BABILONIA

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducido por Carmen Alvarez


La ambición de construir una ciudad con una torre que alcance los cielos muestra el deseo de la personalidad adámica de unirse a otras personas para lograr algo significativo. El motivo principal es el de hacernos de un nombre por nosotros mismos. Además, logramos más poder que siendo un solo individuo o un pequeño grupo de personas. Al combinar nuestros esfuerzos, nuestra sabiduría y nuestros talentos podemos establecer un monumento sobre la tierra para nuestra propia gloria.

Sin embargo, Dios frecuentemente logra Su obra por medio de una interacción intensa con una sola persona, tal como lo hizo con Moisés, con Elías, con Juan el Bautista o con el Apóstol Pablo.


BABILONIA

Al emigrar al oriente, la gente encontró una llanura en la región de Sinar, y allí se asentaron. Un día se dijeron unos otros: “Vamos a hacer ladrillos, y a cocerlos al fuego.” Fue así como usaron ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de mezcla. Luego dijeron: “Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra. (Génesis 11:2-4—NVI)

Sinar es Babilonia. Ahí comenzó Babilonia.

La ambición de construir una ciudad con una torre que alcance los cielos muestra el deseo de la personalidad adámica de unirse a otras personas para lograr algo significativo. El motivo principal es hacernos de un nombre por nosotros mismos. Además, logramos más poder que siendo un solo individuo o un pequeño grupo de personas. Al combinar nuestros esfuerzos, nuestra sabiduría y nuestros talentos podemos establecer un monumento sobre la tierra para nuestra propia gloria.

Sin embargo, Dios no utiliza el esfuerzo de las personas, ni su sabiduría, ni sus talentos para establecer Su Reino. Dios frecuentemente logra Su obra por medio de una interacción intensa con una sola persona, tal como lo hizo con Moisés, con Elías, con Juan el Bautista o con el Apóstol Pablo.

Dios se dio cuenta inmediatamente de que la gente de un solo idioma que se une con un propósito en mente ciertamente logra lo que se propone.

Y se dijo: “Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es sólo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograr.” (Génesis 11:6—NVI)

Hoy en día, nosotros podríamos reconocer el bien que se puede lograr si la gente deja de pelear entre sí y trabaja unida para producir cosas y situaciones que beneficien a la humanidad. Por ello es casi imposible para nosotros percibir la maldad latente dentro de cada persona que habla el mismo idioma como para poder lograr los resultados que no son posibles para las naciones que están en guerra.

Dios inmediatamente reconoció el peligro y confundió la habilidad de la gente para comunicarse entre sí. Hasta el día de hoy tenemos guerras debido a los intereses propios de cada nación –naciones separadas entre sí porque hablan diferentes idiomas.

¿Cuál es el problema de querer unirnos con otras personas para lograr algo?

En primer lugar permítenos explicar que no estamos diciendo que esté mal que se trabaje en unión con otras personas para lograr un objetivo. Más bien estamos hablando de nuestra tendencia humana de ignorar al Señor Jesucristo para depender de la combinación de la fuerza y la sabiduría humanas para lograr lo que deseamos. Estamos hablando particularmente de usar este método para tratar de “hacer cosas para Dios.”

El problema está en que cuando Dios creó al mundo en seis días, Él creó no sólo el universo físico sino que también dispuso el destino de la humanidad. En específico, Dios decidió el destino de cada miembro de Sus escogidos, de Su Israel, de Su sacerdocio gobernante. Dios no desea que nos unamos a otros para hacer lo que nosotros pensemos que debe hacerse, particularmente en la obra de establecer el Reino de Dios sobre la tierra. Sólo Dios conoce Su plan para nuestra vida, y sólo Dios conoce Su plan para Su Reino.

Observa esta omnicencia y predestinación en el siguiente versículo:

Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. (Efesios 2:10—NVI)

Según lo anterior, Dios planeó desde el principio de la creación buenas obras específicas que quería que nosotros hiciéramos. Nosotros sólo podemos entrar al reposo de Dios si ponemos a un lado nuestras propias ambiciones y nuestros propios temores y buscamos cada día el plan de Dios para ese periodo específico de tiempo. Este procedimiento parece ser fácil pero termina siendo difícil debido a nuestra voluntad propia y a nuestra rebelión contra Dios. Eva cayó a la tentación debido a que ella no estaba dispuesta a confiar en Dios para su mejoramiento y gozo.

Dios ha estado reposando desde el séptimo día porque todas Sus obras, incluyendo el día en que baje la nueva Jerusalén, han sido terminadas. Para entrar a la obra terminada de Dios para nuestra vida debemos entrar al reposo de Dios. El Reino de Dios llegará cuando se haga la voluntad de Dios sobre la tierra así como se hace en el Cielo, no cuando se haga la voluntad del hombre bien intencionado.

Cada ser humano actúa según una multitud de ambiciones, temores, aprensiones, obligaciones, pasiones, etcétera. Hay cosas que deseamos poseer, niveles que deseamos escalar, relaciones que deseamos establecer. Quizá no nos demos cuenta pero Dios tiene un plan específico para nuestra vida, un plan que se desenvuelve detalladamente en Su mente y que fue planeado desde que Él creó la tierra.

El propósito de nuestra vida es encontrar la voluntad de Dios para nosotros y hacer Su voluntad con diligencia. Al hacer esto entramos al reposo de Dios, ya que Dios está reposando debido a que ya decidió las buenas obras que nosotros debemos hacer.

Entrar al reposo de Dios es extraordinariamiente fácil e increíblemente difícil. Es extraordinariamente fácil porque podemos hacer a un lado nuestras preocupaciones y ambiciones para fluir con la fluidez de Dios Padre. Es increíblemente difícil porque una multitud de presiones nos empujan diariamente a seguir nuestros propios deseos. ¿Lo has notado?

Todo lo que se espera de nosotros en esta vida es que busquemos continuamente al Señor Jesús para cada acción que tomemos, y luego que hagamos con todas nuestras fuerzas lo que se nos presente. A veces no podemos escuchar al Señor y debemos seguir haciendo lo que hemos estado haciendo hasta que estemos seguros de que Dios quiere que hagamos algo diferente. De esto es de lo que se trata entrar al reposo de Dios; pero debido a que Satanás está viviendo en nuestra tierra prometida, debemos seguir al Espíritu de Dios y entrar a la batalla para entrar al reposo de Dios.

Satanás considera asunto suyo el engañarnos y confundirnos para que hagamos lo que él quiere en lugar de lo que Dios quiere. Nosotros debemos esforzarnos para entrar al reposo de Dios.

Una vez que comprendamos perfectamente que tenemos delante de nosotros una meta personal, y que debemos avanzar hacia esa meta diariamente, entonces podremos percibir inmediatamente cómo la gente de un solo idioma que se une para hacer un bien en común frustrará el plan de Dios para ese individuo. En lugar de buscar a Dios para lo que debe estar haciendo estará trabajando con un grupo para realizar los deseos del grupo.

Dios quiere que cada uno de nosotros vaya a Él como individuos, no como parte de un grupo. Dios no interactúa con grupos sino con individuos. Su plan es que Su Reino se componga de individuos que hayan llegado a conocerlo de manera muy personal, que se hayan vuelto parte de Él por medio del Señor Jesucristo. Tales individuos automáticamente formarán una unidad con otros individuos porque serán parte integral del único Cristo. Ninguno de ellos buscará en el otro reconocimiento, ni poder, ni sabiduría, a excepción de que Dios dirija a alguno para que ministre a otro. Los miembros del Cuerpo de Cristo no logran estatus, ni sabiduría, ni poder cuando se jactan sino cuando viven en justicia de acero, en santidad apasionada y en obediencia estricta al Padre.

¿Puedes comprender ahora por qué Dios evitó que la gente de antaño siguiera con su plan de construir esa ciudad? Dios hizo que se confundieran y se esparcieran sobre la faz de la tierra para que lo buscaran a Él en lugar de buscarse unos a otros. Confiar en un grupo en lugar de confiar en Dios es Babilonia –¡Es confusión!

El espíritu de Babilonia se encuentra en el mundo. Su nombre es Anticristo.

El espíritu de Babilonia se encuentra en la religión, incluyendo en la religión Cristiana. Su nombre es La Gran Babilonia.

Parece tan natural y “apropiado” que la gente se reuna para promover la religión Cristiana. Sin embargo, Dios no trabaja de esta manera. El resultado de tales intentos de unirse, a excepción de que sean puestos en efecto clara y específicamente por Jesucristo, conlleva a que exista el horror de La Gran Babilonia. Cuando el pueblo de Dios se olvida de buscar la mente de Cristo y busca la cooperación de individuos para construir el Reino de Dios, eventualmente crea una jaula con espíritus impíos.

El Señor Jesucristo dijo que Él construiría Su Iglesia. Durante dos mil años nosotros le hemos negado Su derecho de construir Su propia Iglesia. Nosotros hemos intentado construirla por Él. ¡El resultado ha sido Babilonia! ¡Confusión! ¡Mil denominaciones en competencia!

Las iglesias comprenden perfectamente que un verdadero Cristiano no es mundano en apariencia ni en comportamiento, y que Dios no quiere que continuemos en pecado. Esto es bueno y correcto. Pero el monstruo más grande de todos es el de la voluntad propia. Mientras Dios no destruya la voluntad propia que hay en nosotros, enviándonos tribulaciones y prisiones para purificarnos de ese monstruo, nosotros siempre crearemos Babilonia al buscar construir el Reino de Dios.

Hay dos capítulos en el Libro del Apocalipsis que se dedican a la discusión de La Gran Babilonia donde se revela cuan abominable es esta institución. Por la descripción, yo creo que La Gran Babilonia representa a la religión Cristiana cuando ésta recibe la guía y el poder gracias a la voluntad y a la habilidad de los seres humanos en lugar de recibirlos de una interacción cercana con el Jesús viviente y por medio del Espíritu Santo.

Aunque la descripción de La Gran Babilonia parece quedarle a la Iglesia Católica hasta cierto punto, no es nuestra meta condenar a esta denominación en particular. El espíritu de Babilonia, es decir, del hombre buscando unirse a otros hombres para lograr un nombre para sí mismo, para unir sus habilidades, se puede encontrar hasta en la iglesia independiente más pequeña. Estamos conscientes de que han habido Cristianos buenos que se han sacrificado y que han salido de un pasado Católico, y por ello nuestro punto no es señalarlos con el dedo ni minimizar de ninguna manera su contribución a la humanidad.

Uno de los siete ángeles que tenían las siete copas se me acercó y me dijo: “Ven, y te mostraré el castigo de la gran prostituta que está sentada sobre muchas aguas. Con ella cometieron adulterio los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su inmoralidad.” (Apocalipsis 17:1-2—NVI)

Quienes han estudiado la historia de Europa se pueden dar cuenta de la tremenda influencia que la Iglesia Católica ha tenido sobre la civilización Occidental. Ciertamente, “con ella cometieron adulterio los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su inmoralidad.” La influencia de la Iglesia Católica, y después la de las denominaciones Protestantes, se sintió en cada área de la vida humana.

Pero en muchos casos, quizá en la mayoría, no fue la influencia del Señor Jesús la que afectó la vida Europea sino la influencia de líderes religiosos que siguieron sus propias ambiciones políticas.

Observa el nombre que la Biblia le da al Cristianismo de voluntad propia:

En la frente llevaba escrito un nombre misterioso: LA GRAN BABILONIA MADRE DE LAS PROSTITUTAS Y DE LAS ABOMINABLES IDOLATRÍAS DE LA TIERRA. (Apocalipsis 17:5—NVI)

Mi punto de vista es que La Gran Babilonia es la Iglesia Católica y que las Iglesias Protestantes son sus hijas.

¿Por qué son prostitutas las Iglesias Protestantes? Porque buscan el favor del mundo e intentan ofrecerle la gracia de Dios en lugar de permanecer como testigo de Cristo en contra de la maldad del mundo.

Observa también lo siguiente:

Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los santos y de los mártires de Jesús. (Apocalipsis 17:6—NVI)

Esta es una idea espantosa. La auto-dirigida organización Cristiana ha asesinado a tantos verdaderos santos del Señor Jesucristo, aquellos que han soportado ser testigos de Jesús, que realmente se ha emborrachado con su sangre. Ha perdido su habilidad para razonar y su equilibrio porque está intoxicada por el éxito que tiene de poder aplastar toda resistencia que encuentra contra lo que ella cree que es el programa Divinamente inspirado para salvar al mundo.

Diez reyes que estarán aliados con el Anticristo le harán la guerra al Señor Jesús. Pero su esfuerzo será inútil. Él los vencerá debido a la autoridad que le ha sido dada por Dios como Señor de señores y Rey de reyes.

Observa que quienes están con Cristo son llamados y escogidos, y luego es probada su fidelidad. Muchos son los llamados. Pocos son los escogidos. Los pocos escogidos luego son probados en repetidas ocasiones en el área de la obediencia a Cristo hasta que su fidelidad es demostrada hasta no dejar ninguna duda. La voluntad propia que hay dentro de ellos debe ser destruída antes de que puedan vencer la maldad que hay en el mundo.

Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con él son sus llamados, sus escogidos y sus fieles. (Apocalipsis 17:14—NVI)

El siguiente versículo es interesante:

Los diez cuernos y la bestia que has visto le cobrarán odio a la prostituta. Causarán su ruina y la dejarán desnuda; devorarán su cuerpo y la destruirán con fuego. (Apocalipsis 17:16—NVI)

Mi punto de vista es que en el futuro no muy lejano las denominaciones Cristianas se unirán en una enorme organización religiosa. El Anticristo y los reyes que lo acompañarán trabajarán con esta nueva denominación hasta que se sientan lo suficientemente fuertes como para gobernar sin ella. Luego la destruirán.

Nuevamente repito, sin la intención de dañar con lo que estoy diciendo a los Católicos sinceros, yo creo que pronto veremos milagros increíbles que se efectuarán en el nombre de la virgen María. Muchos de nosotros conocemos algunos de los milagros que han ocurrido bajo el estandarte del Catolicismo, como los efectuados por Juana de Arco y Sor Bernadete de Lourdes. Yo no sé de ningún milagro de magnitud similar que haya ocurrido en el Protestantismo.

El resultado de las actuales tendencias ecuménicas además de la estupenda evidencia sobrenatural que se ha confirmado podría hacer surgir una enorme iglesia mundial operada por la sabiduría humana –todo en el nombre de la virgen María y de Cristo. Según lo veo yo, aquí se nos presenta una parte importante de La Gran Babilonia.

Después de esto vi a otro ángel que bajaba del cielo. Tenía mucho poder, y la tierra se iluminó con su resplandor. Gritó a gran voz: “¡Ha caído! ¡Ha caído la gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios y en guarida de todo espíritu maligno, en nido de toda ave impura y detestable.” (Apocalipsis 18:1,2—NVI)

Parece ser que la mayoría de las grandes denominaciones Cristianas, si no es que todas, comenzó con un grupo de Cristianos sinceros que buscaba servir al Señor. Sin embargo, logró entrar la ambición personal y poco a poco el pequeño grupo se convirtió en una organización próspera.

Conforme la denominación obtiene reconocimiento e influencia, las personas que no están viviendo la sencillez de Jesús son elevadas a posiciones de liderazgo. Quizá hablen mucho del Señor y oren con frecuencia, pero no saben cómo escuchar a Jesús. Hay muchos factores en una denominación que son comunes a todas las organizaciones; por ejemplo, conseguir preeminencia.

Existe otra fuerza que está presente en una denominación Cristiana. Se trata de Satanás que está intentando dirigir a la denominación hacia sendas que evitarán que la denominación se convierta en una seria amenza a su reino sobre la tierra.

Satanás entra por la puerta que se le abre debido al egoísmo de los líderes de las denominaciones. Rápidamente, a pesar de que la organización está comprometida a buenas obras de evangelización y asistencia social, ésta se convierte en “morada de demonios y en guarida de todo espíritu maligno.”

Esta es la razón por la que la organización Católica torturó y asesinó hasta principios del siglo veinte a los disidentes. Yo no creo que ningún Católico sincero puede honestamente creer que la virgen María o que Jesucristo apoye la tortura y el asesinato de creyentes sólo porque rechacen la doctrina Católica.

La ambición personal y la avaricia son las causantes de tantas artimañas políticas implacables en las organizaciones Protestantes y en las iglesias independientes. Estas actividades inspiradas por demonios evitan que la organización se vuelva realmente una seria amenaza para el reino de Satanás sobre la tierra.

Dios trabaja de la siguiente manera: Él toma a un individuo, trabaja con él de noche y de día por algunos años hasta que este individuo esté caminando con Jesús, y luego lo usa para avanzar el Reino de Dios.

Mientras tanto, el Señor Jesús se sienta en la cima del templo, por así decirlo, y observa cómo “Israel” se precipita a ocuparse en la política religiosa. Eso sucedía antes. Eso sucede ahora.

Que el verdadero pueblo de Dios es miembro de las iglesias babilónicas se puede observar a continuación:

Luego oí otra voz del cielo que decía: “Salgan de ella, pueblo mío, para que no sean cómplices de sus pecados, ni los alcance ninguna de sus plagas;” (Apocalipsis 18:4—NVI)

De vez en cuando escuchamos a algunos ministros que nos incitan a dejar nuestra denominación o iglesia. Dicen que debemos “salir de Babilonia”.

Yo creo que el Señor nos está diciendo hoy en día que busquemos lo bueno que hay en la Babilonia en que nos encontramos, así como les dijo a los Judíos en cautiverio que buscaran lo bueno de la nación que los había capturado.

Hoy en día, si dejáramos nuestra iglesia para reunirnos en algún hogar, seguramente llevaríamos el espíritu de Babilonia con nosotros. Babilonia es la voluntad propia durante un servicio religioso. Podemos encontrar a personas que se guían por su voluntad propia tanto en un grupo pequeño que se reune en un hogar como en una mega-iglesia de diez mil miembros.

¡Babilonia es un estado del corazón!

Babilonia se cree la reina del Reino.

En la medida en que ella se entregó a la vanagloria y al arrogante lujo denle tormento y aflicción; porque en su corazón se jacta: “Estoy sentada como reina; no soy viuda ni sufriré jamás.” (Apocalipsis 18:7—NVI)

Pero no existen las reinas en el Reino. La Esposa del Cordero se considera a sí misma el Cuerpo de Cristo, no una reina que gobierna al lado del Señor Jesucristo.

Algunas de las reinas de la historia han sido maravillosas gobernantes por su derecho propio, como lo fue la reina Isabel de Inglaterra. Pero la Iglesia no es una reina por su derecho propio. En realidad no es absolutamente nada si no está unida al Señor Jesucristo. Ella es el Cuerpo de Cristo, es decir, ella es Su plenitud, Su gloria, Su complemento. Ella no puede sentarse como una reina y gobernar según lo que ella considera que es el deseo del Rey.

Pero esto es exactamente lo que las iglesias de la historia han sido –¡Reinas! Gobiernan según lo que creen que son los deseos del Rey, o lo que ellas mismas desean. No le permiten a Cristo construir Su propia iglesia sobre la Roca que Él mismo es. Más bien, buscan construir la iglesia según sus propias ideas. El resultado que esto ha dado a través de los siglos y hasta la hora actual es, ¡Babilonia!

Pero a final de cuentas Dios derrocará a todas las organizaciones babilónicas. En aquel día, Él estará listo para presentar a la verdadera Esposa del Cordero.

El siguiente versículo muestra que en los últimos días los gobiernos del Anticristo y la iglesia Cristiana compartirán la riqueza de las naciones. Se sorprenderán y sentirán temor cuando Babilonia se venga abajo porque nunca hubieran creído que su comodidad sería perturbada.

En versículos anteriores se nos dice que el Anticristo y diez reyes que están del lado del Anticristo llevarán a Babilonia a la ruina y la dejarán desnuda. Pero en los siguientes dos versículos se nos dice que, aparentemente, algunos de los reyes de la tierra no serán parte de los diez reyes que están del lado del Anticristo y que estos reyes de la tierra se molestarán por la destrucción de la gran denominación Cristiana.

Cuando los reyes de la tierra que cometieron adulterio con ella y compartieron su lujo vean el humo del fuego que la consume, llorarán de dolor por ella. Aterrorizados al ver semejante castigo, se mantendrán a distancia y gritarán: “¡Ay! ¡Ay de ti, la gran ciudad, Babilonia, cuidad poderosa, porque en una sola hora ha llegado su juicio!” (Apocalipsis 18:9,10—NVI)

Y luego podemos observar el impacto sobre los comerciantes del mundo:

Los comerciantes de la tierra llorarán y harán duelo por ella, porque ya no habrá quien les compre sus mercaderías: artículos de oro, plata, piedras preciosas y perlas; lino fino, púrpura, telas de seda y escarlata; toda clase de maderas de cedro; los más variados objetos, hechos de marfil, de madera preciosa, de bronce, de hierro y de mármol; (Apocalipsis 18:11,12—NVI)

Piensa, por ejemplo, en los Estados Unidos. ¿Qué pasaría con los comerciantes de nuestro país que venden al público si ya no hubiera ventas de Navidad, de Semana Santa o de día de Acción de Gracias debido a que los verdaderos Cristianos han dejado la gran denominación y se niegan a celebrar los días festivos comprando regalos o excediéndose con alimentos?

Cargamentos de canela y especias aromáticas; de incienso, mirra y perfumes; de vino y aceite; de harina refinada y trigo; de ganado vacuno y de corderos; de caballos y carruajes; y hasta de seres humanos, vendidos como esclavos. (Apocalipsis 18:13—NVI)

Ciertamente, según la enorme denominación del futuro, los seres humanos serán sólo otra mercancía como la canela y las especias. El gran ídolo será el dinero, como también lo será durante el gobierno del Anticristo.

El ídolo de oro que se describe en Daniel fue erigido en Babilonia.

Los religiosos de voluntad propia simpre atacarán a los santos verdaderos de Dios. Por esto encontramos el siguiente versículo:

¡Alégrate, oh cielo, por lo que le ha sucedido! ¡Alégrense también ustedes, santos, apóstoles y profetas! Porque Dios, al juzgarla, les ha hecho justicia a ustedes. (Apocalipsis 18:20—NVI)

Observa que antes de que Babilonia fuera destruida, la voz del Cordero, y de Su novia, podía ser escuchada en esta organización. Lo mismo sucede hoy en día, en casi todas las organizaciones Cristianas y en toda iglesia podemos encontrar discípulos verdaderos del Señor. El resto son miembros de la iglesia y algunos son excelentes individuos. Pero nunca se han negado a sí mismos, nunca han llevado su cruz y seguido al Señor Jesús. Nunca han puesto a un lado su voluntad propia para hacer la voluntad de Dios. Pueden ser personas excelentes, pero no son Cristianas; ya que un verdadero Cristiano es un discípulo y no sólo un miembro de la iglesia.

Jamás volverá a brillar en ti la luz de ninguna lámpara. Jamás volverá a sentirse en ti el regocijo de las nupcias. (Apocalipsis 18:23—NVI)

Después de que La Gran Babilonia sea destruída nunca jamás volverá a existir una organización Cristiana, sólo existirán individuos que son miembros del real sacerdocio a quienes el Señor conoce personalmente, que son parte integral de Él, y que conocen personalmente al Señor sin la influencia de ningún grupo.

Si retrocedemos en el tiempo y pensamos en las instituciones del Judaísmo que fueron dirigidas por el hombre, y le agregamos a ellas las instituciones Cristianas, encontraremos que todas ellas son responsables por la sangre de los profetas y de los santos. De hecho, Apocalipsis nos dice que la sangre de todos los que han sido asesinados en la tierra se encuentra en esta enorme organización Cristiana.

Porque en ti se halló sangre de profetas y de santos, y de todos los que han sido asesinados en la tierra. (Apocalipsis 18:24—NVI)

La respuesta a esta amplia declaración quizá se encuentre en el Libro de Ezequiel. Dios le dijo a Ezequiel que si los centinelas no le advierten al pueblo del peligro que se aproxima, entonces el pueblo moriría por causa de su pecado pero su sangre quedaría en las manos del centinela.

Generalmente las iglesias organizadas no le advierten a los creyentes del peligro que se aproxima. Más bien les hablan de cosas agradables para que la gente quiera seguir asistiendo a sus servicios, y reservan sus mayores exhortaciones para los asuntos que afectan la institución misma, no para advertirles que si siguen pecando sufrirán el juicio de Dios.

Esto es especialmente cierto en las iglesias Cristianas de Norteamérica. Uno tendría que viajar muy lejos para escuchar a algún pastor advertirle a las personas de su congregación que si no viven como verdaderos discípulos del Señor, sufrirán ante Cristo cuando Él regrese. Lo que se escucha es “arrebato, arrebato, Cielo, Cielo, gracia, gracia”. A los líderes se les pedirá dar cuentas por las almas de los seguidores de su ministerio. Los ministros y la gente jamás escucharán: “Hiciste bien, siervo bueno y fiel”, si no han sido buenos y fieles. Esto debe enfatizarse hoy en día a los creyentes.

Si los ministros Cristianos que han existido a través de la historia de la Iglesia se hubieran alejado de sus propios esfuerzos babilónicos para construir el Reino de Dios, y si hubieran trabajado en unión con Jesucristo conforme Él construía Su propia Iglesia, es posible que no hubieran habido guerras durante este periodo de tiempo. Yo creo que Dios se hubiera asegurado de eso.

Si los Luteranos Alemanes hubieran estado morando en Cristo, Hitler no hubiera llegado al poder y no hubiera existido un holocausto.

Si los Cristianos en Norteamérica estuvieran viviendo en justicia de acero, en santidad apasionada y en obediencia estricta al Padre, nuestra nación sería una gran fuente de alimentos y de otras bendiciones para todos los países de la tierra. Entonces, quizá sería posible que la luz moral emanada por los Estados Unidos evitaría todas las guerras futuras.

Pero nosotros los Cristianos estamos contentos con simplemente hacer un compromiso superficial con Cristo y seguir viviendo en lujuria mientras otros están muriendo de hambre o están presos por su fe. Nosotros simplemente no deseamos que se nos nieguen nuestros lujos materiales. Así que estamos acercándonos a la Tercera Guerra Mundial mientras las naciones más pobres hacen un complot contra el “gran Satanás” del Occidente.

En cuanto Babilonia, la Iglesia Cristiana de voluntad propia, sea condenada, una gran multitud de personas en el Cielo comenzará a alabar a Dios.

Después de esto oí en el cielo un tremendo bullicio, como el de una inmensa multitud que exclamaba: “¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios, pues sus juicios son verdaderos y justos: ha condenado a la famosa prostituta que con sus adulterios corrompía la tierra; ha vindicado la sangre de los siervos de Dios derramada por ella.” (Apocalipsis 19:1,2—NVI)

Los versículos anteriores nos muestran que la gente del Cielo está observando atentamente lo que está sucediendo sobre la tierra. Quizá el sufrimiento de muchos de ellos fue causado por las organizaciones religiosas. Aquí podemos observar que están adorando a Dios porque Él ha condenado a estas iglesias líderes que, en el nombre de Cristo, han abusado de los que son verdaderos siervos del Señor.

El júbilo que hay en el Cielo nos revela qué tan grande es la abominación del Cristianismo con voluntad propia. Nosotros nos acostumbramos a vivir y trabajar dentro de una estructura denominacional. No siempre nos damos cuenta de cuánto quiere el Señor que tengamos una relación personal con Él en lugar de sólo con la gente de nuestro grupo.

Las personas religiosas egocéntricas no conocen al Señor. Trabajan juntas sólo para lograr sus metas. Siempre han buscando destruir, ya sea por asesinato, tortura, o difamación a los verdaderos santos del Señor –a aquellos que realmente aman a Dios y buscan Su voluntad cada día– y seguírán buscando destruirlos. Fue cierto en los días de Caín y Abel. Sigue siendo cierto el día de hoy.

Y dicen: “Si hubiéramos vivido nosotros en los días de nuestros antepasados, no habríamos sido cómplices de ellos para derramar la sangre de los profetas.” Pero así quedan implicados ustedes al declararse descendientes de los que asesinaron a los profetas. ¡Completen de una vez por todas lo que sus antepasados comenzaron! ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno? (Mateo 23:30-33—NVI)

Los siguientes versículos describen a la perfección cómo las multitudes de personas que se creen Cristianas consideran a los individuos que buscan a Jesús a cada momento para conocer Su voluntad.

Y se te acercan en masa, y se sientan delante de ti y escuchan tus palabras, pero luego no las practican. Me halagan de labios para afuera, pero después sólo buscan las ganancias injustas. En realidad, tú eres para ellos tan sólo alguien que entona canciones de amor con una voz hermosa, y que toca bien un instrumento; oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica. (Ezequiel 33:31,32—NVI)

La religión frecuentemente pervierte el carácter y el juicio. Seguir al Señor Jesús viviente nunca pervierte el carácter y el juicio. Caminar con Él nos lleva a la justicia, a la misericordia y a la humildad. Pero la religión a veces produce a la gente más abominable –prosélitos que, como dijo el Señor, son hijos del Infierno.

Ciertamente el espíritu de la religión, ya sea de la religión del Judaismo o del Cristianismo, siempre difama y asesina a quienes Cristo les ha dado la comisión de representarlo a Él. Pilato entendió perfectamente que los sacerdotes líderes le entregaron a Cristo porque envidiaban su popularidad. ¡Vaya abominación! Los líderes del Judaismo asesinaron a su propio Cristo debido a su voluntad propia.

Lo mismo sucede con el espíritu de difamación y de asesinato que abundan en las acciones políticas de las iglesias Cristianas. Jóvenes que aspiran al ministerio aprenden rápidamente que en las juntas de los pastores se reúnen hombres cínicos que casi no muestran el Espíritu de Cristo en sus palabras y acciones. Este no siempre es el caso pero ciertamente sucede.

¿Acaso nos recobraremos algún día de las abominaciones babilónicas? Yo dudo que suceda hasta que llegue la hora de que Babilonia sea destruída. Luego los santos verdaderos del Señor podrán fluir juntos en la Presencia de Cristo. Estarán morando en Cristo en Dios y por lo tanto serán una unidad los unos con los otros. Son uno con Cristo, no uno con un intento denominacional de unidad o ecumenismo.

En cuanto Babilonia haya sido destruída, la Esposa del Cordero se manifestará.

¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente. (El lino fino representa las acciones justas de los santos.) (Apocalipsis 19:7,8—NVI)

Cuando estemos dispuestos a dejar de construir una ciudad y una torre que alcance los cielos entonces seremos reconocidos como la Esposa del Cordero.

(“Babilonia”, 4149-1)

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