientos de millones se están muriendo de hambre espiritualmente y físicamente.

En todo esto ¿dónde se encuentran las iglesias Cristianas? Ellas recibirán el juicio mayor porque tienen la Palabra de verdad y la vida eterna y sin embargo no están siendo un ejemplo de santidad para el mundo. No están siendo un verdadero testigo de la Persona, la voluntad, los caminos, y el propósito eterno del Dios del Cielo.

Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación. (1 Pedro 2:11,12—NVI)

Cuando ponemos más énfasis en la gracia del perdón a expensas de la gracia de vivir en santidad (Tito 2:11,12) hemos extinguido la luz del testimonio, la luz del candelabro de Dios.

En lugar de la luz de las “buenas obras” estamos guiando a las naciones con nuestro egoísmo, codicia, inmoralidad, y nuestra voluntad propia de buscar la ayuda y la aprobación del hombre en lugar de la ayuda y la aprobación de Dios. Para las naciones es normal este tipo de comportamiento así que no se conmueven a “glorificar a Dios en el día de la visitación”.

¿Dónde están los profetas de Dios, Sus testigos que no pueden ser comprados con el dinero, quienes poco les importa la ayuda y la aprobación de hombres sino la ayuda y la aprobación de Dios?

¿Dónde está el pueblo que camina en oración, que vive en temor santo y quebranto de espíritu ante Dios? ¿Dónde están aquellos que conocen el sonido gozoso del Dios de Israel? ¿Dónde está la gente santa de Dios? ¿Dónde están los santos?

Es hora de que Dios voltee hacia Su gente por raza –los Judíos. ¿Pero qué les estamos dando a los Judíos? Les estamos dando fábulas Gentiles en lugar del plan de redención de Dios, en lugar del Reino de Dios. Les estamos informando que Dios llevará a los Gentiles al Paraíso mientras que los Judíos sin el Espíritu de Dios enfrentarán a un Anticristo enfurecido.

El razonamiento deductivo aplicado por la mayoría (aparentemente) de los líderes ocasiona que hagan declaraciones que no tienen fundamento en las Escrituras. Se defienden con conjeturas. Sin embargo, estos líderes dicen que creen en la inspiración Divina y en la autoridad de las Escrituras.

¡Cómo han caído los poderosos! ¡Cómo ha perecido la verdad en nuestra tierra!

¿Acaso nuestra generación está perdida a Cristo o será posible escarbar las Escrituras de los escombros de la tradición y enseñarlos otra vez?

Aferrarnos a la verdad de la Palabra de Dios en una época en que nuestras instituciones están enseñando error causará división. Siempre han habido consecuencias cuando la gente ha escogido la verdad por encima del error popular. Es nuestra convicción que hombres y mujeres de integridad no pierden el tiempo pensando en las consecuencias una vez que han sido persuadidas en la verdad.

Cada uno de nosotros echemos de nosotros mismos, como un trapo sucio, las tradiciones que se han acumulado y que no están en las Escrituras. Primeramente asegurémonos que las tradiciones realmente no están en las Escrituras, y luego lancémoslas con audacia y con la autoridad de la Palabra de Dios.

Cualquier enseñanza que no promueva, como su primera prioridad, comportamiento de rectitud, personalidad santa, y firme obediencia a Dios a través de fe en el Señor Cristo Jesús, no es de Dios. Las enseñanzas actuales no están poniendo el comportamiento de rectitud, la personalidad santa, y la firme obediencia a Dios por medio de fe en el Señor Cristo Jesús como su primera prioridad. Así que las enseñanzas actuales no son de Dios.

Las predicaciones modernas frecuentemente ni siquiera se asemejan a la Persona de Dios, a Su voluntad, ni a Sus caminos entre los hombres. No son el Evangelio del Reino de Dios. Es una colección de fábulas, y éstas fábulas han ocasionado la extinción de la luz de la conducta de rectitud que debería de proceder de los creyentes en Cristo.

Volvamos nuevamente al Señor. Dejemos de enseñar y predicar mentiras. Dios debe de ser temido al igual que amado. Cristo debe de ser temido al igual que amado. Los justos andarán con Dios; ellos pueden estar ante el Fuego de Su Presencia. El injusto no puede estar en la Presencia de Dios, en la Presencia de Cristo, en el Reino de Dios (Isaías 33:14: Lucas 13:27; 21:37; Gálatas 5:19-21).

De nada sirve llamar a Cristo “Señor” y luego no hacer lo que Él nos dice. No hay provecho en ello.

La verdadera salvación existe en las personas que eran pecadoras pero que ahora, por la gracia de Dios, están sirviendo a Dios. Aun no son perfectas pero se están volviendo perfectas conforme el Espíritu Santo los guía y les da autorización. Su meta no es huir de este mundo, aunque se regocijan al pensar en ir a estar con el Señor. Sino que su meta es hacer la voluntad de Dios en la tierra así como en el Cielo.

Las naciones de la tierra, al contemplar al verdadero Cristiano, son guiados, edificados, extendidos –señalados hacia el Día cuando serán liberados a la libertad que acompaña la gloria de los hijos de Dios. El santo verdadero es la luz del mundo porque Cristo puede ser visto en él, y Dios en Cristo.

Todos los hombres quieren contemplar a Dios. Sólo la gente Cristiana son la manifestación de Dios en la tierra. Si le Persona justa de Cristo no puede ser vista en los santos, la Persona y la bendición de Dios no están disponibles para las naciones (2 Corintios 4:6).

El santo Cristiano es llamado a salir del mundo para poder ser la luz del mundo, no para huir al Cielo mientras que los perversos heredan la tierra.

Es nuestra convicción que Dios está molesto porque hemos pervertido Su verdad al grado de que ya no es reconocible. No estamos advirtiéndole al pecador de las consecuencias de su comportamiento. Hemos intercambiado la Palabra inexorable de Dios por nuestras tradiciones.

Los Cristianos ya no temen el Tribunal de Justicia de Cristo, y aun así cada uno de nosotros apareceremos ante él y daremos a Cristo un recuento preciso de nuestro comportamiento en la tierra.

Nosotros, los que manejamos la Palabra de Dios, debemos de ahora volver a Dios. Debemos de pedirle que limpie de nuestra mentes el espíritu y la estructura de error que el hombre ha construido sobre la muerte expiatoria y la resurrección corporal de Cristo.

Quitemos de nosotros mismos las tinieblas del engaño, tales como las doctrinas que los Cristianos Gentiles constituyen una iglesia y los Judíos constituyen otra iglesia, otras esposa de Cristo; que la “Iglesia Gentil” es una paréntesis especial en el trato de Dios con la humanidad y que Dios no exige comportamiento de rectitud por parte de los Cristianos Gentiles como lo exige de cualquier otro tipo de persona de la tierra.

Hemos sido engañados. Ahora debemos de pedirle a Dios que le de a Sus iglesias el Espíritu de sabiduría y de revelación en el temor y el conocimiento de Dios.

Sabremos que las iglesias han regresado a la predicación de la Palabra de Dios cuando contemplemos que la justicia y alabanza salgan a la vista de las naciones de la tierra.

(“La Destrucción de la Justicia”, 4169-1)

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