CONOCIENDO AL PADRE
El Señor Cristo Jesús vino a la tierra para que pudiera reconciliarnos con Dios. Cristo es el Camino, la Verdad, y la Vida. No hay persona que venga al Padre excepto a través de Él. Nadie conoce al Padre excepto el Señor Jesús y aquel a quien Jesús quiera revelarlo.
CONOCIENDO AL PADRE
Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. (Mateo 11:27 NVI)
Cuando iniciamos el camino de la salvación, recibimos la expiación realizada por el Señor Cristo Jesús. Llegamos a entender que Jesús es el único Elegido prometido y además el Señor del Cielo y de la tierra. Luego debemos de negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguir a Jesús cada día.
En ese momento o en algún momento posterior nos damos cuenta de la existencia del Espíritu Santo. El Espíritu Santo está ahora aquí como nuestro Ayudante mientras el Señor Jesús esta a la derecha del Padre en el Cielo.
Pero todo esto es para que lleguemos al Padre, para que Dios pueda ser Todo en todos.
Pues Dios ha sometido todo a su dominio. Al decir que todo ha quedado sometido a su dominio, es claro que no se incluye a Dios mismo, quien todo lo sometió a Cristo. Y cuando todo le sea sometido, entonces el Hijo mismo se someterá a aquel que le sometió todo, para que Dios sea todo en todos. (1 Corintios 15:27-28 NVI)
Hay tres personas en Dios, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Somos bautizados en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Debido a que Cristo Jesús es la Representación perfecta del Padre, y debido a que el Padre habita en Él, habla a través de Él y actúa a través de Él, hay confusión en cuanto a que si Cristo y el Padre son dos Personas o si en realidad son una Persona en dos diferentes formas.
En la actualidad no hay acuerdo común entre los Cristianos en cuanto a que si Dios es Uno o si son Tres.
La doctrina teológica de la Trinidad ha tenido avances y es muy aceptada por los Cristianos. Hay ocasiones en que se ha dicho que las tres Personas que componen a Dios son iguales, coeternos y coexistentes.
Es difícil para los Judíos el aceptar nuestra enseñanza de que hay tres Dioses. Ellos conocen, a través de las Escrituras, que este no es el caso. “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor”. Pienso que los Judíos podrían aceptar que Jesús es el Hijo de Dios. Pero nunca aceptarán que hay tres Dioses.
Hay varios pasajes bíblicos que aparentan negar algunos aspectos de la doctrina de la Trinidad.
Por ejemplo, la agonía del Señor Cristo Jesús en el jardín de Getsemaní. Aquí encontramos dos voluntades diferentes. “Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.”
Obviamente, hasta este momento, el Padre aparenta ser superior al Hijo y el Hijo obedece al Padre.
Si este es el caso, ¿cómo podemos decir que el Padre y el Hijo son iguales?
¿Acaso el Hijo es igual que el Padre? Sí, por un lado. No, por el otro lado.
Puede ser que el Señor Cristo Jesús sea el Hijo de Dios, o que sea otro Dios, o que sea Dios el Padre en diferente forma.
Parece ser que los teólogos han enfocado las Escrituras en un axioma preconcebido y lo han explicado, explicado y explicado hasta parecer que ambas, las Escrituras y la teología, son verdaderas.
Las Escrituras de la Biblia han sido estiradas para que puedan encajar en la teología. La teología es un modelo que ha sido forzado arbitrariamente. Si el modelo es muy largo, se le hacen añadiduras a las Escrituras. Si el modelo es muy corto, se le quitan parte de las Escrituras.
Noten lo siguiente:
Ya me han oído decirles: “Me voy, pero vuelvo a ustedes.” Si me amaran, se alegrarían de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que yo. (Juan 14:28 NVI)
“El Padre es más grande que yo”.
Nuevamente, gimnasia verbal ha sido realizada para mostrar que el Señor Jesús no se refería exactamente a esto.
Lo que es verdad es que Dios es el que hizo a Dios Jesús. Dios no es un nombre sino un título. El Padre es el que ha hecho a Jesús Señor y Cristo. El Padre es quien hará de los enemigos de Cristo estrado de Sus pies.
Pues Dios ha sometido todo a su dominio. Al decir que todo ha quedado sometido a su dominio, es claro que no se incluye a Dios mismo, quien todo lo sometió a Cristo. Y cuando todo le sea sometido, entonces el Hijo mismo se someterá a aquel que le sometió todo, para que Dios sea todo en todos. (1 Corintios 15:27-28 NVI)
“El Hijo mismo se someterá a aquel que le sometió todo”.
El Hijo está sujeto al Padre. En este sentido no me parece a mí que sean iguales.
A propósito, el hecho de que el Hijo esté sujeto al Padre de ninguna manera disminuye la gloria y la autoridad del Hijo. Él permanece como Señor y Cristo.
Pienso que es tiempo de que los estudiantes de la Biblia desechen la idea de que el Padre y el Hijo son expresiones de la misma Persona. Son sin duda dos diferentes Personas.
Pero entonces, ¿cómo es que ellos son Uno?
Son Uno en la misma manera en que el Apóstol Pablo y Cristo son uno. Pablo declaró que él estaba crucificado con Cristo y que ya no seguía viviendo él sino que Cristo estaba viviendo en él, entonces Pablo y Cristo se habían vuelto uno al igual que el Padre y el Hijo son Uno.
Además, el Señor Jesús, tal como esta escrito en el Capítulo Diecisiete del Evangelio según Juan, oró para que pudiéramos ser uno en Él y en el Padre, al igual que uno el uno con el otro.
Tal vez podremos entender esta Unidad entre las Personas que componen a Dios si consideramos a Adán y Eva. Adán y Eva eran uno ante Dios. Los llamó “Adán”.
Los creó hombre y mujer, y los bendijo. El día que fueron creados los llamó seres humanos (literalmente Adán). (Génesis 5:2 NVI).
Eva realmente era Adán en otra forma, por haber sido creada de Adán. Pero Adán y Eva ciertamente eran dos personas distintas con voluntades propias. Además, Dios declaró que Adán dominaría a Eva.
De modo que nos estamos convirtiendo en Cristo en otra forma, siendo creados de Su cuerpo y Su sangre. Esto no significa que seamos Señor y Cristo o que Cristo no nos domine. Pero sí significa que estamos siendo creados como uno en Espíritu y Sustancia con Él. De esta manera somos uno con el Padre a través de Cristo.
Debido a que el Reino de Dios es Dios en Cristo en nosotros como una ciudad santa, una nueva Jerusalén, es importante que nosotros entendamos que Dios no es una entidad indescifrable o inaccesible. Más bien es verdad que hay el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo –tres Personas Divinas. ¿Son entonces una persona en tres formas? No, no lo son. Son tres Personas que son una en Sustancia.
Nosotros también somos partícipes de la Naturaleza Divina. Además estamos siendo incluidos en la Divinidad de Dios para que podamos entrar en la Unidad eterna. Éste es el cumplimiento espiritual de la fiesta Judía de Tabernáculos.
Todo lo que estoy diciendo es que estamos aprendiendo a morar en Cristo. Morar en Cristo significa que somos uno con Él en todo lo que Él es y hace. Así como Él es, así también nosotros somos en este mundo.
Hemos sido salvados por medio de la sangre de la expiación. Nos ha sido dado el Espíritu Santo de Dios para que tengamos la sabiduría y el poder para entrar en el Reino de Dios. El gobierno de Dios, el Reino de Dios, es una Presencia de Dios interior para que nos convirtamos en la expresión de Dios por medio del Señor Cristo Jesús.
Ahora vemos a lo que Jesús se refería cuando dijo “el Padre es más grande que Yo”. Jesús es completamente Uno con Su (y nuestro) Padre. Aun así, Jesús hace la voluntad de Dios alegremente, como nosotros debemos de hacerlo también.
Hay tres Personas en Dios que existen en amor, alegría y paz. Viven juntos en armonía. El destino de los elegidos de Dios es el de convertirse en una parte incorruptible, eterna e inseparable de esta Unidad. Éste es el descanso de Dios al que debemos de estar dirigiéndonos.
Esta Unidad es el Reino de Dios, y vendrá a la tierra para gobernar a las naciones salvas. Ésta es la ciudad santa, la nueva Jerusalén. El trono de Dios y del Cordero está en él. A propósito, hemos sido llamados para sentarnos en ese trono.
Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. (Apocalipsis 3:21 NVI)
Constantemente se está enseñando que Jesús es el camino al Cielo. Esto no es lo que las Escrituras enseñan. Las Escrituras enseñan que Jesús es el Camino al Padre.
—Yo soy el camino, la verdad y la vida—le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. (Juan 14:6 NVI)
¿Pero que no ir al Padre es lo mismo que ir al Cielo?
Para nada.
Hace dos años, nuestra iglesia nos mandó a mi esposa y a mí de vacaciones a la tierra verde y agradable de Inglaterra. En nuestra estancia fuimos a ver el cambio de guardia del Palacio de Buckingham. Si tienes oportunidad, ésta es una ceremonia que vale la pena ver.
Sin embargo, no fuimos invitados para entrar al Palacio de Buckingham para ver a la Reina. Hubiera deseado haber sido invitado. Ésta hubiera sido una experiencia inolvidable. Estuvimos en Inglaterra, es verdad. Pero la Reina no estuvo enterada de nuestra presencia.
De la misma manera, no es lo mismo ir al Cielo que ir al Padre. El Señor Jesús es el Camino al Padre, lo cual es infinitamente superior a simplemente Ser el camino al Cielo.
El Señor Jesús vino de Dios para revelarnos al Padre. Me parece a mí que esto no se está predicando lo suficiente.
Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana. (Mateo 11:27-30 NVI).
El Padre ha entregado todas las cosas al Hijo.
Ninguno de nosotros puede conocer al Hijo a excepción de que nos convirtamos en uno con Él, viviendo por Él a través de Su cuerpo y sangre.
Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí, vivirá por mí. (Juan 6:57 NVI).
Y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.
El conocimiento del Padre. Cristo vino para revelarnos al Padre.
El descanso de nuestras almas está en el conocimiento del Padre. Estamos en un tumulto hasta que encontramos descanso en el Padre y el Padre encuentra descanso en nosotros.
Hay un pasaje famoso en el Capítulo Catorce del Evangelio de Juan. Las palabras de Cristo han sido interpretadas como que Cristo está construyendo hogares muy detallados para nosotros en el Cielo. El Cielo es la casa del Padre, y cuando muramos se nos dará una mansión donde vivir.
Esto no es a lo que Jesús se refería.
Primero que nada, el Cielo no es la casa de Dios. Dios tiene solamente una casa, y es el Señor Cristo Jesús. En Cristo permanece la Plenitud de Dios en forma corporal.
En Cristo hay muchos cuartos, muchos lugares en donde morar. Jesús fue a la cruz, y después al Cielo para rociar allá Su sangre sobre, y ante, el Propiciatorio. Luego derramó el Espíritu de Dios sobre nosotros. Él hizo todas esas cosas para que hubiera un lugar preparado para nosotros en Él, ya que ningún individuo había podido morar en Cristo hasta que Cristo fue crucificado y resucitado de la muerte.
Además, Él está preparando un lugar en nosotros para Él. Éste es el descanso de Dios, el lugar eterno de Dios en nosotros.
Más adelante en el Capítulo Catorce del Evangelio de Juan vemos la interpretación del anuncio en referencia a las mansiones:
Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán. En aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes. ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él. Judas (no el Iscariote) le dijo:—¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros, y no al mundo? Le contestó Jesús:—El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él (Juan 14:19-23 NVI).
Parece, por el pasaje anterior, que el Señor se dará a conocer a Sus discípulos antes de Su Aparición al mundo desde las nubes de gloria. Nosotros viviremos porque Él vive; podremos decir con esto que seremos parte de Su vida de resurrección.
Yo personalmente creo que esta “venida” se esta llevando a cabo hoy.
En el día que Él se nos aparezca, nos daremos cuenta de que Él esta en Su Padre, que nosotros estamos en Él, y que Él está en nosotros. Numerosos estudiantes han tratado de entender a Dios Padre. Dios Padre no puede ser entendido por el razonamiento humano. Para entenderlo, Dios Padre debe ser experimentado. Entonces sabemos que hay un Padre y clamamos a Él con el gozo y el afecto de un niño pequeño.
Él es nuestro Padre así como Él es el Padre del Señor Jesús.
—Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.” (Juan 20:17 NVI)
Mi Padre. Tu Padre. Mi Dios. Tu Dios.
El que ama a Cristo es el individuo que hace suyos Sus mandamientos y los obedece.
Durante el último siglo, ha avanzado una doctrina sin fundamento Bíblico. Ésta enseñanza destructiva mantiene que somos incapaces de obedecer los mandamientos de Cristo y por lo tanto debemos ser salvados por la gracia divina. Esto no tiene fundamento bíblico.
Los mandamientos emitidos por Cristo en Persona y a través de Sus Apóstoles deben ser obedecidos. El Espíritu Santo nos capacitará para obedecerlos. Si no cumplimos con los mandamientos de Cristo y Sus Apóstoles, no lo amamos. Además, no podremos avanzar hacia la plenitud espiritual de la fiesta de Enramadas, en donde entraremos a la voluntad y a la Persona del Padre a través de Cristo.
El programa de redención es abortado cuando aceptamos la enseñanza actual Cristiana de la gracia divina. Ese es “otro evangelio”. No es el nuevo pacto. Fue inventado por la mente del hombre para proveer una alternativa a las duras demandas del discipulado Cristiano.
Conforme obedecemos los mandamientos de Cristo, el Padre nos ama. Por lo tanto, Cristo nos ama y nos revela a Sí mismo.
Finalmente el Padre y el Hijo vienen y nos hacen Su morada eterna (o Su mansión, mismo término Griego como en Juan 14:2)
Hay pasajes que dejan la impresión de que Cristo es el Padre en una forma visible.
Los siguientes son ejemplos:
—¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”? ¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras. Créanme cuando les digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí; o al menos créanme por las obras mismas. Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre. (Juan 14:9-12 NVI)
En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Uno de mis testigos soy yo mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.—¿Dónde está tu padre?—Si supieran quién soy yo, sabrían también quién es mi Padre. (Juan 8: 17-19 NVI).
“Si supieran quién soy yo, sabrían también quién es mi Padre”.
Pero observemos más de cerca lo que se está diciendo.
Cristo está diciendo que el Padre está en Él y Él está en el Padre. Ésta es la razón por la que cualquiera que haya visto a Cristo, ha visto al Padre. No es que sean la misma Persona. Es que están en unión completa Uno con el Otro.
Luego Jesús dijo “El testimonio de dos personas es válido”. Si Jesús y el Padre no son dos personas diferentes, entonces, según la Ley Judía, el testimonio de Cristo no sería válido.
Por supuesto que es verdad que si conocemos a Cristo, entonces también conocemos al Padre. Además es verdad que si conocemos a Pablo, conocemos a Cristo, pues Cristo vive en Pablo y Pablo en Cristo.
De hecho, Dios desea que todos los miembros del Cuerpo de Cristo sean capaces de decir “quien me ha visto, ha visto a Cristo, porque Él está en mí. Las palabras que digo y las acciones que tomo no son mías sino de Cristo quien está morando en mí”.
Pero esto no significa que el miembro del Cuerpo de Cristo sea la misma Persona que Jesús, o que sea Jesús en otra forma, excepto en el sentido de que el miembro esta casado con Cristo y es parte de Su Cuerpo.
La confusión referente a los Miembros de la Trinidad es entendible. Pero hoy en día, cuando Dios quiere que rebasemos la plenitud espiritual de la fiesta Judía de Pentecostés y que lleguemos a la plenitud espiritual de la fiesta Judía de Enramadas, es necesario que nos demos cuenta de que estamos relacionados con el Señor Cristo Jesús así como Él está relacionado con el Padre.
Algunos han mencionado que hay una diferencia en cuanto a “tipo” entre la Trinidad y el Cristiano. Esto es verdad mientras el Cristiano siga viviendo en la naturaleza de Adán. Pero cuando el Cristiano es crucificado con Cristo, y Cristo está morando en esta persona, y el individuo está viviendo por el cuerpo y la sangre de Cristo, entonces ya no existe diferencia en cuanto a tipo. Sí existe una diferencia en cuanto a la autoridad y el rango en el Reino, pero no en cuanto al tipo.
Cristo no esta avergonzado de llamarnos hermanos, debido a que tenemos el mismo Padre. Cuando nacimos la segunda vez, no fue de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. Hemos sido hechos partícipes de la Naturaleza Divina.
Dios nos está haciendo parte de Sí mismo y se está engrandeciendo a Sí mismo a través de nosotros. Nosotros tenemos Su Nombre y somos parte de Su Familia.
Tanto el que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen, por lo cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos (Hebreos 2:11 NVI)
En una ocasión estuvimos en una iglesia de la denominación Primera Asamblea de Dios en Freemont, California. Judson Cornwall acababa de predicar. Todos estábamos cantando y adorando en el Espíritu.
De pronto me llegó un tipo de impresión. “Vi” una figura enorme, un Cristo galáctico. Estaba sentado en un gran trono. Yo estaba viendo Su perfil izquierdo.
Lentamente Él empezó a levantarse. Sus manos fueron elevadas en adoración. Él empezó a voltear hacia mí. Sabía que Él iba a voltear su rostro hacia el Padre, Quien estaba a Su Izquierda, para alabarlo.
Luego, la impresión desapareció.
Pero la Palabra de Dios vino a mí:
Cuando dice: «Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.» (Hebreos 2:12 NVI)
Entonces me di cuenta de que cuando cantamos alabanzas a Dios, Cristo está ahí con nosotros alabando al Padre.
Sus discípulos le preguntaron al Señor que les enseñara a orar.
Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.” (Mateo 6:9 NVI)
“Padre Nuestro”.
De todas las oraciones en el Libro de Salmos, ninguna de ellas está dirigida al “Padre Nuestro”.
De esto podemos concluir que Cristo vino a enseñarnos sobre el Padre.
El Apóstol Pablo en un gran número de veces utiliza la expresión “Dios nuestro Padre”.
Creo que si uno estudia las Epístolas de Pablo es claro que Pablo hace distinción entre Dios el Padre y Cristo el Hijo.
Les escribo a todos ustedes, los amados de Dios que están en Roma, que han sido llamados a ser santos. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz. (Romanos 1:7 NVI)
Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz. (1 Corintios 1:3 NVI)
Y noten en particular:
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios.—¡Veo el cielo abierto—exclamó—, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios! (Hechos 7:55-56 NVI)
Y además:
Ésta es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que sin demora tiene que suceder. Jesucristo envió a su ángel para dar a conocer la revelación a su siervo Juan (Apocalipsis 1:1 NVI)
Ahora considera. Si Dios dio el Libro de Apocalipsis, de revelación, al Señor Cristo Jesús, entonces Dios lo tenía antes de que lo tuviera Jesús. Entonces ¿cómo podrían ellos ser la misma Persona?
Noten también:
Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. (Mateo 24:36 NVI)
En la teología Cristiana, el Hijo ha sido puesto en el mismo nivel que el Padre. El Padre no es más grande que el Hijo.
Pero si el Hijo obedece al Padre, si el Padre da al Hijo una revelación que solo el Padre posee, entonces es como dijo el Señor: “El Padre es mas grande que Yo”.
Puedo entender que el hacer a Cristo igual que Dios ocurrió hace siglos cuando los estudiantes discutían acerca de la Divinidad de Cristo. ¿Acaso Cristo es Dios verdadero de Dios verdadero?
Puedo apreciar el deseo de los maestros devotos para asegurarse de que Cristo Jesús recibiera Su merecida glorificación.
Sin embargo, siempre causamos problemas cuando nos alejamos del lenguaje simple de las Escrituras y alejamos nuestro razonamiento de lo que está claramente declarado.
Ahora, en la actualidad, cuando Cristo esta listo para llevarnos a la gran Unión que Dios Es, no podemos darnos cuenta totalmente de lo que está siendo ofrecido debido al concepto que tenemos de la Trinidad como un inalcanzable, indescifrable Ser quien de alguna manera es uno y de alguna manera es tres al mismo tiempo.
La Biblia lo dice mejor. El Señor Cristo Jesús es el Hijo de Dios. Además, Dios ha hecho a Jesús tanto Señor como Cristo, dándole toda autoridad en el Cielo y sobre la tierra para que al Nombre de Jesús toda rodilla se hinque.
Así que yo pienso que podemos tener la enseñanza clara de las Escrituras y al mismo tiempo poner al Señor en Su merecido lugar.
En este momento que estoy escribiendo esto, tengo 76 años de edad. He sido un Cristiano devoto desde los 19 años de edad. Si estoy contando correctamente, esto ha sido un periodo de 57 años.
Uno puede aprender varias cosas en este largo tiempo si es que la atención está enfocada en una dirección.
Puedo verdaderamente decir que me estoy dando cuenta más y más de Dios como mi Padre. Sigo orando en nombre de Jesús. Pero sé que Jesús vino a la tierra para que yo pudiera reconciliarme con mi Padre en el Cielo. Espero ver Su rostro algún día. A decir verdad, me gustaría sentarme en Sus piernas y poner mis brazos alrededor de Su cuello; porque Él ciertamente es mi Padre verdadero. ¿Qué te parece esto?
Que amabilidad la de Jesús haber pagado tan terrible pena para que yo pudiera llegar con confianza a la Presencia del Espíritu quien es el Padre de nuestro Señor.
No fui criado en un hogar Cristiano. Sin embargo, aun de niño oraba a Dios. De alguna manera siempre supe que había un Dios.
Luego, después de haberme inscrito al Cuerpo de Marina de los Estados Unidos, mi fe en Dios desapareció al grado de no estar seguro de que hubiera un Dios.
Pasaron algunos meses y me encontré en Hawai. Ahí me mudé a una tienda de campaña con un joven Bautista que se había alejado de la fe. No sé cómo inició, pero empecé a preguntarle acerca del Evangelio. Lo que me dijo sonó como la verdad. Esa noche oré para que Dios me diera la fe para creer que sí hay un Dios.
Esa oración fue respondida rápidamente.
Pero ¿sabes cuál era mi problema? Sentí nervios de transferir mi fe en Dios a este Hombre, Jesús. “Crees en Dios, también cree en mi”; ese tipo de cosas.
Lo razoné de la siguiente manera, “Si no puedo venir a Dios excepto a través de Cristo Jesús; si esto es lo que Dios quiere; entonces haré esto en obediencia a Dios”.
“Todos los que el Padre me da, vendrán a mí”.
Me di cuenta de que yo previamente le había pertenecido a Dios. Ahora Dios me estaba entregando a Jesús.
Desde ese día hasta esta hora, he estado cargando la cruz del discipulado del Señor Jesús. He cometido muchos errores. Cuando me tropiezo, me levanto y avanzo, y animo a otros que también han tropezado a que hagan lo mismo. Me humillo a mí mismo y me llevo mis golpes, pero sigo avanzando en el Señor.
Hice lo que Dios dijo. Transferí mi fe en Dios a fe en Jesús. Ahora Jesús me está llevando a Su Padre y a mi Padre.
Es maravilloso conocer al Señor Jesús como nuestro Hermano mayor, al igual como nuestro Salvador y Señor.
Es maravilloso tener una relación con el Espíritu Santo, quien nos ayuda a superar el pecado y además a ministrar el Evangelio.
Es maravilloso saber que tengo un Padre en el Cielo quien me ama como un hijo, y cuyo Rostro veré algún día.
Nada puede separarme de ese amor; ni la guerra, ni la enfermedad, ni la muerte misma. Estoy en las manos de Cristo y no hay poder que pueda quitarme de esas manos penetradas con clavos.
Así que le digo a quienquiera que esté leyendo estas palabras: “Existe un Padre en el Cielo. Ninguna persona puede venir al Padre excepto a través de su Hijo Cristo.”
La gente del mundo perdió su relación con Dios por el pecado de Adán y Eva.
Dios anhela tener una relación con nosotros, pero no puede debido a nuestra personalidad malvada.
Dios ha diseñado un gran plan. Su plan es el de crear una iglesia, un templo viviente, a través del cual Dios pueda alcanzar y bendecir y curar a la gente, teniendo relación con ellos como en un principio lo tuvo con Adán y Eva.
La tarea de ahora es la de hacer nuevas creaciones de los miembros de la Iglesia, transformándolos moralmente para que sus personalidades sean sanas y aceptables a Dios; ya que hasta que eso suceda no podrán servir como la Esposa del Cordero, como el Cuerpo de Cristo, como el Templo de Dios.
Las personas del mundo no pueden ver a Jesús pero sí nos pueden ver a nosotros. Nosotros los Cristianos no podemos ver al Padre pero sí podemos ver a Jesús.
Algún día seremos capaces de ver el Rostro de nuestro Padre, ya que somos Sus hijos. Jesús vino para hacer esto posible.
No hay meta más grande, no hay esperanza más grande que la de ver a nuestro Padre (como lo pueden hacer los ángeles de niños pequeños). Eso sucederá en un momento tan santo que nuestra condición actual será percibida como la condición miserable y desdichada que es.
Pero el Señor Cristo Jesús nos está dando gracia, y continuará dándonos gracia, hasta que llegue el día en que seamos suficientemente a Su imagen como para poder acercarnos a ese tremendo Trono del cual emanan los rayos del poder que mantienen a la creación.
Él es Dios, el Padre de todo. Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a Su Hijo para morir en la cruz por nuestros pecados.
Y, lo mejor de todo, ¡Él es mi propio Padre!
(“Conociendo Al Padre”, 4143-1)