PARA QUE DONDE YO ESTOY
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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. ©1999 por la Sociedad Bíblica Internacional
El Señor Jesús nos invitó a estar con Él donde Él estuviera. Tradicionalmente hemos supuesto que esto quiere decir que iríamos al Cielo a estar con Jesús al morir. Yo no creo que esto sea lo que el Señor estaba diciendo. Yo creo que Él estaba declarando que nosotros estaríamos con Él donde Él está, en el Padre y a la derecha del Padre, y no en el Cielo refiriéndose a un lugar.
PARA QUE DONDE YO ESTOY
Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. (Juan 14:3—NVI)
Al que salga vencedor lo haré columna del templo de mi Dios, y ya no saldrá jamás de allí. Sobre él grabaré el nombre de mi Dios y el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios, la que baja del cielo de parte de mi Dios; y también grabaré sobre él mi nombre nuevo. (Apocalipsis 3:12—NVI)
Voy a presentar la versión Reina Valera de Juan 14:3 porque creo que la Nueva Versión Internacional (anterior) es un poco engañosa. A ver qué piensas.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:3— VRV)
Compara los dos:
NVI—“Vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.”
VRV—“Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”
Compara:
- “Vendré para llevármelos.”
- “Os tomaré para mí mismo.”
Quizá te preguntes, “¿cuál es la diferencia?”
La diferencia está en que, “Vendré para llevármelos” sugiere que seremos llevados a otro lugar.
El primero nos hace pensar que el Señor está hablando de llevarnos al Cielo.
El segundo enfatiza que el Señor está hablando de llevarnos a Sí mismo, es decir, a una Persona en lugar de a un lugar.
Nuevamente,
Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy. (Juan 14:4—NVI)
Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. (Juan 14:4— VRV)
“Os tomaré para mí mismo” concuerda con lo que Jesús dice en este capítulo y en el siguiente. Jesús nunca dijo que Él estaba regresando al Cielo. Lee Juan, Capítulos 14 al 17 y ve si Jesús alguna vez dijo que Él iba a regresar al Cielo.
Jesús siempre habló de regresar al Padre.
¿Cuál es la diferencia entre regresar al Cielo y regresar al Padre?
¿Cuál es la diferencia entre ir a Inglaterra e ir a ver al rey de Inglaterra?
Intenta ambos viajes y dime si hay diferencia.
La Nueva Versión Internacional, con la mejor de las intenciones, está siguiendo la tradición Cristiana de que Cristo vino para llevarnos al cielo, por lo menos a mi me parece que esta traducción es lo que está implicando.
Yo creo que la Versión Reina Valera está traduciendo el Griego apropiadamente, y es que Cristo es el camino al Padre, no al Cielo.
No me interesa especular sobre novedades, ni tampoco romper tradiciones a excepción de que vea que están afectando directamente cómo la gente vive la vida Cristiana.
Si estamos buscando ir al Cielo tenemos que esperar hasta morir para lograr esta meta. Pero si estamos buscando ir al Padre podemos lograr nuestra meta cada día de nuestro discipulado.
Jesús dijo, “para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Ahora bien, la pregunta importante es: ¿Dónde está Jesús?
La respuesta es: En el corazón del Padre en cuanto a relación; a la derecha del Padre en cuanto a autoridad.
El Señor Jesús mora en la Plenitud del Padre. La Plenitud de Dios mora en el Señor Jesús.
El Señor Jesús mora en la Plenitud del Fuego Consumidor. La Plenitud del Fuego Consumidor mora en el Señor Jesús.
Allí es donde está Jesús, y donde siempre estará. Jesús es el “Yo Soy”. Él Es, Él Era, Él Será lo que elija ser por siempre y para siempre.
Donde Jesús se encuentra tiene muy poco que ver con el Cielo. El Cielo, como nosotros nos lo imaginamos, es el más alto de muchos “cielos” en el reino espiritual. No es suficiente con ir al Cielo. El Cielo es donde comenzó el pecado, alrededor del Trono de Dios. Nuestra meta es el Padre—estar donde el Señor Jesús está con y en el Padre—y no simplemente ir al Cielo por maravilloso que éste pueda ser.
Para que en este ensayo puedas seguir mi forma de pensar tendrás que recordar a menudo que el reino espiritual, el Cielo, los cielos, y el Paraíso, o como quieras llamarlo, no está más allá de la estrella más lejana. Nuestra relación con éste reino espiritual no tiene nada que ver con la distancia. La distancia es una función del mundo físico, así como el tiempo. El tiempo y la distancia no son lo mismo en el reino espiritual como lo son aquí.
Debemos acostumbrarnos al concepto de que el reino espiritual está todo a nuestro alrededor. El Cielo está inmediatamente sobre nosotros y es el reino verdadero del cual nuestro universo físico actual fue creado.
El problema que tenemos con el verdadero reino espiritual es que es invisible para nosotros. Si pudiéramos ver el reino espiritual notaríamos un mundo con tremenda actividad. En todo momento estamos rodeados por espíritus puros e impuros, por ángeles tanto malos como justos, y probablemente por santos que nos están observando y quizá hasta ayudando.
Esta es la parte importante: Cuando nosotros ponemos nuestra fe en la sangre expiatoria, cuando nos arrepentimos de nuestra vida pecaminosa, y somos bautizados en agua, Cristo nos da el Espíritu Santo. Volvemos a nacer del Espíritu y del Verbo viviente de Dios.
En ese momento una primicia de nuestra personalidad pasa al reino espiritual y entra a Cristo que está a la derecha del Padre. Esto sucede en cuanto realmente somos salvos.
Pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. (Colosenses 3:3—NVI)
Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, (Efesios 2:6—NVI)
Nuestra vida visible y física está espiritualmente muerta, esperando que Dios elimine de ella el pecado para que pueda vivir.
Nuestra vida espiritual, aquello que ha nacido en nosotros, está escondido con Cristo en Dios. Sin importar donde estemos sobre la tierra nuestra personalidad nueva espiritual, las primicias de nuestra personalidad, permanece escondida con Cristo en Dios en el reino espiritual invisible.
Aquí tenemos un punto importante: Nuestra posición en Cristo es eterna. Observa el versículo siguiente:
Al que salga vencedor lo haré columna del templo de mi Dios, y ya no saldrá jamás de allí. Sobre él grabaré el nombre de mi Dios y el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios, la que baja del cielo de parte de mi Dios; y también grabaré sobre él mi nombre nuevo. (Apocalipsis 3:12—NVI)
“Y ya no saldrá jamás de allí.”
El Señor Cristo Jesús, sin importar donde esté, siempre está en el Padre y a la derecha del Padre. Ya sea que Cristo esté sobre la tierra, en el Cielo, o en algún planeta en otro sistema galáctico, Cristo siempre está en el Padre y a la derecha del Padre. Él tiene el poder de presencia múltiple.
El Señor quiere que esto sea verdad de nosotros. Él quiere que nosotros estemos en Él a la derecha del Padre ya sea que estemos sobre la tierra, en el Cielo, o en algún planeta en otro sistema galáctico. Por favor medita en este concepto de que permanecemos en Dios en todo momento, ya que es la idea central de este ensayo.
¿Qué hay de nuestra estancia en el Cielo al morir y de lo que vamos a hacer allá? Eso no importa. Nuestra vida nueva espiritual, la cual es Cristo en nosotros, todavía se encuentra en Cristo a la derecha del Padre.
¿Qué hay de cuando Cristo y nosotros regresemos a la tierra a Su venida? Nada cambia. Todavía estamos en Cristo a la derecha del Padre.
Si estamos sobre la tierra y también en Cristo en Dios, ¿estaremos concientes de estar en ambos lugares? Y si estamos sirviendo a Cristo en el Cielo, ¿estaremos concientes de dónde estamos sirviendo y también de estar en Cristo en Dios?
Sí lo estaremos. Cristo siempre está conciente de estar donde está Su forma, y también de Su posición en el Padre. Él siempre está en el Padre sin importar donde se encuentra. Esto es verdad de nosotros en este momento. Estamos concientes de estar sobre la tierra. Sin embargo, cuando nos volvemos a Dios en oración nos damos cuenta de que estamos en Cristo a la derecha de Dios.
Por favor toma en cuenta que la derecha del Padre no está en alguna parte más allá de las estrellas. Está justamente sobre nosotros, pero invisible.
Si todo esto es verdad, ¿qué importancia práctica tiene sobre nuestro discipulado actual?
La importancia práctica es la siguiente. Constantemente estamos tentados a gastar todo nuestro tiempo y todas nuestras fuerzas en el reino físico y visible. Los problemas de la vida, las tentaciones de Satanás, el mundo, nuestras pasiones corporales, nuestra ambición personal, y nuestros temores y pavores hacen que pongamos toda nuestra atención en el mundo físico y visible en el que estamos intentando sobrevivir.
Somos sacudidos de un lado a otro. Tenemos miedo. Nos preocupamos. Nos esforzamos por esto o aquello, intentando ir aquí y allá. Esto es especialmente cierto en Norteamérica donde existen tantas oportunidades a las que podemos aspirar, tantas situaciones en qué involucrarnos, y tantas lujurias y pasiones que pueden ser explotadas.
Nuestro cuerpo muerto clama ser satisfecho. Nuestra alma desea con codicia satisfacer todas las posibilidades de su naturaleza de Adán. Mientras tanto nuestra naturaleza espiritual que ha vuelto a nacer reside en Cristo a la derecha de Dios.
¿Puedes apreciar la contienda, la lucha? El Apóstol nos ordenó que centráramos nuestros pensamientos en nuestra vida nueva a la derecha de Dios. Satanás usa todo su poder para mantenernos enfocados en las cosas de la tierra.
La vida victoriosa en Cristo consiste en mantener nuestro enfoque en nuestra vida a la derecha de Dios, no en nuestro cuerpo espiritualmente muerto. No es fácil. Todo lo que hay dentro de nosotros y alrededor de nosotros clama querer atención. Pero nosotros podemos conquistar estas atracciones por medio de la fe, de la oración, de ser diligentes en las cosas de Dios, y siendo pacientes.
Debemos poner nuestro corazón en las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; ya que allí es donde se encuentra nuestra vida eterna. Cuando digo “arriba” no me refiero al espacio exterior sino inmediatamente arriba en el reino espiritual.
Todo individuo diariamente enfrenta decisiones. Cuales decisiones toma es lo que determina su destino en el Reino de Dios.
Digamos que alguien nos invita a que vayamos con él al parque. Esto parece suficientemente inocente. Ahora tenemos que tomar una decisión. Debemos o no aceptar esa invitación.
Podemos ver nuestro calendario. Podemos repasar nuestras experiencias pasadas con este amigo. Podemos analizar el clima. Podemos notar cómo nos sentimos. Todas estas cosas debemos hacer.
Sin embargo, la acción más importante que debemos tomar en ese momento es volvernos al Señor para ver lo que debemos hacer.
Entre más vivo como Cristiano más puedo ver la necesidad de interactuar continuamente con el Señor con respecto a todos los aspectos de la vida, desde el tema más grande hasta el detalle más pequeño. Supongo que esto es lo que Pablo quiso decir con que debemos orar sin cesar.
Dios no habla con todos con una voz clara. A veces simplemente tenemos una impresión en nuestra mente. Pero si continuamos dirigiendo nuestra vista hacia arriba una y otra vez, reconociendo al Señor en todo lo que hacemos, recibimos asesoramiento de una u otra manera.
Volviéndonos a Dios continuamente de esta manera hace que se desarrolle nuestra conciencia de la vida a la derecha de Dios. Las cosas de la tierra comienzan a perder su brillo, por así decirlo, y nosotros seguimos mirando hacia Jesús para toda situación.
Yo creo que mirar hacia Jesús para toda situación va a ser de gran importancia durante la era de horrores morales y físicos que estamos enfrentando.
Como parte de aprender a vivir a la derecha de Dios, nosotros debemos poner todos nuestros tesoros en el Cielo: todas las relaciones; todas las posesiones materiales; todas nuestras esperanzas para el futuro; nuestro ministerio como parte del Cuerpo de Cristo; debemos estar dispuestos a deshacernos de todos estos, conforme el Señor nos dirija—aun de nuestra salud y de nuestra vida misma.
Si nos aferramos a cualquier relación, si nos aferramos a cualquier cosa, no podemos tener éxito en aprender a vivir a la derecha de Dios.
Quizá haya peligros más adelante para los que vivimos en Norteamérica.
Digamos que estamos en el centro de la ciudad y que nuestros hijos están en casa, posiblemente con una niñera. Se presenta un violento terremoto. ¿Cuál sería nuestra reacción?
Quizá comencemos a gritar y correr, tratando de recordar dónde dejamos nuestro automóvil. Quizá manejemos a casa a una alta velocidad, poniendo en peligro nuestra vida y a los que nos rodean.
O, quizá podamos controlar nuestro terror y volvernos a Cristo para recibir sabiduría y seguridad. Él quizá nos asegure que nuestros hijos están a salvo, y nos dirija a que asistamos a los que se encuentran a nuestro alrededor con oración o consejo. O quizá Él nos ayude a regresar inmediatamente a casa para que podamos apagar el gas y el agua.
Algunos de nosotros vivimos cerca de una instalación nuclear. Si un terrorista hiciera explotar alguno de ellos existirá el peligro de lluvia radioactiva.
Quizá echemos nuestras posesiones en nuestro carro y nos unamos a la larga cola de vehículos intentando evacuar el área. Al hacerlo quizá nos pongamos en una situación peligrosa de algún otro tipo.
O podríamos dirigir nuestra vista hacia Cristo. Quizá Él nos instruya que nos mantengamos donde estamos, y luego Él haga soplar un fuerte viento para enviar el material radioactivo hacia el océano.
Si no vemos hacia Cristo quizá nos apresuremos hacia un peligro no previsto.
Aquí podemos ver el problema que tiene la enseñanza del arrebato antes de la tribulación. Aquellos que enseñan sobre el “arrebato” no están preparando a las personas para que sobrevivan en tiempos de peligro, ya que les están diciendo “no vas a estar aquí”. Pues bien, “hemos estado aquí” a través de todo tipo de peligro y caos durante los últimos dos mil años y aun no hemos sido evacuados.
Ya que esto es verdad, es mejor que no contemos con el “arrebato” sino que aprendamos a vivir hoy a la derecha de Dios. Luego, cuando lleguen las dificultades, estaremos preparados para sobrevivir y estar gozosos en la Presencia de Cristo.
El mayor peligro que enfrentamos en los Estados Unidos quizá no sea de peligro físico sino peligro espiritual. Me estoy refiriendo al vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida.
Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera, aquel día caerá de improvisto sobre ustedes, (Lucas 21:34—NVI)
El Señor Jesús se está refiriendo aquí al estilo de vida típico del Norteamericano, a la búsqueda continua de riqueza y lujos materiales. Estas cosas que buscamos con tanto afán dan placer a nuestra naturaleza animal muerta, a nuestro polvo, por así decirlo. No son de ninguna ayuda a la vida verdadera, que se encuentra a la derecha de Dios.
O vamos a gastar nuestro tiempo y nuestras fuerzas buscando riquezas materiales y comodidad, o vamos a darle la más alta prioridad a nuestra vida espiritual nueva que se encuentra a la derecha de Dios.
Si continuamos alentando nuestra vida material vamos a morir espiritualmente. Vamos a perder nuestra posición a la derecha de Dios. Si la perdemos no recibiremos un cuerpo de vida en el Día de la Resurrección sino que entraremos a la oscuridad espiritual en nuestro estado de corrupción.
Se enfatiza en la enseñanza Cristiana Norteamericana que una vez que hemos vuelto a nacer y tenemos vida nueva a la derecha de Dios que es imposible perder esa vida y esa posición.
¿El Nuevo Testamento enseña esto?
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. (Romanos 8:13—NVI)
¿A quién se está dirigiendo Pablo? Les está escribiendo a los Cristianos en Roma.
¿Qué les dice Pablo a estos santos?
Pablo dice que si vivimos conforme a nuestra naturaleza pecaminosa, es decir, conforme a la existencia animal que está muerta espiritualmente que es nuestra vida sobre la tierra en este momento, moriremos.
Si nuestra vida consiste de vicio, embriaguez y de las preocupaciones de la vida, moriremos.
Ahora bien, aquí está la pregunta importante. ¿A qué se refiere Pablo al decir “morirás”?
¿Acaso Pablo se refiere a morir físicamente? Claro que no. Moriremos físicamente seamos justos o malos.
¿Acaso Pablo se refiere a morir espiritualmente? Claro que sí.
¿Qué sucede cuando morimos espiritualmente?
La vida de Cristo se aleja de nosotros. Somos cortados de la Vid. Somos como las jóvenes solteras a quienes se les terminó el aceite.
¿Recuerdas en la parábola del sembrador cómo la Palabra de Dios germinó en terreno que estaba lleno de mala hierba, y la mala hierba ahogó la vida nueva hasta que ésta se secó y murió sin haber dado fruto?
El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que ésta no llega a dar fruto. (Mateo 13:22—NVI)
Si no damos fruto somos quitados de la Vid, de Cristo.
El fruto es Cristo. El fruto es el Reino de Dios. El fruto es la vida eternal. Es claramente posible, por lo que dicen las Escrituras, tener vida eterna y luego perderla. La vida eterna es la Vida de Dios en Cristo, no es un estado legal en el que tenemos la autorización de existir por siempre. ¡Existiremos por siempre tengamos o no la Vida eterna de Dios en nosotros!
Sabes una cosa, la mentira más grande que ha circulado entre los Cristianos es que una vez que has recibido a Cristo que nunca puedes perder tu vida eterna. Aunque muchas denominaciones profesan no creer en la seguridad eterna, si escuchas lo que enseñan y predican, todo se reduce a ser salvo por la gracia y a nunca perder la salvación.
¡Esta es una tremenda mentira! Es la voz de Satanás diciendo, “¡No es cierto, no van a morir!”
Créemelo, ¡podemos perder nuestra corona! Créemelo, ¡nuestra moneda de oro puede ser dada a otra persona y nosotros podemos ser enviados afuera a la oscuridad! Créemelo, ¡es posible que te cierren la puerta en la nariz! Créemelo, ¡es posible hacer milagros y echar fuera demonios en el nombre de Cristo, y luego escuchar al Señor decir, “Aléjate de Mí, jamás te conocí”!
Vengo pronto. Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite la corona. (Apocalipsis 3:11—NVI)
Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil. Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes. (Mateo 25:28-30—NVI)
Pero mientras iban a comprar el aceite llegó el novio, y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta. Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor!—suplicaban—. ¡Ábrenos la puerta!” “¡No, no las conozco!”, respondió él. Por tanto—agregó Jesús—, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora. (Mateo 25:10-13—NVI)
Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:22,23—NVI)
Si habiendo escapado de la contaminación del mundo por haber conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a enredarse en ella y son vencidos, terminan en peores condiciones que al principio. (2 Pedro 2:20—NVI)
Aunque ustedes ya saben muy bien todo esto, quiero recordarles que el Señor, después de liberar de la tierra de Egipto a su pueblo, destruyó a los que no creían. (Judas 1:5—NVI)
El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. (Juan 15:6—NVI)
Ninguno de los pasajes anteriores tiene que ver con la gente del mundo. Todos son para los elegidos del Señor.
¿Despertarán las iglesias Norteamericanas algún día de este sueño de muerte para darse cuenta de que la hora de nuestra visitación es ahora, y que debemos levantarnos e ir a encontrarnos con el Novio? ¿Abriremos la puerta e invitaremos al Señor de los Ejércitos, al Rey de Gloria, a sentarse sobre el trono de nuestra personalidad para expulsar la mundanería, la lujuria, y la voluntad propia que hay en nosotros?
Muchos de los que serán últimos en tiempo serán de primer rango en el Reino de Dios. ¿A qué se deberá esto? No lo sé. Quizá a que hoy en día es tan difícil escapar el canto de la sirena del mundo. Nunca antes en la historia había sido posible que la persona común pudiera dedicarse a todo tipo de pecado, desde el fraude corporativo hasta la pornografía en el Internet. En años pasados, tales oportunidades para el desenfreno del cuerpo quizá no eran tan accesibles.
La mala hierba está llegando a la madurez. Esto lo podemos ver conforme niños están siendo explotados con propósitos sexuales, o hasta asesinados. Ciertamente estos son crímenes horribles. Algunos de los crímenes que se están cometiendo hoy en los Estados Unidos merecen la horca pública, pero esto nunca sucederá. La misericordia Cristiana ha entrado a las cortes criminales de manera distorsionada, de tal manera que los criminales que machetean a pedazos a la gente son cariñosamente puestos a morir con una aguja hipodérmica y con la atención de enfermeras.
La actividad criminal y la perversión moral crecerán mucho más antes de que el Señor regrese. Dios permitirá que Satanás manifieste todo lo que hay en su carácter para que los que reinarán con el Señor, habiendo visto el resultado de la voluntad propia, nunca jamás vuelvan a permitir que la voluntad propia entre a la creación.
Mientras tanto Cristo se está acercando cada vez más a nosotros. Él se encuentra a la puerta de la personalidad de cada creyente. Nos está preguntando si deseamos estar con Él donde Él está por la eternidad—en la plenitud de la Presencia del Fuego Consumidor de Israel.
Muchos “Cristianos” están casados con su religión. No tienen suficiente “aceite” para ir con el Novio. Ellos no abrirán y no podrán abrirle la puerta a Él. Ellos están enterrados bajo sus posesiones.
Un remanente de entre las iglesias le abrirá sus vidas al Señor de los Ejércitos. Él entrará y atacará a los enemigos que se encuentran en sus personalidades. Él comerá y beberá de su obediencia y adoración. Ellos aprenderán a vivir por Su cuerpo y sangre. Esto significa que ellos seguirán haciendo a un lado su propia forma de hacer las cosas para que puedan recibir Su Vida en lugar de la suya propia. Somos esposados al Cordero comiendo de Su cuerpo y bebiendo de Su sangre.
Han llegado las bodas del Cordero. La Novia se está vistiendo en sus propias obras de justicia—las obras justas que ella hace conforme se aleja de su propia forma de hacer las cosas, eligiendo vivir en Él y con Él.
Esto está sucediendo ahora, no lo dudes. Quien tenga oídos para escuchar, oirá lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias de nuestro día. Asegúrate de ser uno de ellos.
Sabes, sólo somos polvo inteligente. Cristo es Vida eternal y el Reino de Dios. Nuestro clamor diario debería de ser: “Señor Jesús, viven en mí más que en cualquier otra época. Sé mis pensamientos, mis palabras, mis acciones. Quita de mi todo lo que no es de Ti. Mantenme enfocado en Ti a la derecha de Dios, donde se encuentra mi nueva vida que ha vuelto a nacer.”
Somos polvo, Dios lo dijo en el comienzo. Sin embargo, en Cristo podemos ascender a las estrellas y brillar durante la eternidad.
Este no es un sueño romántico, es literalmente la verdad.
Podemos regresar al polvo o podemos llegar en Cristo al trono más alto.
La decisión es nuestra. Pero debemos elegir hoy—en este preciso momento. Pronto llegará la hora en la que la visitación Divina habrá concluido; cuando la ventana será cerrada; cuando lo inmundo permanecerá inmundo.
¿Qué harás sobre esto? ¿Qué decidirás?
(“Para Que Donde Yo Estoy”, 4104-1)