PRIMERA DE TESALONICENSES 4:13-18
Tomado de: Conceptos del Reino
Desde el Cielo sucederá una gloriosa aparición del Señor Jesús, habrá un llamado de batalla por los ejércitos del Cielo, se escuchará un poderoso grito del ángel líder, sonará la trompeta de Dios y comenzará la resurrección de los santos muertos y vivos. Este evento, el más grandioso de todos, sucederá inmediatamente después de la gran tribulación.
Cristo vendrá desde el Cielo y nos encontraremos con todos los santos de todos los tiempos para encontrarnos con Él en el aire. Pero debemos prepararnos hoy porque el Día de Cristo no llegará hasta que haya habido una rebelión mundial en contra de toda autoridad legal y que el hombre pecador lleno de Satanás sea revelado.
PRIMERA DE TESALONICENSES 4:13-18
Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. (I Tesalonicenses 4:13-NVI)
¡Qué esperanza tenemos en el Evangelio de nuestro Señor Cristo Jesús! Nuestra esperanza es que volveremos a ver a nuestros seres queridos nuevamente; no en un mundo borroso y distante de fantasía espiritual, sino como personas palpables, alegres, que hablan y ríen, con quienes volveremos a reunirnos en la hora de comunión más grande de todos los tiempos.
No ignoramos acerca de nuestros seres queridos quienes han pasado al cielo por una breve estación. Comprendemos que nuestros familiares y amigos están vivos y bien en la Presencia de Dios y de Cristo y de los ángeles electos. Si ellos han sido creyentes en la tierra, ellos están entre los santos de todas las épocas.
Somos nosotros, los que estamos vivos ahora, los que estamos caminando en el valle de la sombra y la muerte.
Los que no son salvos tienen mucha angustia cuando muere un ser querido. Para ellos es una pérdida eterna del pariente o amigo. Pero nosotros los Cristianos tenemos la seguridad de que aquellos a quienes amamos están vivos y no están lejos de nosotros. Ellos están entre la gran nube de testigos que nos rodea.
No es ninguna tragedia cuando un alma se va al Cielo para estar con Dios y con el Cordero, y debemos de mostrar tanta esperanza, paz y alegría como podamos en nuestros servicios funerarios.
¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. (1 Tesalonicenses 4:14-NVI)
La esperanza que tenemos de que veremos a nuestros seres queridos una vez más está basada en la muerte y resurrección de nuestro Señor Cristo Jesús. Cada persona que ha muerto creyendo en Cristo está con Jesús ahora. Él o ella está “durmiendo” en Jesús. El espíritu y el alma están en el Cielo con el Señor. Pero el cuerpo físico está “durmiendo” por una breve estación, habiendo sucumbido a la vejez, o enfermedad, o algún tipo de accidente o violencia.
Nuevamente, permítenos declarar que no existe ninguna tragedia aquí. Sin importar el dolor, o la cantidad de destrucción del cuerpo físico, si el espíritu y el alma están habitando en la Presencia de Dios, del Cordero, de los santos y de los ángeles electos, entonces ningún daño verdadero, ninguna maldad ha llegado a quien ha pasado de nuestra vista. Ni siquiera un pelo de él o ella ha perecido.
No hay razón para sentir angustia prolongada del corazón y de la mente. El ser querido no está muerto, solo dormido por un corto período. Lo veremos nuevamente pronto. El pariente o amigo será reconocible, “humano”, como siempre lo hemos conocido, a excepción de que todo lo que era indeseable y de preocupación para nosotros habrá desaparecido.
Cuando Jesús regrese, no regresará solo. Dios enviará con Jesús a quienes han muerto en la fe en Cristo. Nuestros seres queridos salvos regresarán con el Señor Jesús en Su aparición. Esta es la razón por la que no nos afligimos por aquellos que se han ido para estar con el Señor.
Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estamos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. (1 Tesalonicenses 4:15-NVI)
Aquí, Pablo está hablando por el mandamiento directo de Cristo, “conforme a lo dicho por el Señor”.
Cristo siempre es especialmente diligente en lo que respecta a los pasajes de las Escrituras que dicen de Su segunda venida porque habrá mucho engaño relacionado con este evento glorioso. Las Escrituras son claras y debemos tener cuidado en seguir la Palabra del Señor exactamente como está escrita.
Nota la expresión, “hasta la venida del Señor”. Cinco versículos después (5:2), Pablo habla sobre “el día del Señor”, obviamente refiriéndose al pasaje anterior. Primera de Tesalonicenses 4:13-18 es la venida del Señor, el Día del Señor, el Día de Cristo. Es la primera resurrección de entre los muertos.
La venida del Señor y la hora de la resurrección de entre los muertos son discutidas también en el Capítulo Quince de Primera de Corintios y en los Capítulos Diecinueve y Veinte del Libro de Apocalipsis.
Estamos hablando también de “aquel día” sobre el cual el Profeta Isaías se refiere tan a menudo, el Día del Señor, el Día de Cristo, la venida del Reino de Dios a la tierra.
La “esperanza bendita” de la Iglesia Cristiana es la venida de Cristo en las nubes del cielo, y la resurrección y ascensión de los santos, muertos y vivos. Aparte de esta esperanza, somos de todas las personas de la tierra, los que más debemos de ser compadecidos.
Nuestro Señor sí viene, “inmediatamente después de la tribulación de aquellos días” (Mateo 24:29), y luego volveremos a ser reunidos con nuestros seres queridos quienes han muerto en la fe. Después nos reuniremos con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor Jesús en el aire.
Entendemos de las Escrituras que una gran tribulación está por llegar a la tierra y un hombre poseído por Satanás gobernará las naciones del mundo. Los santos son llamados a estar firmes a través de todo lo que pase en la tierra. Dios nos protegerá de Satanás si nos mantenemos inquebrantables ante Él. El creyente que aguante pacientemente hasta el fin, hasta la venida de Cristo sobre la tierra, será salvo.
Habrá algunos Cristianos a quienes Dios mantendrá vivos a través de todo este periodo. Ellos estarán viviendo sobre la tierra cuando Cristo Jesús regrese.
Los santos a quienes Dios haya ordenado para estar viviendo y sirviendo a Cristo en la hora del regreso del Señor son verdaderamente un grupo privilegiado. Ellos nunca sentirán la muerte física. Ellos caminarán erguidos a la gloria. Ellos serán una compañía de eunucos quienes serán resucitados y ascenderán a encontrarse con Cristo en el aire sin tener que recostar sus cuerpos mortales por algún tiempo.
Pero a pesar de esta oportunidad especial, ellos no serán resucitados antes de aquellos que duermen. Los santos fallecidos de toda la historia serán resucitados primero. Luego aquellos que sigamos vivos sobre la tierra seremos trasformados instantáneamente, pasando de la vida en el cuerpo, a la vida en el Espíritu Santo.
Después, quizá después de “cuarenta días” de comunión (el Señor ascendió cuarenta días después de su resurrección), saludando a viejos amigos, maravillándonos juntos de la bondad y grandeza del Señor Jesús, todos juntos nos elevaremos a las nubes a encontrarnos con el Señor en el aire.
El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. (1 Tesalonicenses 4:16-NVI)
“El Señor mismo descenderá del cielo.”
Esta es la venida del Señor, el Día del Señor, el Día de Cristo. Cristo vendrá del Cielo. Todo ojo Lo verá.
Primera de Tesalonicenses 4:13-18 es la tan esperada venida del Señor de los Cielos, la esperanza bendita de la Iglesia. Durante este tiempo, cuando aparezca el Señor, será que “dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada”. ¿Adónde será llevada? Será llevada a encontrarse con Cristo en el aire. Ella es un “águila”, alimentándose del cuerpo y la sangre del Cordero. Ella irá hacia el Cordero asesinado.
¿Cuándo será llevada? Ella será llevada “inmediatamente después de la tribulación de aquellos días” (ver el contexto de Mateo 24:41) pero antes de que la ira de Dios se vacíe. Lot, un ejemplo de los que son salvos, fue sacado de Sodoma antes de que cayera el fuego y destruyera a todos.
Escucha la Palabra de Dios.
Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días (la gran tribulación), “se oscurecerá el sol y no brillará más la luna; las estrellas caerán del cielo y los cuerpos celestes serán sacudidos”. (Mateo 24:29-NVI)
No es posible que el Señor Jesús regrese a la tierra hasta que las cuatro grandes señales que anuncian Su venida hayan pasado. Las Escrituras no pueden ser cambiadas. Si un ángel del Cielo mismo enseña otro tipo de doctrina, lo rechazaremos. Cristo ha hablado claramente.
Los santos en Tesalonica, hace dos mil años, pensaron que Pablo quiso decir que el siguiente evento que sucedería en la tierra sería el regreso de Cristo. Muchos de ellos dejaron sus trabajos debido al inminente regreso de Cristo.
Nos hemos enterado de que entre ustedes hay algunos que andan de vagos, sin trabajar en nada, y que sólo se ocupan de lo que no les importa. (2 Tesalonicenses 3:11-NVI)
Por esto, en Segunda de Tesalonicenses, Pablo les dijo a los santos en Tesalonica que regresaran a sus trabajos porque el Día de Cristo no vendría hasta que la rebelión mundial en contra de la autoridad hubiera sucedido, y que el hombre de pecado hubiera ascendido al Trono de Dios en el Templo de Dios en Jerusalén, sentándose en el Asiento dorado de la Misericordia, entre las alas del Querubín de Gloria, declarando que él es dios todopoderoso y que no hay dios a excepción de él.
Como hemos mencionado, algunos creyentes en Tesalonica estaban convencidos de que Cristo regresaría a la tierra inmediatamente. Con esto en mente, habían abandonado sus trabajos y estaban esperando la Venida del Señor. Fueron afortunados de que Pablo les dijera que regresaran a sus trabajos considerando que han pasado dos mil años desde entonces.
Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles, para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús. (2 Tesalonicenses 1:7,8-NVI)
Las Escrituras nos informan que Cristo no vendrá hasta que la rebelión mundial contra la autoridad haya pasado, que el hombre de pecado haya sido descubierto, que el sol se haya oscurecido, que la luna haya dejado de dar su luz, que las estrellas hayan caído del cielo y que los cuerpos celestes hayan sido sacudidos.
Es posible que las cuatro últimas señales tengan un cumplimiento tanto físico como espiritual: Cristo ha sido destituido de la atención del mundo como un simple filósofo y maestro humano del pasado (se oscurecerá el sol); el testimonio de la Iglesia ha sido vencido (no brillará más la luna, ya que ha sido cubierta por la “sangre” de la persecución de los santos durante el tiempo del Anticristo); Satanás y sus ángeles han sido echados del cielo (las estrellas caerán del cielo); y los tronos espirituales en los cielos han sido sacudidos en preparación para que los santos asciendan a los tronos que antes habían sido ocupados por los señores caídos de los cielos (los cuerpos celestes serán sacudidos.).
El Espíritu de Dios nos ha instruido cuidadosamente con respecto a los eventos que precederán el regreso del Señor del Cielo.
Dios tiene un propósito para decirnos de las cosas que deben pasar, eventos que prepararán a la Iglesia y al mundo para el regreso del Señor. El propósito de Dios es que podamos tener una conciencia, una visión, un entendimiento de la historia pasada, presente y futura. Cuando tenemos una “visión” de la historia, entonces podemos prepararnos adecuadamente.
Los santos de Dios no deben caminar a oscuras. El Día de Cristo no sorprenderá como un ladrón al que vive en rectitud. Cristo nos ha dicho lo que debemos esperar. Cuando observemos la rebelión mundial en contra de la autoridad, al hombre de pecado sentado en el Templo de Dios, al sol oscurecerse, a la luna dejar de brillar, entonces sabremos que la llegada de Cristo estará cerca, “a las puertas”. (Mateo 24:33)
Primera de Tesalonicenses 4:16 nos informa que el Señor mismo descenderá del Cielo con voz de mando, con la voz del arcángel, y con la trompeta de Dios. Esta es la venida de Cristo del cual Jesús habló en Mateo Capítulo Veinticuatro, la hora en que dos estarán en el campo; uno será tomado y el otro dejado. (Mateo 24:40)
Observa en Primera de Tesalonicenses 4:16
El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos es Cristo resucitarán primero. (1 Tesalonicenses 4:16—NVI)
Compáralo con el siguiente pasaje de Mateo 24:30,31
La señal del Hijo del Hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todas las razas de la tierra. Verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y al sonido de la gran trompeta mandará a sus ángeles; y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, de un extremo al otro del cielo. (Mateo 24:30,31—NVI)
Desde el Cielo sucederá una gloriosa aparición, un grito de batalla por los ejércitos del Cielo, un poderoso llamado del ángel líder, el sonido de la trompeta de Dios y la resurrección de los santos muertos y vivos. Todo esto sucederá inmediatamente después de la gran tribulación.
Cuando la Iglesia y el mundo hayan sido preparados, cuando el trigo y la mala hierba hayan llegado a la madurez, el Señor Jesús regresará. La mala hierba será atada en manojos para quemarla. El trigo, los santos del Señor, será glorificado en justicia en el reino de su Padre.
La llegada del Hijo del Hombre no será un evento secreto. Será como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente (Mateo 24:27).
Después de que Jesús puso muy en claro que no regresaría en secreto, de todos modos estamos enseñando un “rapto secreto”. ¿Algún día aprenderemos?
De acuerdo con Mateo 24:30,31, el Hijo del Hombre “vendrá sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria”. Cuando suene la trompeta de Dios, los ángeles juntarán a los elegidos de Cristo desde un extremo del cielo hasta el otro.
Primera de Tesalonicenses nos enseña que habrá una voz de mando, la voz de un arcángel (quizá ordenando a los ángeles a juntar a los elegidos) y el sonido de la trompeta de Dios.
Las “nubes” son mencionadas y la reunión de los elegidos en Cristo. Cristo traerá a todos Sus santos, Sus elegidos, con Él. Los que estemos vivos sobre la tierra en ese momento seremos “arrebatados juntamente con ellos”.
Esta es la misma reunión de los elegidos mencionada en el Capítulo Veinticuatro del Libro de Mateo.
Los “elegidos”, como se nos ha dicho tantas veces en los escritos del Nuevo Testamento, son la gente, tanto Judíos como Gentiles, que Dios ha llamado para que salgan del mundo y que Dios le ha dado a Cristo. (Romanos 8:33; 9:11; 11:7; Colosenses 3:12; Tito 1:1; I Tesalonicenses 1:4; II Timoteo 2:10)
Cristo vendrá del Cielo y seremos arrebatados juntamente con todos los santos de todos los tiempos para encontrarnos con Él en el aire. Pero debemos prepararnos hoy porque el Día de Cristo no vendrá hasta que haya habido una revuelta mundial en contra de toda autoridad legal y el hombre pecador lleno de Satanás sea mostrado.
Jesús destruirá a este hombre, el Anticristo, con la gloria de Su venida.
Pero ahora, gran oscuridad se viene sobre nosotros. Debemos prepararnos orando, aprendiendo la Palabra de Dios, viviendo lo que aprendemos y consagrando nuestras vidas, a nuestros seres queridos y nuestras posesiones a Cristo.
Si estamos viviendo descuidadamente y con tranquilidad hoy, no podremos aguantar las circunstancias que vendrán. Caeremos. Pero si aprendemos a confiar en Cristo hoy, escaparemos los eventos que pasarán y estaremos firmes en victoria y alegría ante el Hijo del Hombre.
Hoy, cada santo debe prepararse a sí mismo y a su familia en oración, reuniéndose con discípulos fervientes, comportándose como deben comportarse los Cristianos. Debemos desenredarnos de las atenciones del mundo y comenzar a vivir como soldados discípulos de Cristo.
Hay una guerra espiritual que debe ser peleada antes de que el Señor regrese del Cielo. Preparémonos para que no nos sorprendan desprevenidos.
Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. (1 Tesalonicenses 4:17-NVI)
Pablo está enfatizando la ascensión, la reunión de los electos para estar por siempre con el Señor Jesús. Pero sabemos que el arrebato no puede suceder hasta que los elegidos hayan sido primero resucitados, que hayan sido reunidos con sus cuerpos en el estado de vida eterna.
Pablo menciona la resurrección en otro pasaje:
En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados. (1 Corintios 15:52-NVI)
“Seremos transformados.” Aquellos que estén vivos y que se queden hasta la venida del Señor del Cielo serán personas de gran fe, de vida espiritual madura. Ellos estarán viviendo en lugares celestiales en Cristo. Se les requerirá mantenerse firmes con sus ojos puestos fijamente sobre Jesús mientras los procesos de la vida que hay en ellos sean convertidos de carne y sangre, de digestión y metabolismo, en la fuerza de vida del Espíritu de Dios.
Los santos vivientes serán transformados de seres mortales a seres inmortales mientras están físicamente conscientes sobre la tierra. ¡Piénsalo! Entonces podrán reunirse en comunión amorosa con aquellos cuyos cuerpos (algunos de los cuales han estado en la sepultura por miles de años) acaban de surgir de la tierra y de las aguas.
Cuando suene la trompeta de Dios, a cada persona que profesa fe en Cristo se le requerirá tomar una decisión. O poseerá la fe y el “aceite” para ir a encontrarse con el Señor o caerá en incredulidad y desobediencia.
La habilidad de cada individuo para responder a la trompeta de la resurrección estará determinada por la preparación que haya tenido antes de esa hora predestinada. “¡Recuerda a la mujer de Lot!”
“Para encontrarnos con el Señor en el aire”. No nos encontramos con el Señor en el Cielo. Lo encontraremos en el aire, justo sobre nuestras cabezas, donde la unidad gloriosa de los santos en Cristo en Dios podrá dar testimonio al mundo. (Juan 17:21-23)
Hoy, Satanás y sus ángeles gobiernan la tierra desde sus tronos en el aire sobre nosotros. Pero Cristo asignará a Sus santos a sus posiciones sobre esos tronos en preparación para Su descenso en el Monte de los Olivos para tomar Su posición legar sobre el Trono de David.
El propósito de la primera resurrección de entre los muertos es de cambiar a los ocupantes de los tronos en el aire que influyen en el comportamiento de las personas de la tierra. Los señores perversos de los cielos serán echados y los santos tomarán sus lugares. Solo los santos victoriosos están calificados para participar en la primera resurrección de entre los muertos. Los creyentes restantes no están autorizados, ni son lo suficientemente competentes para sentarse en los tronos impresionantes en el aire que gobiernan la tierra.
Oscuridad espiritual está llenando al mundo hoy en día. Se volverá más oscura todavía, mucho más oscuro de lo que está hoy. Una era de horrores morales está sobre nosotros. Tanto Cristo como el Anticristo perfeccionarán sus imágenes en las personalidades de los seres humanos. El trigo y la mala hierba madurarán uno al lado del otro.
A la “medianoche”, a la hora de mayor oscuridad, se escuchará el llamado: “¡Ve y encuéntrate con el Señor Jesús!” El Cordero sacrificado aparecerá en los cielos sobre nosotros. Aquellos que viven comiendo Su cuerpo y bebiendo Su sangre serán elevados hacia Él. La Venida Eterna hará un llamado y la Vida eterna en los santos contestará.
Aquellos que estén llenos del espíritu del mundo, Cristianos o no, estarán confinados a la tierra. Ellos no podrán dejar todo y elevarse a estar con Cristo. Así como la esposa de Lot, voltearán hacia atrás. Ese único acto final de incredulidad y desobediencia sellará sus condenas. Las puertas eternas se cerrarán en sus caras. Serán puestos en las tinieblas de afuera. Habrá llanto y crujir de dientes.
Aquellos que están enseñando a los creyentes que serán elevados en su negligencia y tibieza a encontrarse con el Señor y a regresar con Él al Paraíso estarán gritando en terror en ese Día, y los seguidores a quienes engañaron junto con ellos.
Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: ¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor? (Isaías 33:14-NVI)
“¡Los pecadores de Sión!” ¡No los pecadores en el mundo sino los de la casa de Dios!
¡Ay de los que suspiran por el día del SEÑOR! ¿De qué les servirá es día si va a ser de oscuridad y no de luz? Será como cuando alguien huye de un león y se le viene encima un oso, o como cuando al llegar a su casa, apoya la mano en la pared y lo muerde una serpiente. (Amos 5:18,19-NVI)
Sabemos que si hemos sido fieles al Señor seremos recogidos a Él para estar con Él por siempre. Sabemos que volveremos a reunirnos con nuestros seres queridos quienes han fallecido. Nos “consolamos unos a otros con estas palabras” con respecto a la venida de Cristo.
Tenemos pesar y dolor ahora porque no somos parte del mundo actual. Nos estamos preparando para la batalla final que nos espera más adelante. No tenemos miedo; estamos parados dentro de la Palabra de Dios Todopoderoso.
Muchos de nuestros amigos creyentes profesan a Cristo pero están muy tranquilos en el mundo. Ellos dicen ser “Judíos”, dicen pertenecer al pueblo del Señor, pero desprecian a quienes están aguantando la carga de su cruz. Ellos no comprenden por qué estamos rechazando al mundo cuando ellos aparentemente poseen tanto a Cristo como al mundo.
Un día no muy lejano, nuestro Señor aparecerá en el cielo. Aquellos que temen al Señor y confían sólo en Él serán llenados de gloria. Ellos se elevarán para estar por siempre con el Señor Jesús, con los santos y con los santos ángeles.
Las multitudes que han sido tentadas a servir tanto a Cristo como al dinero se irán cabizbajas con sus “tesoros”. No podrán elevarse a encontrarse con el Señor en el aire. Han sido desobedientes al Evangelio y su desobediencia ha cerrado contra ellos mismos las puertas del Reino.
Que el Señor Jesús esté con todos los que lo aman con sinceridad.
(“Primera de Tesalonicenses 4:13-18”, 4125-1)