EL DISCÍPULO
Tomado de La Obra de Restauración, por Robert B. Thompson
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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.
Traducción de Carmen Alvarez
Existen dos clases de creyentes “Cristianos” en el mundo—el que asiste a la iglesia y el discípulo. Sólo el discípulo es el verdadero Cristiano.
EL DISCÍPULO
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, (Mateo 28:19—NVI)
Existen dos clases de creyentes “Cristianos” en el mundo—el que asiste a la iglesia y el discípulo. Sólo el discípulo es el verdadero Cristiano.
Y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Durante todo un año se reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó “cristianos” por primera vez. (Hechos 11:26—NVI)
“A los discípulos se les llamó Cristianos.”
La pregunta es, ¿qué es un discípulo? Ya que el discípulo es el Cristiano genuino.
El Señor Jesús describió lo que Él quiere decir por discípulo.
Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos.—Si alguien quiere ser mi discípulo—les dijo –, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga. (Marcos 8:34—NVI)
Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14:26,27—NVI)
¿Cuántos “Cristianos” de nuestros días han dejado todo para seguir al Señor? No muchos, aparentemente. ¿Cuántos están siguiendo al Maestro, cargando su cruz personal? ¡En realidad, no muchos!
Las Iglesias Cristianas de nuestros días están llenas de “asistentes”. Ellos se llaman a sí mismos “Cristianos” pero no lo son. Ellos no son discípulos del Señor Jesús—¡para nada! Ellos simplemente no son Cristianos genuinos.
Digamos, por ejemplo, que Fred Smith es un aprendiz de imprenta. Él tiene veinte años y está comprometido para casarse.
Los Sábados asiste a una escuela de oficio donde está estudiando litografía. El tema de este Sábado es el registro del color. Fred observa cuidadosamente cómo se marca la placa que asegurará que los diversos colores no se encimen ni se salgan de los límites específicos señalados para ellos.
Él comprende que estos conocimientos lo guiarán directamente a ser un maestro litógrafo con el salario y las oportunidades que tal logro le pueden dar. Aunque está cansado de trabajar toda la semana, se obliga a sí mismo a quedarse despierto. Hace anotaciones y dibujos en un cuaderno que carga consigo.
El Domingo él y su prometida, Shirley Samson, asisten al servicio matutino de la iglesia. Fred y su futura esposa han sido criados en la iglesia. Toman su asiento en uno de los bancos. Llega la hora del sermón. El pastor da un mensaje de gran interés y preocupación para él. Él ha orado sobre el tema. El tema es el abuso de menores. El pastor logra expresar su indignación a tal agravio y espera lograr algún impacto social para aminorar esta condición escandalosa.
Fred no tiene hijos pero le interesa el tema. Se siente indignado con los ejemplos de abuso que se dan en el sermón. Voltea para ver a Shirley. Ellos se miran y con la mirada asienten que nunca serán culpables de una abominación como esa (ya que no han experimentado el engaño y las presiones satánicas que llegan a toda pareja de casados—aun de parejas Cristianas).
De pronto, la cabeza de Fred comienza a ladearse. Él ha trabajado duro toda la semana. El Sábado también estuvo ocupado en sus estudios. El tercer punto del pastor, que aunque estuvo claro y dicho con sencillez, no es escuchado por Fred porque se ha quedado dormido. Pero cuando sea un padre, lo que ha escuchado quizá evite que descargue su enojo sobre su hijo.
Fred no pensaría en llevar un cuaderno a la iglesia y en obligarse a pensar sobre cada punto expresado por el pastor. ¿Para qué hacerlo? No piensa convertirse en ministro. Su ambición es ser un maestro litógrafo. ¿Cuál sería el motivo para escribir los puntos principales del sermón y repasarlos en casa? ¿Cómo podría usar tal información? ¿Hacia qué meta lo dirigiría?
Fred es una persona con una vida sana. Lo mismo es Shirley. Pero ellos no son discípulos de Cristo. Ellos no son miembros del Cuerpo de Cristo, del Cuerpo del Siervo del Señor, a excepción de en un sentido nominal.
Fred y Shirley no crecerán en Cristo bajo estas condiciones. Ellos han estado atendiendo la iglesia desde su niñez. Pero ellos nunca invitarían a otros jóvenes a reunirse para poderles impartir el poco conocimiento de las Escrituras que han aprendido durante los años de estar expuestos a ellas. Ellos están demasiado ocupados en las cosas del mundo como para apartar un tiempo para ministrar a otros. Después de asistir cincuenta años a la iglesia, ellos sabrán poco más de las Escrituras de lo que saben ahora.
El interés principal de Fred es la imprenta. Su segundo interés es su prometida. Asistir a la iglesia es su obligación religiosa que él cumple fielmente. No se podría decir con veracidad que Fred está buscando primero el Reino de Dios. Él no es un discípulo.
El tradicional conjunto de reglas donde el papel del pastor es predicar y el papel de la congregación es asistir el Domingo por la mañana y poner atención es un sistema derrochador e ineficaz para ir al mundo y hacer discípulos de todas las naciones. Este patrón nunca cumplirá la gran comisión dada por Cristo resucitado.
La reunión de discípulos, por otro lado, es bastante diferente del servicio al que Fred y Shirley están acostumbrados. La reunión de miembros fervientes del Cuerpo de Cristo es similar a la reunión de aprendices de impresión en la escuela de oficios del Sábado.
Raúl Sánchez es un discípulo del Señor Jesús. También lo es su prometida, Iliana Martínez. Ambos tienen poco más de veinte años y ambos han crecido en comunidades donde la violencia y las peleas entre bandas callejeras son lo cotidiano. Ellos habían estado usando drogas desde sus días de preparatoria.
Un día, de alguna manera, ellos llegaron al Centro. El Centro lo operan jóvenes de su misma edad que tienen historias similares a la de Raúl e Iliana.
Los Cristianos jóvenes del Centro son discípulos fervientes que ya han tenido la experiencia de conquistar el pecado y el mundo. Ellos viven, respiran y piensan en el Señor Jesús las veinticuatro horas de cada día de la semana. Ellos están totalmente absortos en seguir a Jesús. Ellos están cargando su cruz tras de Jesús.
Raúl e Iliana se volvieron Cristianos en el Centro sabiendo que un Cristiano es alguien que está siguiendo a Cristo con todo su corazón. Cristo es el Enfoque de su vida, la Guía y la Razón de cada decisión, de cada acción. Los discípulos en el Centro están aprendiendo cada momento de sus vidas cómo servir al Señor más eficientemente. Para cada uno de ellos, vivir es Cristo y morir es ganancia.
Raúl e Iliana comenzaron a asistir a una iglesia donde el pastor está consciente de la transición que el Espíritu Santo está haciendo—la transición del concepto clérigo-laico al concepto del Cuerpo de Cristo.
Su pastor comprende que está entrenando a discípulos que aprenderán y que llevarán a otras personas aquello que él les está enseñando. Él no tiene el deseo de grandes números de personas para llenar el edificio cada Domingo. Su preocupación está en que cada persona a quien él está instruyendo esté recibiendo y amaestrando lo que está siendo presentado para que ese individuo pronto pueda presentar el Reino de Dios a otros.
El pastor que está enseñando a personas que nunca llevarán sus enseñanzas a otras personas está perdiendo su tiempo y el de Dios. El Evangelio nunca cubrirá la tierra hasta que cada persona que está siendo enseñada esté comprometida a enseñarle a otros también. Ya no hay tiempo para “jugar a la iglesia”.
El pastor de Raúl y de Iliana, debido a su compromiso con el discipulado, está más interesado en mejorar a los santos que en mejorar la asistencia a la iglesia. Él comprende a la perfección que en la obra del Reino es mucho mejor tener a veinte discípulos dedicados que a dos mil personas con un interés casual.
Dos mil creyentes tibios harán poco más que buscar consejos para sus problemas familiares y compasión por su falta de conveniencia y comodidad. Pero veinte discípulos dedicados harán que la tierra se estremezca en el nombre de Jesús.
La asamblea de santos a la que asiste Raúl tiene poca diferencia de la iglesia convencional. Tiene el acostumbrado piano, el órgano, las bancas y el púlpito. La diferencia principal está en que la mayoría de los que asisten son discípulos activos. Ellos se reúnen para adorar a Dios y para cambiar sus baterías espirituales para que puedan salir como portadores de la luz en este mundo de oscuridad.
Hay adoración prolongada y ferviente en el Espíritu. Después, llega la hora para presentar la Palabra de Dios. El pastor enseña sobre el tema de perdonar a quienes pecan en contra de nosotros. Hace hincapié que para la vida espiritual hay que mantener nuestro corazón libre de rencores, de amargura, de venganza y de malicia.
Raúl e Iliana están intensamente comprometidos. Ellos saben la importancia que los rencores y las venganzas tienen en las bandas de sus colonias. Ellos toman apuntes para que puedan estudiar las referencia bíblicas cuando lleguen a casa. Ellos están tan ansiosos de complacer a Jesús que quieren saber más de este principio espiritual. El perdón, ellos aprenden, es el centro de nuestra comunión con Dios.
La vocación número uno de Raúl e Iliana es su discipulado. Sus trabajos con los cuales ganan dinero para su alimentación y vivienda son secundarios en importancia.
En cuanto ellos relacionen el principio de perdonar a los demás con su propia condición espiritual, ellos podrán y estarán listos para compartir este entendimiento con otros. A ellos pronto se les escuchará enseñando a los jóvenes que entran al Centro que debemos perdonar a quienes nos han hecho daño si esperamos que Dios perdone nuestros pecados.
Hay una diferencia de “tipo” entre Fred Smith y Raúl Sánchez. El interés principal de Fred es convertirse en un impresor calificado y finalmente tener su propio negocio. Fred sí asiste a la iglesia todos los Domingos. En cada servicio él escucha un sermón bien preparado con respecto a los temas morales de nuestra cultura.
Él hará su mejor esfuerzo para conformarse con la predicación siempre y cuando no sea atacado espiritualmente hasta el punto que no pueda vencer. Si esto sucede, él se irá por la ruta de numerosos hombres—divorcio, alcohol, ansiedad, la adoración del dinero. Él ya no tendrá tiempo para ir a la iglesia.
Raúl Sánchez es un discípulo dedicado, trabajando para amaestrar los principios de la vida Cristiana tan vigorosamente y sin egoísmo como el músico más comprometido trabaja para amaestrar los principio de su instrumento.
Raúl Sánchez aprenderá más de Cristo en un año de lo que Fred Smith aprenderá en toda su vida. Raúl Sánchez pronto encontrará más puertas abiertas para compartir su fe que tiempo y energía para hacerlo. Fred Smith quizá nunca en toda su vida de un testimonio vital a otro ser humano.
A Fred se le enseñará que salvar almas es importante. Pero no encontrará ninguna forma práctica de salvar almas, excepto quizá cuando el grupo de estudio bíblico se reúna para una campaña en la comunidad.
A Raúl Sánchez se le enseñará a adorar y obedecer a Dios, a vivir y a pelear en el Espíritu de Dios. Toda su vida será una fuerza supremamente poderosa logrando cambios en su familia, en sus parientes, en sus amigos y en una multitud de otras personas quienes serán llevadas por el Espíritu Santo para beber de la fuente de agua viva que hay en Raúl.
Cuando nos referimos a que personas serán bendecidas por Raúl Sánchez no estamos hablando del fanático evangélico que anda por todos lados intentando hacer que la gente siga los “cuatro pasos hacia la salvación”, alienando a los Judíos y a los demás con quienes llega a estar en contacto, o al Cristiano a quien se le ha dado por medio del Espíritu un don especial de ganar almas.
Más bien, nuestra referencia es al verdadero discípulo de Jesús. El verdadero discípulo es el creyente que se está convirtiendo en una nueva creación, que se está volviendo la expresión viviente de Cristo. Cristo es la ley moral eterna de Dios hecha carne, el Testigo eterno de Dios. Aquellos que dan su vida completamente al Señor Jesús siempre tienen un efecto profundo sobre los individuos con quienes llegan a estar en contacto. Ellos se salvan a sí mismos y a quienes los escuchan. Ellos son un verdadero testigo de Dios, y todos los testigos verdaderos dan testimonio por toda la eternidad.
Hay billones de humanos que hoy están viviendo sus vidas sin Cristo. El patrón de expectativas pastor-congregación (el pastor predica y la congregación se sienta y escucha) nunca alcanzará a esta masa de almas en cuanto a conformarlas a la voluntad de Dios se refiere.
Pero el Espíritu Santo está llamando para que de estas asambleas espiritualmente ineficaces salga un remanente de personas guerreras, tanto de jóvenes como de personas mayores, que estén listos para ser discípulos de Cristo en el sentido de la palabra del Nuevo Testamento.
Antes de que Cristo regrese del Cielo, estos nuevos discípulos tendrán un impacto en todo ser humano sobre la tierra. Debido a su aceptación de morir con Cristo sobre la cruz y a su obediencia absoluta y dedicada al Padre, ellos lograrán más en los próximos años de lo que jamás se ha logrado en los dos mil años de la historia de la iglesia.
Existe un aspecto militar en el discipulado Cristiano. El discipulado y ser un soldado tienen muchos puntos en común.
Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros. Comparte nuestros sufrimientos, como buen soldado de Cristo Jesús. (2 Timoteo 2:2,3—NVI)
Observa la relación cercana que tienen el discipulado y el ser un soldado de Cristo. Un soldado es un hombre disciplinado. Está dedicado al servicio de su rey. Dará su vida por su país. Obedecerá órdenes, aun si le cuesta la vida. Vive para servir a su rey y a su país. Lo mismo sucede con el discípulo de Cristo.
Un buen soldado soporta las dificultades sin quejarse. Sabe que para ganar una guerra debe haber mucho sufrimiento, mucho peligro y mucha incomodidad. No se queja porque el quejarse debilitaría las manos de sus compañeros soldados y ayudaría al enemigo.
Ningún soldado que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles. (2 Timoteo 2:4—NVI)
Un soldado tiene una meta en la vida—mantenerse preparado para destruir al enemigo de su rey. Todos los demás asuntos son secundarios en importancia. Un buen soldado no hace nada que haga que su enemigo lo encuentre desprevenido para dañar lo que le ha sido encomendado proteger.
Fred Smith está enredado con los asuntos de su vida. Su corazón está puesto en hacer dinero para que pueda casarse, comprar una casa, tener un coche nuevo, amueblar su hogar con cosas bonitas y, gradualmente, adquirir artículos que le hagan la vida más cómoda y conveniente. La iglesia es un lugar donde él asiste los Domingos porque eso es lo que un “Cristiano” debe hacer.
La mente de Fred rara vez se encuentra pensando en las “cosas de arriba”. Él no está buscando primero el Reino de Dios. Él está buscando primero las riquezas materiales. Los asuntos que tienen que ver con su religión son secundarios en importancia. Le dará algo de atención a sus actividades de la iglesia cuando tenga tiempo.
Fred no se considera a sí mismo un soldado de Cristo. La idea de que él debe involucrase lo menos posible con este mundo para poder servir efectivamente al Señor Jesús es algo extraño para él.
Él cree que debe trabajar duro, y que si asiste a la iglesia regularmente ayudará a asegurar que vaya al Cielo cuando muera. Ya que no va a morir hasta que esté viejo (o así lo piensa) pondrá a un lado su preocupación del Cielo hasta que se acerque ese momento. Para cuando sea un viejo, sus hábitos estarán tan arraigados que si considerara volverse un discípulo del Señor Jesús quizá se le haga bastante difícil.
La actitud de Raúl es totalmente diferente. Su mente y su corazón se mantienen pensando en las “cosas de arriba”. Buscar el Reino de Dios es de primera importancia para él. Él a propósito mantiene su relación con las cosas de esta vida al mínimo para que siempre pueda estar alerta y listo para servir al Señor.
Raúl, un hábil mecánico de autos y un empleado concienzudo, ya ha dejado pasar la oportunidad de un excelente trabajo porque tendría que trabajar frecuentemente de noche y los Domingos y esto interrumpiría seriamente su reunión con los santos y con su ministerio en el Centro. Para cuando Raúl sea un viejo se habrá convertido en un profeta—en un testigo eterno de Dios.
Raúl tiene el espíritu de los mártires Cristianos. Él daría su vida por su testimonio si esto fuera requerido. Para Raúl, el Cielo no es un lugar alejado al que irá cuando tenga setenta u ochenta años. El Cielo es su hogar, el lugar que cada día se está volviendo más real para él. Él está listo para morir a sus veinte años porque su corazón brinca de alegría al pensar en ver a su Cristo y a los santos que están en la gloria.
Cuando el pastor de Raúl predica sobre la cruz, sobre sufrir, sobre dar la vida por el Señor, Raúl se llena de gloria y de alegría. Su vida espiritual es una aventura, un gozo, un romance con Jesús. Él está creciendo continuamente en poder y visión.
Cuando el pastor de Fred predica sobre la cruz, sobre sufrir, sobre dar la vida por Jesús (que sucede rara vez ya que la congregación disfruta de predicaciones “positivas” y se retirarían pronto si el pastor se volviera “negativo”), Fred se siente intranquilo y consternado. Él no ve la necesidad de permanecer en dolor y en la miseria. Él preferiría más bien pensar en los versículos de las Escrituras que le dan la seguridad de que Dios lo ama y lo protegerá y lo bendecirá. Su “caja de promesas” que tiene en casa no contiene ningún versículo “negativo”.
Si el Señor Jesús llamara a Fred para servirle en una tierra lejana, esto interferiría con las ambiciones, las esperanzas y los sueños de Fred. Probablemente él no obedecería y continuaría sus propias metas, esperando que ese “sentimiento” se alejará. Aunque esté un poco consciente de que quizá está desobedeciendo a Jesús, confía que irá de todos modos al Cielo porque “somos salvos por la gracia y no por las obras”.
Fred ignora que el Reino de Dios vendrá a la tierra en el futuro cercano. A él nunca se le ha enseñado esto. Su concepto de eventos futuros es que algún día él irá al Cielo para vivir en una “mansión”.
Si Fred es presionado lo suficiente, quizá comprometa su Cristiandad. Él no posee el suficiente fuego para tener una postura por Jesús si significa un sacrificio personal doloroso o un martirio.
Fred no es un soldado de Cristo. Él no es un discípulo, un santo, un hombre de Dios, un miembro activo del Cuerpo de Cristo. Ya que no es un santo victorioso y conquistador, no es elegible para la primera resurrección—la resurrección de los reyes y jueces de Dios. Él no está listo para ser manifestado a la creación como un hijo de Dios. Fred está siendo enseñado que será arrebatado en su estado de tibieza para que no sea llamado a sufrir tribulación.
Las doctrinas del “arrebato”, de adquirir bienes materiales por fe, de ser salvo por la “gracia” independientemente de cualquier tipo de comportamiento que el creyente practique le sientan perfectamente bien a Fred. Estas doctrinas, que son extrañas al concepto de discipulado Cristiano, han engañado a Fred para creer que puede vivir como un mundano y de todos modos disfrutar de las recompensas de los mártires y profetas Cristianos.
Raúl es un soldado de Cristo, un santo, un hombre de Dios, un miembro activo del Cuerpo de Cristo, de Su ejército. Raúl es candidato para la primera resurrección porque es un vencedor. De hecho, su vida diaria logra la primera resurrección conforme él comienza a compartir en la vida de resurrección incorruptible de Jesús y de los sufrimientos de Jesús. Raúl está siendo preparado para ser manifestado con el Señor Jesús cuando Él aparezca.
Si el Señor llamara a Raúl y a Iliana a las misiones ellos estarían llenos de gozo.
Fred es un hombre de este mundo aunque tiene la esperanza de que, por medio de su acuerdo con las doctrinas de su iglesia, él tiene un boleto para ir al Cielo. A él no le importa de especial manera sobre morar en Cristo y en Dios ni de que Ellos moren en él. Él sólo quiere evitar el Infierno cuando muera.
Raúl está comenzando a volverse un profeta. Todo santo verdadero de Dios es un testigo y un profeta. El Espíritu del Dios altísimo reposa sobre Raúl y mora dentro de él. Él está viviendo en los pasos de Moisés, de Jeremías, de Abraham, de Daniel, de Pablo, de Pedro, de Santiago. Él es uno de los elegidos, uno del remanente a quien el mundo no merece.
Fred se siente como en casa en este mundo. Raúl es un peregrino y un extranjero. Raúl está pasando su vida buscando la ciudad que tiene cimientos sólidos, un lugar donde morar tranquilamente en el corazón de Dios. Él está buscando—y ciertamente encontrará—el conocimiento pleno de Dios mediante Cristo, la “ciudad que tiene cimientos sólidos”.
Raúl tiene la promesa de Cristo de que será protegido durante la hora de tentación que pronto llegará a nosotros. Él ha mantenido la palabra de paciencia de Cristo y Cristo lo protegerá durante la era de horrores que se encuentra en el horizonte.
Fred ya se ha rendido al espíritu del anticristo, al espíritu de mundanería y de logro material, y por ello está en peligro del tormento eterno.
Raúl Sánchez e Iliana Martínez son discípulos. Ellos son Cristianos.
Fred Smith y Shirley Samson no son discípulos. Ellos no son Cristianos.
(“El Discípulo”, 4155-1)