DOS HIJOS
En una discusión imaginaria ante Dios durante el día del juicio, dos hombres hicieron un recuento de sus vidas. Uno de los hombres intenta justificarse por haber dependido únicamente de la gracia de Dios ya que no presentó comportamiento justo. El otro individuo presenta una vida llena de fe balanceada con buenas obras. La recompensa que Dios le da a cada hombre recalca el malentendido que muchos Cristianos tienen hoy en día con respecto a lo que la Biblia dice que es nuestra responsabilidad ante Dios.
DOS HIJOS
En el día del juicio final Dios llamó a dos de Sus hijos para presentarse ante Él.
Dios le dijo al primer hijo: “Hijo, te he amado con un amor eterno. Yo te encontré cuando eras un Gentil sin esperanza, en la culpabilidad ensangrentada de tus pecados, en la suciedad y el orgullo de tu egocentrismo y amor propio. Yo te dije en ese momento, ‘¡Vive!’ Y comenzaste tu vida en Mi Presencia.”
“Perdoné tus muchos pecados. Te enseñé a tomar tu cruz para que tuvieras la oportunidad de vencer tu egocentrismo. Te di el regalo de Mi Hijo y puse Mi Espíritu en ti. Te vigilé de noche y de día y te guié con Mi mirada. En muchas ocasiones perdoné tu ignorancia y las tonterías que hiciste. Todo esto lo hice por ti para que yo pudiera ser tu Dios y tú pudieras ser Mi hijo.”
“Por lo tanto, ¿qué has hecho con tu vida?”
El primer hijo le contestó a Dios y le dijo, “Mi Padre y mi Dios. Te agradezco y te alabo porque desde el Cielo me alcanzaste y me consideraste merecedor de la salvación. Desde ese tiempo te he servido de todo corazón. Aunque en muchas ocasiones fui ignorante y actué tontamente, cuando Tú me corregiste yo cambié mi forma de ser y dejé de pecar y de hacer tonterías.”
“Utilicé el tiempo lo mejor que pude. Nunca pequé intencionalmente y a sabiendas. Muchas veces puse a un lado mis mayores deseos y escogí mejor hacer Tu voluntad.”
“Yo Te he cedido mi vida, he tomado mi cruz y he seguido a Tu Hijo, Jesucristo. Cualquier cosa que Él me ha dicho, yo lo he hecho, según Él me haya dado la sabiduría y la fuerza para hacerlo.”
“He orado, he estudiado las Escrituras y he tenido comunión con los santos. He sido fiel a mi esposa, a mi familia y a mis amigos. No le guardo odio a ninguna persona mas me regocijo con la idea de que todos entren al Reino de Dios.”
“He sido diligente en el ministerio que Cristo me ha dado y he puesto la obra del Reino de Dios primero en importancia. No gasté mis días cultivando mis propias habilidades ni asegurando mi propio futuro. Muchos se dirigieron hacia tu justicia Divina como resultado de mi testimonio.”
“No le he robado a nadie pero sí he restituido cuando sentí claramente que debía hacerlo.”
“Esto es lo que he hecho con mi vida, conforme el Señor Jesús me ayudó y guió por medio del Espíritu Santo.”
“Ahora estoy listo, por medio de Tu gracia, para hacer lo que quieras que yo haga.”
Al segundo hijo Dios le dijo: “Hijo, te he amado con un amor eterno. Yo te encontré cuando eras un Gentil sin esperanza, en la culpabilidad ensangrentada de tus pecados, en la suciedad y el orgullo de tu egocentrismo y amor propio. Yo te dije en ese momento, ‘¡Vive!’ Y comenzaste tu vida en Mi Presencia.”
“Perdoné tus muchos pecados. Te enseñé a tomar tu cruz para que tuvieras la oportunidad de vencer tu egocentrismo. Te di el regalo de Mi Hijo y puse Mi Espíritu en ti. Te vigilé de noche y de día y te guié con Mi mirada. En muchas ocasiones perdoné tu ignorancia y las tonterías que hiciste. Todo esto lo hice para ti para que yo pudiera ser tu Dios y tú pudieras ser Mi hijo.”
“Por lo tanto, ¿qué has hecho con tu vida?”
El segundo hijo le contestó a Dios diciendo, “Señor, te agradezco y te alabo porque desde el Cielo me alcanzaste y me consideraste merecedor de la salvación.”
“Es verdad que desde el momento en que me revelaste a Cristo yo no he escogido servirte como debería. Aunque en muchas ocasiones Tú intentaste corregir mi ignorancia y hacer que dejara de hacer tonterías, yo no pude aprender. Yo seguí como era antes porque es difícil para mi cambiar la manera en que soy, la manera en que hago las cosas.”
“Paso mucho tiempo en las cosas que me interesan. Sí pequé en muchas ocasiones, a pesar de estar consciente o de sospechar que lo que estaba haciendo transgredía tus leyes. Cuando yo deseaba algo con muchas ganas, yo lo tomaba. Te confieso que en muchas ocasiones Tu voluntad para mí era muy clara pero mejor elegí hacer lo que yo quería hacer.”
“Yo no pude obligarme a tomar mi cruz ni seguí al Señor Jesús como debí haberlo hecho; yo no soporto sufrir. Es muy difícil ceder toda tu vida y seguir a Jesús. Mejor viví mi propia vida con la esperanza de que Jesús me ayudaría y me daría su bendición en las cosas que yo quería hacer.”
“Yo estaba muy ocupado y no pude encontrar el tiempo para orar como debí y me cuesta trabajo entender la Biblia. Yo no pude convivir mucho con otros Cristianos porque había demasiadas fallas con las iglesias. Todas están llenas de hipócritas.”
“Me divorcié de mi primera esposa porque peleábamos todo el tiempo y no creí que a Ti te gustara que yo fuera infeliz. Es cierto que dejé a mis dos hijos, a un hijo y a una hija, pero sentí que ellos estarían mejor sin mí.”
“¿Dónde se encuentran ellos ahora? No lo sé. Mi hijo es un borracho. Mi hija está viviendo con algún hombre. Ninguno de mis dos hijos ni mi esposa quiere asistir a la iglesia. La esposa que tengo ahora y yo vamos a la iglesia en Navidad, el Domingo de Resurrección y cuando se casan nuestros amigos.”
“Hay un hombre al que odio por lo que me hizo. Yo no lo puedo perdonar. Espero que Tú me perdones por eso.”
“No sé si hubo algún ministerio que Tú me hayas dado. Yo trabajé muy duro en mi oficio toda mi vida y pasé la mayoría de mi tiempo de esa manera. No conozco de nadie que haya llegado a conocerte gracias a mí.”
“He ofendido a algunas personas pero sentí demasiada vergüenza para ir con ellos y pedirles su perdón.”
“Esto es lo que he hecho con mi vida.”
“Me doy cuenta de que no he sido un Cristiano fiel; pero cuando fui salvo aprendí que nunca podía perder mi salvación sin importar lo que yo hiciera. Sí he profesado fe en Cristo. Yo creo que Él murió por mis pecados y que Él es el Señor y Salvador del mundo. Me enseñaron que somos salvos por la gracia, no por las obras de justicia que hayamos hecho sino por Tu misericordia.”
“De todos modos temo hacer Tu voluntad pero espero que no seas demasiado duro conmigo y que me permitas entrar al Cielo por el mérito de Jesucristo mi Señor.”
¿Cómo responderá Dios a cada uno de Sus hijos?
La enseñanza Cristiana actual se encuentra divida en cuanto a cómo respondería Dios a estos dos hombres.
La opinión que darían los proponentes más extremosos de la “gracia” sería la siguiente.
Dios le contestó al primer hijo: “Toda la justicia que has hecho es como trapos sucios para Mí. Tus obras no significan absolutamente nada para Mí. ¡Espero que no estés pensando que mereces una recompensa porque has tratado de complacerme!”
“¿Acaso no comprendes que eres salvo sólo por mi gracia, que no hay nada que puedas agregarle a Mi salvación? Si tus obras se sumaran a Mi gracia, entonces la gracia ya no es gracia. Sólo Jesucristo es justo. Entrarás al Cielo, no porque hayas intentado complacerme sino porque Cristo es justo.”
“Tu perseverancia no tiene nada que ver con tu salvación. Yo te he salvado únicamente por Mi gracia y tu respuesta me hace ver que no comprendes esto bien.”
“Has asentido que Jesús murió por tus pecados, por lo que estoy obligado por Mi Palabra a permitirte que entres al Cielo. Pero esto no es por ninguna de las obras de justicia que hayas hecho, sino porque has profesado fe en Cristo.”
“Realmente eres malvado porque estás implicando que Mi gracia no es suficiente para tu salvación. Te estás poniendo contra Mí al no permitirme que te salve por Mi favor inmerecido. Tú estás tratando de presentar una justicia que tú has hecho. Pero, Mi hijo, no es lo que has hecho, sino lo que Cristo ha hecho. ¡Por favor recuerda esto en el futuro!”
Dios le dijo al segundo hijo, “¡Bien hecho! ¡Bien hecho siervo bueno y fiel! Entra al gozo de tu Señor. Tú estuviste de acuerdo que Cristo murió por tus pecados. Tú le llamas Señor. Te diste cuenta correctamente que sólo la justicia de Cristo puede dar la salvación.”
“Al no tratar de complacerme has hecho que Mi gracia brille como una joya. Mi misericordia se ha ensanchado porque te he salvado—a ti cuya conducta era tan impía y egocéntrica. No has laborado sino que has creído en Dios que justifica a los injustos.”
“Cuando dejaste a tu esposa e hijos Yo sólo vi la fidelidad de Cristo. Cuando fornicaste Yo vi la pureza moral de Cristo. Cuando ignoraste mi voluntad Yo sólo vi la obediencia de Mi Hijo. Cuando mentiste y robaste Yo sólo contemplé la fidelidad y honestidad del Santo de Israel.”
“Tú nunca te arrepentiste, pero el arrepentimiento no es necesario porque has sido revestido con la justicia del Señor Jesús desde el día que profesaste fe en Él.”
“Entra al Reino preparado para ti desde la fundación del mundo.”
¿Realmente crees que el Dios de Noé, de Abraham y de Daniel respondería de esta manera? Sería la consecuencia lógica de muchas de las enseñanzas Cristianas contemporáneas.
La respuesta que propondrían Cristianos menos extremosos sería la siguiente.
Dios le habló a ambos hijos y les dijo: “Bien hecho, siervos buenos y fieles. Entren al gozo de su Señor. Debido a que han creído en Jesucristo, profesando tener fe en Él, a cada uno de ustedes le será permitido entrar al Cielo y se les dará una hermosa mansión. Ustedes están completos en Cristo. Su conducta en el mundo no aumentará ni disminuirá el poder de Mi gracia.”
Con esto hemos hecho que nuestras tradiciones quiten el efecto de la Palabra de Dios.
Nuevamente preguntamos, ¿realmente crees que el Dios de Noé, de Abraham y de Daniel respondería de esta manera?
Ahora bien, supongamos que tú, querido lector, fueras un hombre rico y el dueño de una gran compañía. Tú estas listo para jubilarte así que mandas llamar a tus dos hijos para hablarles con respecto a la administración de tus bienes.
Uno de tus hijos ha sido un excelente trabajador, haciendo siempre lo que le has pedido. El otro hijo ha sido flojo, descuidado y te ha desobedecido cada vez que pudo.
Ahora estás listo para dividir tus bienes entre ambos. ¿Qué harías?
¿Acaso, para mostrar el amor que les tienes, le darías tu compañía al hijo que no podía conducirse apropiadamente, y regañarías al otro hijo por su conducta ejemplar?
Probablemente no. Tampoco Dios. Él también es un padre y un hombre de negocios.
¿Acaso dividirías la herencia entre ambos, haciéndolos herederos equitativos en el negocio?
Probablemente no, si te importara que el negocio continuara siendo exitoso.
Si amaras a ambos hijos, quizá le dirías al hijo virtuoso, “Hijo, tú ya conoces el negocio familiar. Has aprendido rápidamente. Se puede contar contigo. Has cometido muchos errores pero has seguido aprendiendo rápidamente y mejorando tus habilidades.”
“Si te dejo la herencia a ti, podrás manejarlo bien. Tú ya has demostrado el tipo de persona que eres—tu carácter fidedigno, tu escrupulosidad, tu fidelidad en las responsabilidades pequeñas, difíciles y molestas. Sé bien lo que harás.”
“Será tu responsabilidad cuidar de tu madre y hermano cuando yo no esté.”
Al otro hijo, quizá le digas, “Hijo, tu Padre te ama. Has cometido muchos errores y aun ahora estás confundido y no sabes qué has hecho que está mal.”
“No has demostrado la fuerza de carácter que ha demostrado tu hermano. Pero todavía tienes tu vida por delante. Si te aplicas, puedes aprender y madurar en responsabilidad.”
O, quizá le digas al hijo flojo y desobediente, “Hijo, has desperdiciado cada oportunidad que te he dado. Has roto el corazón de tu madre. Por la manera en que te comportas, no estoy seguro de que te consideres mi hijo.”
“Le he dado todo a tu hermano. Él lo merece. Te estoy dejando cinco mil dólares. ¿Por qué no los utilizas para enderezarte?”
Por alguna razón, la doctrina Cristiana de la “gracia” se ha salido de su curso. El término gracia se ha estado utilizando de una manera que no es bíblica.
La doctrina actual de la gracia nos enseña que si “aceptamos a Cristo” en el sentido de asentir y aplicar personalmente los hechos de la expiación por la sangre, escaparemos de ir al Infierno e iremos al Cielo en base a eso. Todos los que profesan fe en el Señor Jesucristo recibirán virtualmente la misma recompensa.
La profesión de fe en Cristo ha adoptado una característica casi mágica. El programa de la salvación se ha convertido en un asentimiento de los hechos de la muerte y resurrección de Cristo. Si nosotros creemos que hay un Dios y que Él ha enviado al Señor Jesucristo para morir por nuestros pecados, entonces hemos complacido a Dios. Nuestra conducta no es esencialmente importante ya que sólo estamos esperando ir al Cielo.
El mensaje Cristiano actual realmente es una filosofía en lugar de la salvación Divina.
Recientemente el Señor le habló a un ministro que estaba listo para enseñar un seminario. Dios le dijo, “No prediques sobre Cristo. Predica lo que predicó Cristo”.
Cuando este autor escuchó por primera vez que el Señor le dijo esto a ese hombre que no conoce, sonó cierto. Era difícil de entender pero de alguna manera parecía ser correcto.
Desde aquel día hemos comprendido la importancia de ese mensaje. Cuando leemos observaciones y notas al pie de páginas, especialmente con respecto a los Evangelios del Nuevo Testamento y a las Epístolas, podemos encontrar muchos párrafos que nos dicen lo maravilloso y exaltado que es Cristo. Estamos totalmente de acuerdo con las descripciones de la majestuosidad del Señor.
Pero los párrafos que nos aconsejan que practiquemos y prediquemos los mandamientos de Cristo son pocos y muy raros. Es más común que leamos que no es necesario que obedezcamos los mandamientos de Cristo a que leamos que si no obedecemos los mandamientos de Cristo no podremos entrar al Reino de Dios.
Es un terrible error masivo. Estamos llamándole a Jesús ¡Señor, Señor! Pero no estamos haciendo lo que Él nos ordena. Estamos construyendo nuestra casa sobre arena en lugar de construirla sobre la roca de Sus mandamientos.
¡Esto debe frustrar terriblemente al Señor!
Hay algo que no está bien con esta forma de pensar. Se hace hincapié en el asentimiento de los hechos teológicos y no en la expresión de buenas obras, siendo que las Escrituras nos informan que la fe sin las obras (una fe abstracta) está muerta.
Es verdad que las Escrituras ponen énfasis en la fe. Pero la “fe” de las Escrituras es la fe del onceavo capítulo de Hebreos. Es la fe que busca a Cristo de día y de noche. “El justo por la fe vivirá” tiene muy poco o nada que ver con la fe en una doctrina, está hablando de la viva vivida en dependencia humilde a Dios.
Podemos comprender como el énfasis actual pudiera derivarse de ciertos versículos de las Escrituras. Pero tengamos en mente que la mayoría de los versículos del Nuevo Testamento (incluyendo los acontecimientos de los cuatro Evangelios) ponen énfasis en cómo vivimos la vida Cristiana, no en que tomemos el Nombre del Señor Jesús o que asintamos a los hechos de la expiación por Su sangre o de Su resurrección corporal.
Es posible adoptar el nombre de Jesús y continuar viviendo como nos place. Esto no es aceptable para Dios.
En aquel día, siete mujeres agarrarán a un solo hombre y le dirán: “De alimentarnos y de vestirnos nosotras nos ocuparemos; tan sólo déjanos llevar tu nombre: ¡Líbranos de nuestra afrenta!” (Isaías 4:1—NVI)
No te deseamos a Ti ni deseamos tus caminos, sólo deseamos adoptar tu nombre para que la gente piense que tenemos un esposo.
Repetimos, hay algo radicalmente equivocado en todo esto.
Tomemos, por ejemplo, Romanos 5:9:
Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios! (Romanos 5:9—NVI)
Es fácil ver cómo versículos como este, y como Romanos 10:9,10, llevarían a la conclusión que si profesamos fe en Señor Jesús seremos salvados sin importar nuestra conducta. Si le agregamos a esta conclusión la tradición no bíblica de que la meta de la redención Divina es vivir por siempre en una mansión en el Cielo, entonces tendremos la creencia acostumbrada de que “al aceptar a Cristo escapamos el Infierno y vamos al Cielo por la gracia”.
Pero si tomamos todo el Libro de Romanos y le agregamos la enseñanza del resto de las Epístolas de Pablo, de los demás Apóstoles y de Jesucristo mismo en los acontecimientos del Evangelio, pronto descubriremos que la presentación actual del plan de salvación está incompleta al grado de ser peligrosamente engañosa.
Nunca fue la intención de Dios que una profesión de fe en Cristo fuera todo el ámbito del discipulado Cristiano y que el comportamiento de los creyentes fuera considerado un papel sin consecuencia. Esto está claramente fuera de las Escrituras.
Lo que sí tiene Dios como intención es que el Señor Jesucristo sea la Roca, la Piedra angular, la Puerta del Reino de Dios, el Centro y la Circunferencia de toda la creación.
Sobre esta Roca la gloriosa Iglesia está siendo construida; no es gloriosa porque profesa fe en Cristo sino gloriosa debido a la radiante Gloria del Cristo que mora en su interior manifestado en el carácter y las obras de la Iglesia.
El Cristiano que no está madurando en buenas obras está en contra de los propósitos de Dios para salvarlo.
Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin que las pongamos en práctica. (Efesios 2:10—NVI)
El Cristiano que no está mostrando el fruto de sus buenas obras será cortado de la Vid por el Padre.
Algo se ha descarriado con el Evangelio del Reino. El resultado del error se puede observar en la pérdida del testimonio del Cristianismo—la pérdida del único testimonio que glorifica a Dios, que es el testimonio de las buenas obras (Mateo 5:16).
¿Acaso el Reino de Dios es principalmente un grupo de doctrinas que nos exentan de las leyes morales eternas de Dios, de la ley del Reino de cosechar lo que se siembra? Nosotros no lo creemos.
¿Acaso la Iglesia Cristiana realmente es un grupo favorecido de Gentiles que, debido a su declaración de fe en los hechos de la expiación y resurrección, son libres de obedecer las reglas que gobiernan a todos los demás hombres? ¿Estas personas están destinadas a ser arrebatadas al Cielo donde no harán nada por la eternidad, mientras que un Reino Judío de Dios avanza para establecer la justicia y la adoración entre las naciones de la tierra? Nosotros no creemos que este sea el caso.
¿Cómo responderá Dios a Sus dos hijos?
Dios le contestó al primer hijo, “Mi hijo, mi hijo, ¡cómo me regocijo en Mi amor por ti! Fuiste rápido para recibir corrección. Empleaste tu tiempo sabiamente y bien. Tus pecados fueron de ignorancia y con la ayuda de Mi gracia los dejaste de hacer. Cuando tropezaste y caíste te arrepentiste, confesaste tus pecados y con Mi ayuda tomaste tu cruz y seguiste hacia adelante.”
“Noté cuidadosamente y estuve muy complacido cuando tomaste esas decisiones difíciles. Observé que cediste los deseos de tu alma al punto de la muerte. Este es el tipo de sacrificio que Yo acepto—el sacrificio que es desinteresado, que es como una ofrenda de holocausto al Señor.”
“Ciertamente, pusiste a un lado tu propia vida. A veces tu cruz fue muy pesada y cruel, pero guardaste y obedeciste las preciosas palabras de Mi Hijo amado. Hiciste lo que Él te dijo que hicieras. Lo seguiste cada kilómetro del camino conforme Él se manifestó (y Me manifestó a Mí) a ti.”
“Yo estuve contigo en tus oraciones. Yo te abrí las Escrituras. Te di un amor por los santos y un aliento de alma para que pudieras ignorar sus fallas así como Yo ignoro sus fallas (y las tuyas).”
“Fuiste leal a tu esposa, a tu familia y a tus amigos. Ahora tú cuentas con su amor y respecto—eso que no puede ser comprado ni con el tesoro de un rey.”
“Aunque algunas personas te lastimaron, encontraste la Virtud para perdonarlos, por medio del cuerpo y la sangre de Mi Hijo.”
“Has sido diligente y detallado en el ministerio que Cristo te ha dado y has puesto la obra del Reino por encima de tus propios intereses. Como resultado de ello, una multitud de personas ha sido ayudada y fortalecida en sus intentos por encontrar a Dios. No tienes la menor idea de cuántos han sido bendecidos, ya que la influencia de una sola persona justa se esparce por la humanidad así como las olas se esparcen por todo el océano. El Cuerpo de Cristo está más cerca de mi estándar de perfección debido a tu fidelidad.”
“Ninguna persona sobre la tierra ni en el Cielo puede hablar en contra tuya. Yo soy Aquel que te justifica. Has respondido como mejor pudiste en cuanto a tus relaciones con otras personas.”
“Yo sé que ahora estás listo para hacer Mi voluntad por medio de Mi gracia porque tu vida te ha entrenado a hacer precisamente eso. Ahora estoy listo para manifestarte la complacencia de un Padre y Dios agradecido.”
Entonces el Padre dijo una palabra maravillosa. Ante la mirada asombrada de Su hijo se abrió una escena maravillosa y gloriosa. Contempló el glorioso y enorme reino que se le estaba dando—que ya se había vuelto parte de su personalidad aunque no se había dado cuenta de ello hasta ese momento. Vio a muchas personas que conocía. (Ya no puedo hablar más sobre su recompensa porque pertenece a otra era.)
El que salga vencedor heredará todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo. (Apocalipsis 21:7—NVI)
Dios le contestó al segundo hijo, “Es verdad que no elegiste servirme con todo tu corazón. Aunque Yo te anhelé con amor de padre te rehusaste a ser corregido. El cambio es difícil para toda persona. Tú simplemente no estabas dispuesto a intentarlo.”
“Desperdiciaste la mayor parte de tu tiempo. Cuando deseaste algo lo procuraste hasta obtenerlo, a pesar de que lastimó tu relación Conmigo e hirió a otras personas. Te rebelaste en contra de Mi voluntad, siguiendo mejor tus propios impulsos. Temías que si obedecías Mi voluntad serías lastimado o privado de cosas de valor. De este modo manifestaste continuamente desconfianza de Mis intenciones para ti.”
“Te rehusaste a tomar tu cruz, escogiendo mejor el camino del placer. No seguiste para nada a Jesús. Lo llamaste Señor pero no hiciste lo que Él dijo. Ciertamente, viviste tu propia vida e intentaste usar el Nombre de Cristo para lograr tus propios intereses y placeres. No fuiste un siervo bueno y fiel.”
“Rara vez hiciste el esfuerzo de orar o leer la Biblia. No existe en ti el amor por tus hermanos y hermanas Cristianas, sólo amargura y sospecha.”
“Te divorciaste de tu esposa debido a tu lujuria. Si me hubieras consultado, Yo hubiera salvado tu matrimonio. Abandonaste a tus hijos a una edad impresionable. Tu hijo es un borracho porque ya no tuviste nada que ver con él. Tu hija está viviendo en fornicación en lugar de en matrimonio porque su madre llegó a odiarte y puso en tu hija una desconfianza hacia todos los hombres. Te casaste con una mujer rebelde y voluntariosa y ambos han estado viviendo en adulterio desde entonces.”
“El hombre al que odias no es tan malo como piensas. Pero de cualquier manera, Yo no puedo perdonarte mientras estés lleno de odio hacia él.”
“Tienes dentro de ti habilidades que hubieran sido de utilidad a cierta asamblea de santos que se reúnen en tu comunidad. Para que esos santos no sufrieran pérdida le he dado a otro hombre lo que debía haber sido tu herencia. ¿Ves aquella galaxia de estrellas allá? Ese es el hombre que tomó tu lugar en las reuniones.”
“Tu egocentrismo y desobediencia ha hecho que algunas personas sufran daño espiritual irreparable. Entre estas víctimas están tu esposa, tu hijo y tu hija. Yo sé lo que ellos pudieron haber sido si tú hubieras seguido a Cristo. Ahora eso nunca podrá ser. Cuando ellos se presenten ante Mí en su juicio tomaré en consideración lo que han sufrido a costa tuya.”
“Yo soy el Dios misericordioso.” En Mi misericordia ilimitada te encontré cuando eras todavía un Gentil sin esperanza, en la culpabilidad ensangrentada de tus pecados, en la suciedad y el orgullo de tu egocentrismo y amor propio. Yo te dije, ‘¡Vive!’ y cobraste vida en Mi Presencia.”
“Perdoné todos tus pecados. Te enseñé a tomar tu cruz para que tuvieras la oportunidad de vencer tu egocentrismo. Te di el regalo de Mi Hijo y puse Mi Espíritu en ti. Te estuve cuidando de noche y de día y te guié con Mi mirada. Muchas veces perdoné tu ignorancia y las tonterías que hacías. Todo esto lo hice para que Yo pudiera ser tu Dios y que tú fueras Mi hijo.”
“A cambio, tú escogiste seguir a Satanás, al mundo y a la lujuria de tu naturaleza pecaminosa. Profesaste creer en Cristo pero por tus obras lo negaste. No elegiste ser llenado con Mi Espíritu; elegiste ser lleno con la muerte y el Infierno.”
“Así como Esaú, has vendido tu herencia para poder satisfacer tu barriga.”
“Yo no puedo bendecirte.”
“Tú no Me has elegido para ser Tu Dios.”
“Yo no te elijo a ti para ser Mi hijo.”
“Aléjate de Mí a la oscuridad de afuera.”
Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.” (Mateo 25:30—NVI)
(“Dos Hijos”, 4102-1)