EL NOMBRE
Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional
Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569) Revisada por Cipriano de Valera (1602) © Copyright 1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. Publicado por Holman Bible Publishers.
Traducción de: Carmen Alvarez
Dios le ha dado a Jesús el Nombre que le corresponde a Dios, el Nombre en el que todos los propósitos de Dios son cumplidos. Cuando oramos en el nombre de Jesús, hacemos más que expresar nuestra identificación con Él o de validar nuestro derecho de orar. Existe toda autoridad y poder en el Nombre mismo. Cuando el Nombre es pronunciado todo el reino espiritual pone atención.
Ten cuidado de la manera en que usas el nombre de Jesús y asegúrate de no usarlo en vano. ¡Es dinamita espiritual!
EL NOMBRE
Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti. Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros. Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura. (Juan 17:11, 12—NVI)
Cuando estudiaba el Capítulo Diecisiete del Evangelio de Juan me topé con estos dos versículos. Me confundieron porque difieren un poco de la versión Reina Valera (abajo).
Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. (Juan 17:11, 12—VRV)
La diferencia principal parece ser que mientras la Nueva Versión Internacional (NVI), en el versículo once, pone énfasis en el nombre que Dios le ha dado a Cristo, la Versión Reina Valera (VRV) enfatiza la gente que Dios le ha dado a Cristo. Ambos versículos están hablando de Dios y Cristo protegiendo a los santos por medio del nombre de Dios, pero la NVI pone mayor énfasis en que Dios le ha dado a Cristo el Nombre de Dios, y por consiguiente Su autoridad y poder.
Padre Santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno—NVI
Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno—VRV
“El nombre que me diste.”
“A los que me has dado.”
Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste—NVI
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió—VRV
“Mediante el nombre que me diste.”
“A los que me diste.”
Aparentemente, el nombre, en el versículo once, no aparece en el texto original; así que pudo ser una elección del traductor.
Lo siguiente que hice fue buscar la palabra “nombre” en el Nuevo Testamento para ver si recibía algún énfasis especial. Me sorprendió ver la manera en que el término era utilizado, especialmente en el Libro de Hechos.
Siempre había creído que orar en el nombre de Jesús significaba identificarnos con el Señor, o validar nuestra autoridad para orarle a Dios. Hacer hincapié en el Nombre mismo de Jesús me parecía como un tipo de encantamiento. Pero ahora ya no estoy tan seguro. El énfasis que se pone al Nombre parece otorgarle un poder propio.
No estoy sugiriendo que veamos el Nombre del Señor como algo mágico. Mi punto es que el Nombre de Cristo está conectado con autoridad y poder infinitos y debe usarse teniendo esto en mente.
Los siguientes son algunos de los versículos que llamaron mi atención, comenzando con el Antiguo Testamento.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él. (Éxodo 23:21—VRV)
¿No se te hace esa una rara expresión? Cuando Dios habla de Su mensajero pensaríamos que diría “Yo estoy con él,” o “él tiene mi autoridad,” o “él me representa.”
¿Puedes ver a lo que me estoy refiriendo? “Mi Nombre está en él” le da una importancia especial al Nombre mismo de Dios, o por lo menos así me parece a mí.
Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan. (Levítico 24:11—VRV)
Uno esperaría que dijera “el hijo de la mujer israelita blasfemó al Señor.” Pero en lugar de eso tenemos “el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre” como si el Nombre mismo tuviera un significado especial.
Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré. (Números 6:27—VRV)
El poner el Nombre de Dios sobre los hijos de Israel indicaba que ellos le pertenecían a Dios de una manera especial.
Observa también:
Al que salga vencedor lo haré columna del templo de mi Dios, y ya no saldrá jamás de allí. Sobre él grabaré el nombre de mi Dios y el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios, la que baja del cielo de parte de mi Dios; y también grabaré sobre él mi nombre nuevo. (Apocalipsis 3:12—NVI)
Sospecho que los tres nombres mencionados en el versículo anterior serán visibles sobre el santo vencedor. Le indicarán a los observadores que el individuo le pertenece al Padre, que él o ella es parte de la nueva Jerusalén; y que él o ella representa a Cristo.
Sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis. (Deuteronomio 12:5—VRV)
De aquí podemos ver que Dios escogió poner Su Nombre en un lugar específico sobre la tierra. Esta acción hace que esa área sea santa. Qué maravilloso será cuando el Trono de Dios esté sobre la tierra y que la gente pueda ir a Jerusalén a visitar a Dios cuando ellos quieran. Entonces oraremos a Dios en la tierra y no a Dios en el Cielo.
Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies. (1 Reyes 5:3—VRV)
El Templo de Salomón fue construido para “el nombre de Jehová su Dios.” Nosotros diríamos, “el Templo fue construido para glorificar al Señor” o “el Templo fue construido para que el Señor morara en él.” A mí me parece un poco extraño decir que el Templo fue construido “para el nombre de Jehová su Dios.” ¿A ti cómo se te hace?
Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado. (Proverbio 18:10—VRV)
Parece que el proverbio debería decir “Jehová es una torre fuerte.” ¿Pero “el nombre de Jehová”? Yo creo que aquí hay algo más de lo que se ve a simple vista.
La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles. (Mateo 12: 20, 21—(VRV)
Aquí encontramos que las naciones gentiles de la tierra pondrán su confianza en el Nombre del Señor Jesús; no en el Señor Jesús, sino en el Nombre del Señor Jesús como un elemento en y por sí mismo. Yo entiendo que esto significa que las naciones pondrán su confianza en el Señor Jesús. Pero me intriga la manera en que es expresada. Yo creo que quizá aquí hay un significado más allá de lo obvio.
Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (Mateo 18:20—NVI)
Cuando nos reunimos como Cristianos no solo estamos “yendo a la iglesia.” Nos estamos reuniendo en el Nombre de Jesucristo. Donde esté Su Nombre, ahí está Él.
Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. (Juan 1:12—NVI)
Nuevamente, esperaríamos encontrar “a los que creen en Él.” El Nombre es en lo que quiero que nos enfoquemos. Evidentemente los nombres tienen más significado en el reino espiritual de lo que nosotros podemos comprender.
El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. (Juan 3:18—NVI)
En algún momento Cristo era el Logos, la Palabra de Dios. El ángel le ordenó a Su madre que lo llamara “Jesús”. Dios lo proclamó Su Hijo. Pedro dice que Él es Señor y Cristo. Apocalipsis habla sobre el “Cordero.” En el futuro se le dará un nombre nuevo.
A los santos victoriosos se les dará un nombre nuevo, no dudo que un nombre más de acuerdo a lo que se han convertido en Cristo.
Nuestro nombre actual es de poca importancia. El nombre que el Señor nos dará algún día tendrá enorme significado, ya que revelará en lo que nos habremos convertido.
Por tanto, sépalo bien todo Israel que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. (Hechos 2:36—NVI)
Aunque el versículo anterior no utiliza el término nombre, este es de suma importancia. Es una declaración a los cielos y a la tierra que Dios ha hecho a Jesús Señor de todo, y que es el Cristo proclamado por los Profetas.
Este versículo revela claramente que el Padre y Cristo no son la misma Persona, y además que el Padre es más grande que Cristo. Cristo ha sido elevado por el Padre al trono más alto de todos, pero Él no es el Padre. Cristo es exaltado porque el Padre lo ha exaltado.
El Padre es el que ha puesto Su propio Nombre, el Nombre de Dios, sobre Jesús. Por esto adoramos a Cristo y oramos a Él como Dios.
De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos. (Hechos 4:12—NVI)
Nosotros esperaríamos que dijera “no hay bajo el Cielo otra persona mediante la cual podamos ser salvos.” En lugar de eso, encontramos un énfasis en el Nombre. Somos salvos por creer en el Nombre, por tener fe en el Nombre.
Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús. (Hechos 4:30—NVI)
Los siete hijos de Esceva invocaban el nombre del Señor Jesús sobre los endemoniados. Los demonios conocían a Jesús y a Pablo, pero no a aquellos que intentaban usar el Nombre sin autorización.
Algunos judíos que andaban expulsando espíritus malignos intentaron invocar sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús. Decían: “¡En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les ordeno que salgan!” (Hechos 19:13—NVI)
Los resultados fueron desastrosos. El Señor no quiere que Su Nombre sea utilizado por aquellos que Él no ha comisionado.
Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron. (Hechos 8:12—NVI)
Nuevamente, el Nombre.
-¡Ve!—insistió el Señor-, porque ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones [Gentiles] y a sus reyes como al pueblo de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre. (Hechos 9:15, 16—NVI)
“Para dar a conocer mi nombre a las naciones.” “Padecer por mi nombre.”
Evidentemente es de suma importancia que mantengamos en alto el Nombre de Jesús. Quizá llegue un día en el futuro en que nosotros los Norteamericanos seamos perseguidos por nuestra fe en Cristo. Quizá seamos tentados a presentar nuestra fe Cristiana de manera inocua, o en términos que estén de acuerdo con los motivos humanísticos de quienes estén en autoridad.
Nosotros no podemos hacer esto, aunque signifique que seamos torturados o asesinados. Nosotros debemos mantener en alto el Nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios. Siempre debemos tener muy en claro que Él es Señor de todo. Si no hacemos esto, Él nos negará ante Su Padre.
De él dan testimonio los profetas, que todo el que cree en él recibe, por medio de su nombre, el perdón de los pecados. (Hechos 10:43—NVI)
Por medio del Nombre de Jesús es que nosotros recibimos el perdón de nuestros pecados.
Para que busque al Señor el resto de la humanidad, todas las naciones que llevan mi nombre. (Hechos 15:17—NVI)
Es importante que nosotros portemos el nombre de Cristo. No es tan importante que portemos el nombre de una denominación Cristiana o el nombre de una iglesia en particular. Pero sí es de suprema importancia que seamos reconocidos como que le pertenecemos a Jesucristo.
Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. (Efesios 3:14, 15—NVI)
Dios le ha dado Su Nombre a Cristo. Ahora Cristo nos ha dado Su Nombre a nosotros. Le pertenecemos a Dios por medio de Cristo.
Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra. (Filipenses 2:9, 10—NVI)
“El nombre que está sobre todo nombre.” Todas las criaturas se arrodillarán ante el nombre de Jesús.
Observa que hay personas debajo de la tierra. Parece ser que hay cavernas oscuras bajo la superficie de la tierra. Cuando mueren aquellos que han desobedecido a Dios, ellos no son recibidos por el Señor o sus parientes y amigos. Ellos son recibidos por demonios que los conducen hacia abajo hasta llegar a su nivel de oscuridad.
Allí ellos serán enjaulados; pero podrán ver a los creyentes regocijándose en la Presencia de Cristo. Los niños estarán jugando y cantando en luz y gloria.
Aquellos a quienes el Señor tenga la intención de salvar tendrán mucho tiempo para considerar la maldad que han practicado, para considerar su desobediencia al Señor.
Los que sean realmente malvados serán dirigidos a profundas cavernas oscuras para encontrar su lugar entre los monstruos de la historia. Ellos sufrirán en el calor y la oscuridad, recibiendo burlas de los señores aún más malvados que ellos.
Ellos escogieron a Satanás, y Satanás les será dado.
Aun en los calabozos más profundos y oscuros bajo la superficie de la tierra, toda rodilla se doblará ante el nombre de Jesús.
Dios es paciente con los hombres en este momento. Pero cuando llegue el Día de la Ira, no se mostrará ninguna misericordia a los malvados.
Así llegó a ser superior a los ángeles en la misma medida en que el nombre que ha heredado supera en excelencia al de ellos. Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: “Tú ere mi hijo; hoy mismo te he engendrado”. (Hebreos 1:4, 5—NVI)
Jesús fue nombrado el Hijo de Dios en Su nacimiento, en Su bautismo en agua, y por Su resurrección de entre los muertos.
Lo mismo es verdad de nosotros. Nosotros también somos hijos de Dios creyendo en Su Nombre. El nombre que nos ha sido dado revela nuestra superioridad sobre los ángeles del Cielo.
Ellos salieron por causa del Nombre, sin nunca recibir nada de los paganos. (3 Juan 1:7—NVI)
El versículo anterior nos da una indicación de cuán importante era el Nombre al comienzo de la Era de la Iglesia. Hoy en día le ponemos demasiada importancia al nombre de nuestra denominación. Los nombres Católico o Cristiano o Pentecostés no son importantes. Causan división, la indicación de una actitud egoísta.
El nombre, el único nombre, que es importante es el Nombre de Jesús. Fue por causa del Nombre que los Apóstoles salieron para hacer sus trabajos.
Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte. (Apocalipsis 2:3—NVI)
Nosotros perseveramos y soportamos dificultades por el bien del Nombre de Jesús. Sostenemos en alto ese Nombre a pesar de nuestra generación perversa, una generación que desea deshacerse de todas las restricciones de Dios. ¡Pero ese Nombre triunfará al final!
Sé dónde vives: allí donde Satanás tiene su trono. Sin embargo, sigues fiel a mi nombre. No renegaste de tu fe en mí, ni siquiera en los días en que Antipas, mi testigo fiel, sufrió la muerte en esa ciudad donde vive Satanás. (Apocalipsis 2:13—NVI)
Cuando estemos en medio de una persecución violenta, debemos permanecer fieles al Nombre del Señor Jesús, aún en la presencia misma de Satanás. Satanás necesita ver en nosotros la autoridad y el poder de Cristo. Lo que nosotros hacemos como personas que atendemos una iglesia no siempre es importante. Lo que sí es importante es exaltar a Jesucristo—Él es Señor de todo. Dios bendecirá a todos los que sean fieles al Nombre de Su Hijo.
Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre. (Apocalipsis 3:8—NVI)
Es tan importante que no neguemos el nombre de Cristo. En el futuro no muy lejano, surgirán gobiernos motivados por consideraciones humanísticas. La idea será asegurar los derechos de las personas, asegurarse de que ningún individuo sufra o que siquiera sea incomodado.
Los gobiernos del Anticristo buscarán la ayuda de las iglesias Cristianas en sus esfuerzos por beneficiar a la humanidad. Muchas iglesias Cristianas se unirán con el gobierno para promover el bienestar de la gente.
Sin embargo, pronto será evidente que el gobierno, a pesar de estar promoviendo el bienestar de la raza humana, estará reprimiendo los elementos místicos de la religión Cristiana. Además, aquellos a quien Dios dirija que le señale al pueblo sus pecados recibirá desaprobación. La gente mundana nunca comprenderá el camino de la cruz, la senda de negarse a sí mismo.
Numerosas iglesias Cristianas irán en contra del remanente guerrero que estará hablando en contra de la injusticia y maldad, que proclamará la opinión de Dios en contra de actividades que parecen promover el bienestar del pueblo.
El aborto es un caso para este punto. El aborto es el asesinato de personas. Dios juzgará los abortos como asesinato. Obviamente que esta predicación no llevará felicidad y alegría a la gente mundana. Entonces, las iglesias Cristianas tendrán que decidir si se unen al gobierno en su programa de beneficencia, o si se mantienen como el Candelabro de Dios, mostrando Su verdad y justicia.
En ese día debemos estar instantáneamente preparados para ser torturados o para morir por el nombre de Jesús. Debemos prepararnos hoy. No podemos esperar hasta que seamos obligados a tomar una decisión en circunstancias extremas.
Hace algunos años, una amiga nuestra tuvo un sueño, una visión. Aquellos que perseguían a los Cristianos vinieron a su casa. La aprehendieron y forzaron su cabeza en el escusado. Luego le exigieron que negara a Cristo.
Lo que ella aprendió de este episodio es que el creyente debe estar preparado desde antes para que cuando llegue la emergencia, la decisión ya haya sido tomada.
Luego miré, y apareció el Cordero. Estaba de pie sobre el monte Sión, en compañía de ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. (Apocalipsis 14:1—NVI)
Yo deseo que el Nombre del Cordero y el Nombre del Padre sean escritos en mi frente. Yo deseo esto más que cualquier otra cosa en el mundo.
Tener Sus Nombres escritos en nuestras frentes significa que les pertenecemos por toda la eternidad. A donde Ellos vayan, nosotros iremos. A donde nosotros vayamos, Ellos irán.
Es verdad que quien tiene al Hijo tiene al Padre también. Lo mismo sucederá con nosotros, quien nos tenga a nosotros tendrá al Hijo y al Padre también.
El humo de ese tormento sube por los siglos de los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen, ni para quien se deje poner la marca de su nombre. (Apocalipsis 14:11—NVI)
Aquellos que estén de acuerdo con el sistema del mundo actual, el sistema basado en el dinero y la educación, el sistema que le dice a las personas que ellos son su propio dios, y que el único dios que existe es el dios que está adentro de ellos, sufrirán mucho. Ellos tienen la marca del nombre del Anticristo, del espíritu de este mundo, sobre sus frentes o en sus manos.
Algunos han señalado a Mussolini o a Hitler o a Stalin o a alguien más como el Anticristo. Otros están viendo al Anticristo en una computadora en Bruselas.
La verdad es que el espíritu del Anticristo está en todos nosotros, aún en Cristianos, hasta que Dios queme la voluntad propia que hay adentro de nosotros. Aunque sí va a existir un individuo real que ejemplificará al espíritu del Anticristo, el peligro está en que hoy quizá estemos viviendo en el mundo en lugar de vivir en el Espíritu de Dios. Esto es verdad, yo creo, de la mayoría de la gente Cristiana debido a las enseñanzas erróneas que han tenido.
O tenemos el Nombre de Cristo sobre nosotros o tenemos el Nombre del Anticristo sobre nosotros. O le pertenecemos a Dios o le pertenecemos a Satanás.
Nosotros los humanos solo somos polvo. Somos de muy poca importancia. A quien pertenecemos es lo que es importante.
Si estamos dispuestos a renunciar a nuestra propia vida, a negarnos a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y seguir al Señor Jesús, entonces le pertenecemos a Cristo.
Si no estamos dispuestos a renunciar a nuestra propia vida, a negarnos a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y seguir al Señor Jesús, entonces le pertenecemos al Anticristo. No existe una posición intermedia. O nos acercamos al Señor o nos alejamos de Él.
Existen millones de personas Cristianas en los Estados Unidos de Norteamérica. La mayoría de ellas, aunque han “aceptado a Cristo” según la fórmula actual, no tienen la menor intención de negarse a sí mismos, de tomar su cruz y seguir a Jesús.
Por lo tanto, ellos no son discípulos.
Por lo tanto, ellos no son Cristianos, a excepción de su membresía en la “religión Cristiana.”
Ellos no tienen el Nombre del Cordero y del Padre escrito en sus frentes. Ellos son candidatos para la marca del nombre del Anticristo, y por el nombre del Anticristo ellos son conocidos en el mundo espiritual.
El sublime final de la Biblia nos informa que los miembros de la nueva Jerusalén, de la ciudad santa, de la glorificada Iglesia de Cristo, verán a Dios y al Cordero cara a cara y llevarán Su Nombre en la frente.
Lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente. (Apocalipsis 22:4—NVI)
¿Qué tan importante es un nombre? El nombre que cada uno de nosotros recibimos de nuestra madre nos sirve durante nuestra vida actual. Somos José o Abdul o María o Ingrid. Tal nombre nos fue dado cuando nacimos y dice poco o nada sobre el tipo de persona que somos.
Cuando Cristo es engendrado en nosotros, una creación totalmente nueva comienza a desarrollarse. Esa nueva creación no somos nosotros. No es Cristo. Es una nueva persona formada de la unión indisoluble de nosotros y Cristo.
Entonces Dios nos dará el nombre que será nuestro nombre. De ese momento en adelante, seremos conocidos por toda la creación por ese nombre nuevo, ese nombre que describirá en lo que nos habremos convertido en Cristo y el rango y el papel que desempeñaremos en el Reino.
¿Pero qué hay de los creyentes desobedientes y los realmente malvados?
No conozco ningún versículo en la Biblia que diga que a ellos se les dará un nombre nuevo. Quizá no haya necesidad. Ellos pasarán de la corrupción a la corrupción a excepción de que Dios decida salvarlos como quien pasa por el fuego. Quizá en este caso, a ellos, habiendo tenido toda su herencia y la mayoría de su personalidad quemada por llamas intensas, se les otorgará comenzar de nuevo como niños. Quizá un nuevo nombre les sea dado en ese momento.
Adán le puso nombres a los animales. El padre de Juan el Bautista le puso el nombre a su hijo y luego pudo hablar. Dios le dio un nombre a Salomón aunque no fue utilizado.
Aparentemente, a Dios le gusta ponerle nombres a las personas. Jesús tenía nombres para Pedro, Santiago y Juan.
Pero hay un Nombre que está por sobre todos los demás nombres. Ese nombre es el nombre de Jesús, el Rey de reyes y Señor de señores. Dios lo ha hecho así.
Por lo tanto, agrademos a Dios manteniendo el Nombre de Jesús santo en nuestros corazones, y exaltándolo aun en este valle de sombra de muerte en el que estamos intentando sobrevivir.
Que el Cielo se regocije y el Infierno tiemble. Que el más alto de todos los ángeles, el querubín, el serafín, doble su rodilla ante el Nombre de Jesús. Que las criaturas que habitan en las partes profundas de la tierra donde no hay luz doblen su rodilla ante el Nombre de Jesús.
Que todos clamen: “Jesús es el Señor.”
Tal glorificación del Hijo más grandioso de todos le place a Dios, Su Padre. Aquellos que exalten el Nombre serán bendecidos. Aquellos que desprecien el Nombre morarán en lugares secos y no verán el bien cuando llegue.
Yo deseo glorificar el Nombre en mis pensamientos, en mis palabras, y en mis acciones—en toda mi personalidad.
¿Qué hay de ti?
(“El Nombre”, 4122-1)