QUE ES LA SALVACION?
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Contenido
Tomado de: Es Hora de una Reformación al Pensamiento CristianoTexto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional
Traducción de Carmen Alvarez
El programa de redención comienza cuando estamos en unión con Satanás y mostrando la imagen de Satanás en nuestros pensamientos, en nuestras palabras, y en nuestras acciones. El programa de redención ha sido completado cuando estamos en unión y reposo con el Padre mediante Cristo y mostrando en nuestros pensamientos, palabras, y acciones la imagen de Cristo.
Una meta importante de la salvación es obtener la resurrección a la vida eterna (Filipenses 3:11). Para obtener esta resurrección de los santos, la cual Pablo consideraba nuestra meta, es necesaria la muerte al mundo, a la inmoralidad de nuestra naturaleza pecaminosa—a toda nuestra naturaleza anterior; y llegar a conocer el poder de la resurrección de Cristo y la comunión de Sus sufrimientos. Estamos buscando unión total con Dios a través de Cristo.
Nuestra salvación tiene que ver con nuestra relación con Cristo. Anhelamos la resurrección para volver a vivir y reanudar nuestras actividades en la tierra en la Presencia del Señor.
El Entendimiento Tradicional
La meta de la salvación es hacer nuestra residencia eterna en el Cielo.
Obtenemos esta meta profesando fe en Cristo.
La gracia Divina es un estado legal de amnistía, un perdón continuo e incondicional de los pecados del creyente. Nuestro comportamiento en la tierra, sí es importante pero no esencial para nuestra salvación.
La tarea principal del Cristiano es no olvidar que ha sido salvo por gracia y traer a cuantas personas le sean posibles a esta posición de tener derecho al Cielo.
El Entendimiento Según Las Escrituras
El programa de redención comienza cuando estamos en unión con Satanás y mostrando la imagen de Satanás en nuestros pensamientos, en nuestras palabras, y en nuestras acciones. El programa de redención ha sido completado cuando estamos en unión y reposo con el Padre mediante Cristo y mostrando en nuestros pensamientos, palabras, y acciones la imagen de Cristo.
El Espíritu Santo nos ha dado cuatro maravillosos escenarios que ejemplifican la redención: los siete días de la creación; las fiestas solemnes del Señor; el peregrinaje de Israel desde Egipto hacia Canaán; y los siete accesorios del Tabernáculo de la Congregación.
Cada uno de estos cuatro escenarios puede ser desglosados en siete etapas de salvación. Estas nos ayudan a comprender nuestro progreso desde Satanás hacia Dios.
Una meta importante de la salvación es obtener la resurrección de entre los muertos. Para obtener esta resurrección de los santos, la cual Pablo consideraba nuestra meta, es necesaria la muerte al mundo, a la inmoralidad de nuestra naturaleza pecaminosa—a toda nuestra naturaleza anterior; y llegar a conocer el poder de la resurrección de Cristo y la comunión de Sus sufrimientos. Estamos buscando unión total con Dios a través de Cristo.
Nuestra salvación tiene que ver con nuestra relación con Cristo y no con poder ir de la tierra al Cielo. Anhelamos la resurrección para que podamos reasumir nuestras vidas sobre la tierra.
Obtenemos la meta de la resurrección interna (que resultará en una resurrección real cuando el Señor aparezca) recibiendo a la Persona de Cristo. Recibir a la Persona de Cristo y morar en Él es una experiencia mucho más íntima y exigente que solamente reconocer que Cristo es nuestro Señor y Salvador. Es verdaderamente llegar a Cristo.
La gracia Divina es el Señor Jesús mismo. Cuando realmente venimos a Él, por fe Él nos recibe. Él asume la responsabilidad por nosotros y comienza a purificarnos del pecado y la rebelión.
Aunque quizá seamos muy malos cuando el Espíritu nos guíe a Cristo, el Señor perdona nuestros pecados. Entonces comienza el trabajo de separarnos completamente de Satanás, conformándonos a Su propia muerte y resurrección, y llevándonos a una unión perfecta y completa Consigo mismo.
El trabajo de cambiarnos de Satanás a Dios comienza en el momento en que recibimos a Cristo, continúa durante toda nuestra vida en la tierra, y será completada cuando el Señor regrese del Cielo.
Las tareas principales del Cristiano son cooperar con el Espíritu Santo conforme Él realiza el trabajo de cambiarnos de Satanás a Cristo, asistir en el perfeccionamiento de otros miembros del Cuerpo de Cristo conforme el Espíritu nos guía y capacita, y ser testigos de Cristo a toda la humanidad, nuevamente conforme el Espíritu guía y capacita.
Hay errores en el entendimiento tradicional de la salvación. Errores que han resultado en una Iglesia Cristiana inmadura, confundida, y dividida. Un testimonio débil e ineficiente se está dando al mundo.
El concepto de la gracia de Dios como un perdón continuo e incondicional no toma suficientemente en cuenta las Escrituras que enseñan que si no producimos fruto seremos cortados de la vid, fuera de Cristo (Juan 15:2; 5:21; 1 Pedro 4:17); los numerosos pasajes que nos dejan en claro que Dios juzga los pecados de los creyentes (Gálatas 5:21:11 Pedro 4:17); o la necesidad de andar cuidadosamente en la voluntad de Dios como la condición para recibir la purificación continua de la sangre de Cristo (Romanos 8:4; 1 Juan 1:7).
El concepto tradicional no pone, ni por mucho, suficiente énfasis en el cambio de personalidad que debe surgir por el pacto nuevo (Romanos 8:29; 2 Corintios 3:18; 5:17,18).
El concepto tradicional asume que nuestro cambio a un comportamiento justo y recto tendrá lugar en el Cielo después de morir. No hay apoyo para esto en las Escrituras.
Cuando limitamos la gracia a un estado legal de amnistía, el pacto nuevo se vuelve un pacto primordialmente de perdón en lugar de un pacto de transformación a una conducta justa y recta. Mientras que el pacto nuevo incluye perdón de pecados, al igual que el pacto antiguo, el pacto nuevo es superior en cuanto a que es un acto Divino de transformación de nuestra personalidad (Hebreos 8:10).
El concepto de gracia como una amnistía (un perdón continuo e incondicional del creyente) ha creado a una iglesia invisible. Ya que el mundo no puede ver un estado de amnistía, la Iglesia no puede servir como la luz del mundo. Las buenas obras están ausentes (Mateo 5:16).
El entendimiento tradicional remite justicia verdadera, comunión con Jesús, y vida eterna a otro tiempo (después de morir) y a otro lugar (el Cielo, el Reino espiritual). El énfasis futurístico invita al creyente a absorberse en la vida del mundo en lugar de atender con toda diligencia el trabajo diario de transformación sucediendo en este momento.
El entendimiento tradicional ha dejado a los creyentes vulnerables a la “revelación” del siglo diecinueve de la “traslación” (rapto) al Cielo de profesores de fe en Cristo que son inmaduros y que están en desacuerdo, dejando el Reino de Dios a quienes son Judíos de raza.
La doctrina de que los Judíos salvos heredarán la tierra mientras que los Gentiles salvos heredarán el reino espiritual es una parodia del Evangelio sobre el Reino de Dios predicado por Cristo y los Apóstoles del Cordero. Las Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, enseñan claramente que la resurrección a la vida eterna y una herencia en la ciudad de Jerusalén son las metas de todo el que es parte de Cristo, ya sea Judío o Gentil por raza.
Necesitamos una reformación en la teología evangélica Cristiana.
(“¿Que Es la Salvacion?”, 4107-1)