LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE
Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. ©1999 por la Sociedad Bíblica Internacional
Traducido por Carmen E. Álvarez
Cuando pensamos en el Cielo nos imaginamos una tierra glorificada—mansiones, parques, niños jugando, flores, pájaros volando sobre nosotros. Deseamos estar con nuestros amigos y familiares en un lugar donde no exista el temor y la preocupación. ¿Cuánto de nuestra esperanza está basado en la Biblia?
LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE
Pero ellos tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. Por eso también se les predicó el evangelio aun a los muertos, para que, a pesar de haber sido juzgados según criterios humanos en lo que atañe el cuerpo, vivan conforme a Dios en lo que atañe al espíritu. (1 Pedro 4:5,6—NVI)
Conforme les presente éste ensayo estoy conciente de que contiene algunos conceptos que quizá sean nuevos para el lector, y por ello quizá sea necesaria una introducción.
Cuando pensamos en el Cielo, en la vida después de la muerte, o en el reino espiritual, lo que nos viene a la mente son parques y mansiones. Nos imaginamos la naturaleza en su perfección, y los habitantes libres de todo temor y preocupación. Lo que en realidad nos estamos imaginando es el Jardín del Edén, que en alguna ocasión se localizó en los alrededores del Golfo Pérsico. El Paraíso se localizaba en aquel tiempo sobre la tierra.
Existen varios relatos sobre la vida después de la muerte que nos han sido proporcionados por gente que ha sido privilegiada para ver más allá del velo. Leo estos libros con mucho entusiasmo y los encuentro reconfortantes. Algunos de ellos son los siguientes:
Visiones de Sundar Singh de India (“Visions of Sundar Singh of India”) disponible de Osterhus Publishing House, Minneapolis.
Viendo lo Invisible (“Seeing the Invisible”) escrito por Anne Sandberg, Logos International, New Jersey.
Visiones Más Allá del Velo (“Visions Beyond the Veil”) por H. A. Baker, Osterhus Publishing House, Minneapolis. Este es un libro que “debe” ser leído. Es un relato verdadero sobre niños huérfanos Chinos.
Escenas Más Allá de la Tumba (“Scenes Beyond the Grave”) por Marietta David, Christ for the Nations, Dallas.
Intra Euros (“Intra Euros”) por Rebecca Ruter Springer, Engeltal Press, Jasper, Ark.
Regreso del Mañana (“Return From Tomorrow”) por George G. Ritchie, M.D., Chosen Books, Waco, Texas.
Como he mencionado, yo creo que éstas experiencias son verdaderas y las encuentro reconfortantes. Sin embargo, quizá sea verdad como mencionó la Sra. Springer que ella no vio lo que realmente es o lo que será, sino que vio una serie de lecciones en forma audio-visual:
“En retrospectiva, después de que han pasado casi cuatro años, me parece más como si hubieran sido una serie de instrucciones como las que se dan aquí en el preescolar a los niños. No me pareció que implicara que fuera una revelación de lo que ha pasado o de lo que pasará, en el sentido estricto de la palabra…”
Sin embargo, no creo que éste sea siempre el caso. Creo que algunos de los que han tenido una experiencia “fuera del cuerpo” han visto lo que realmente es. La experiencia de la “vida después de la muerte” del Dr. Ritchie me parece una perspectiva de lo que realmente es la vida después de la muerte.
Ya que yo creo en el Paraíso, en el lugar a donde van los Cristianos después de estar muertos, ¿cómo puedo conciliar esto con la guerra y la redención que estoy a punto de presentar?
Quizá hayas notado que durante épocas de guerra, como en los conflictos con Corea y con Vietnam, la vida en los Estados Unidos no cambió dramáticamente. El pueblo Norteamericano siguió con su propia rutina de trabajar, jugar, comer, beber, reproducirse, comprar, vender, plantar y cosechar. Y sin embargo, al mismo tiempo, en Corea y en Vietnam, los soldados Norteamericanos estaban peleando batallas salvajes, dejando a muchos de ellos sin brazos ni piernas. Vaya contraste, ¿no crees?
Leí en alguna parte que hubo un momento durante la Guerra Civil en el que la batalla estaba sucediendo cerca de una ciudad y las damas de la ciudad fueron y se sentaron en sillas para ver a los hombres dispararse unos a otros.
Mi punto es el siguiente, quizá lo mismo suceda en la vida después de la muerte. Algunos de los que están muertos estarán disfrutando de paseos por jardines mientras que otros estarán en medio de una batalla espiritual. Quizá estos últimos serán los gobernantes, o los miembros del ejército del Señor.
Es verdad que hoy en día algunos de los Cristianos están concientes de las increíbles dificultades espirituales que están sucediendo y se están preparando para el conflicto de las eras, mientras que otros están más preocupados pensando si deben agregar chuletas a su carne asada de esta noche.
Me impacta que la vida sobre la tierra se asemeje mucho más a lo que está sucediendo en el reino espiritual de lo que pensamos. Esto es razonable ya que las escenas visibles sobre la tierra están reflejando lo que está sucediendo en los cielos. ¿No es así?
Podemos leer en el Libro de Daniel sobre la guerra que estaba sucediendo en el mundo espiritual. Pero podríamos decir que la mayoría de los Judíos en Babilonia no sabían sobre esta guerra, y probablemente tampoco se dieron cuenta del conflicto cuando murieron.
Creo que nos hemos creado una imagen tradicional de la vida después de la muerte que quizá sea más nuestro “deseo” de lo que es bíblico.
La conclusión a la que he llegado es que debemos mantener nuestra esperanza en el Cielo, y al mismo tiempo debemos estar escuchando a Jesús para mantenernos conscientes de las dificultades contra los malos espíritus actuales y de nuestra necesidad de prepararnos para el regreso de Cristo y para la Batalla de Armagedón.
Hace muchos años llegué a la conclusión de que la meta de la salvación no es la residencia eterna en el Cielo. Simplemente no hay apoyo bíblico para esta arcaica tradición. La verdad es que el Reino de Dios se va a establecer sobre la tierra.
Sé que quizá esto escandalice a muchos. Pero te invito a que leas el Antiguo Testamento y el Nuevo y que busques todos los versículos que puedas donde se diga claramente que ser salvo es vivir en el Cielo por la eternidad.
En realidad nuestra meta es heredar el Reino de Dios, que es una manera de ser y existir y no un lugar. Existen dos objetivos mencionados en el Nuevo Testamento que están relacionados con el Reino de Dios. Los dos objetivos son: primero, ser conformados a la imagen del Señor Jesús; segundo, ser uno en Cristo en el Padre, y Ellos en nosotros. Observa que estos dos objetivos son estados de existir y que son verdad de nosotros ya sea que estemos en el Cielo o en la tierra. No son traslados a algún otro lugar especial.
Últimamente he estado reflexionando en cómo van a ser las cosas después de que fallezcamos y pasemos al reino espiritual. Los parques, las mansiones, las flores, la paz, y la seguridad que asociamos con el Cielo no son descritos en las Escrituras, no se encuentran ni en el Nuevo Testamento ni en el Antiguo.
El Antiguo Testamento habla sobre un reino de paz, pero se está refiriendo a la tierra.
Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra, y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora. No harán ningún daño ni estrago en todo mi monte santo, porque rebosará la tierra con el conocimiento del SEÑOR como rebosa el mar con las aguas. (Isaías 11:8,9— NVI)
Otro versículo al que a veces se hace alusión en realidad se está refiriendo a la gente de las naciones salvas cuando estén viviendo sobre la tierra nueva.
Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir. (Apocalipsis 21:4— NVI)
Los dos pasajes anteriores están hablando sobre la tierra. El primero, según lo que yo entiendo, es la tierra durante la Era del Reinado de los mil años. El segundo pasaje se refiere a la tierra nueva que se verá después de la Era del Reinado de los mil años.
Pero en ningún lado, según mi conocimiento, existe alguna descripción de la vida en el Cielo.
Entonces ¿qué hay en el Cielo?
Los gloriosos querubines de cuatro caras.
Los ancianos adorando ante el Trono de Dios.
Los reyes esperando regresar a la tierra.
Las almas debajo del altar clamando su venganza.
Gente que ha salido de la gran tribulación y que está sosteniendo ramas de palma en sus manos delante del Trono que tiene un arco iris a su alrededor.
¿Qué hay de la calle de oro puro? Ésta se refiere a la nueva Jerusalén que se encontrará sobre la tierra nueva.
El mar como de vidrio mezclado con fuego.
Quizá nada de esto que hay en el Cielo le llame la atención a quien está planeando descansar en su mansión.
Pero debemos basarnos en las Escrituras, ¿no es así?
Ahora bien, lee toda tu Biblia y encuentra la promesa que dice que estarás descansando en paz y gozo en una mansión. Repasa tu Biblia y encuentra las escrituras que dicen que quienes tienen aflicción ya no la tendrán después de morir. Me doy cuenta de que las aflicciones tienen que ver con nuestro cuerpo, pero las aflicciones frecuentemente vienen de una fuente invisible y espiritual.
No conozco ningún versículo en la Biblia que diga que seremos liberados del dolor o de las ataduras espirituales al morir. Ciertamente al morir somos liberados de la culpa que nos impone la Ley de Moisés, pero esto no significa que seremos liberados de las ataduras espirituales por el simple hecho de morir.
Hasta éste momento sólo he estado poniendo las bases. Lo que me gustaría investigar es lo que realmente sucede en la vida después de la muerte, especialmente con respecto a los Cristianos.
El siguiente pasaje me puso a pensar en lo que realmente es la vida después de la muerte:
Pero ellos tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. Por esto también se les predicó el evangelio aun a los muertos, para que, a pesar de haber sido juzgados según criterios humanos en lo que atañe al cuerpo, vivan conforme a Dios en lo que atañe al espíritu. (1 Pedro 4:5,6— NVI)
Ahora bien, piensa por un momento sobre el pasaje anterior, y también sobre el pasaje en el capítulo anterior al que se está refiriendo.
Porque Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a ustedes a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida. (1 Pedro 3:18, 19— NVI)
Es claro que después de que el Señor Jesucristo murió sobre la cruz, pero antes de que saliera de la cueva de José de Arimatea, fue a la prisión donde estaba la gente que se había ahogado durante el diluvio de Noé. Según Pedro, Él les predicó el Evangelio.
Cristo acababa de morir en la cruz para perdonar los pecados de todo el mundo.
Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo. (1 Juan 2:2— NVI)
Me parece razonable que Cristo predicara el perdón a los espíritus presos para que quienes pusieran su fe en Él pudieran tener sus pecados perdonados. ¿Y por qué no? ¿Acaso ellos eran peor que cualquiera de los demás pecadores del mundo? ¿Por qué no habrían de tener la oportunidad de recibir a Cristo?
Si aceptamos que Cristo predicó a los espíritus presos, y por lo que dice la Primer Carta de Pedro parece muy probable que así fue, entonces esto nos abre todo un nuevo entendimiento sobre la vida después de la muerte.
Puedo ver que Pedro dijo que Dios está listo para juzgar a los vivos y a los muertos. Esto lo dijo hace dos mil años. Quiero poner a consideración que el Tribunal de Cristo ha estado en sesión desde que comenzaron los dos mil años de la Era de la Iglesia.
Pedro declara que los muertos serán juzgados durante estos dos mil años, y también los vivos. Los muertos están siendo juzgados como si todavía vivieran sobre la tierra.
Considera el siguiente pasaje:
Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio, también Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos, y aparecerá por segunda vez, ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación a quienes lo esperan. (Hebreos 9:27, 28— NVI)
Está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y que después enfrenten el juicio. Así que sabemos con certeza que son los creyentes los que serán juzgados después morir, porque el pasaje habla sobre los que Lo están esperando.
Pero Pedro dice que son juzgados según criterios humanos en lo que atañe al cuerpo. Esto me dice que el juicio de los muertos continúa igual que sobre la tierra.
¿Cómo procede el juicio sobre la tierra? Después de que recibimos a Cristo somos llenos con el Espíritu Santo. Una de las tareas principales del Espíritu Santo es guiarnos a dar muerte a las obras de la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella [la naturaleza pecaminosa], morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. (Romanos 8:13— NVI)
Debemos confesar nuestros pecados conforme el Espíritu nos los señale, denunciándolos como maldad, renunciando y alejándonos de ellos con todas nuestras fuerzas, y luego pidiéndole al Señor que Su Presencia esté en nuestras vidas para que nunca nos portemos de esa manera otra vez. Este es un juicio eterno. Nunca más tendremos que responder a ese comportamiento, siempre y cuando no lo volvamos a hacer.
Ahora bien, si esta es la manera como pasamos por el Tribunal de Cristo hoy en día, mientras estamos vivos en el cuerpo, entonces también así es como el juicio procede en la vida después de la muerte. Así que en lugar de estar relajándonos en nuestra mansión estaremos confesando nuestros pecados al Señor.
Yo creo que esto es lo que Pedro nos está diciendo.
En mi opinión nuestra muerte física no es una experiencia espiritual de gran significado.
El programa de redención comienza cuando recibimos a Cristo como nuestra sangre expiatoria. El recibir por la fe los beneficios de la sangre expiatoria puede suceder sobre la tierra o en el reino espiritual. Con seguridad los patriarcas y los profetas de antaño recibieron perdón por medio de la sangre expiatoria y volvieron a nacer cientos de años después de que habían muerto físicamente.
Podemos notar el interés que tenían Moisés y Elías en Cristo y Su misión cuando aparecieron en el Monte de la Transfiguración.
Y aparecieron dos personajes—Moisés y Elías— que conversaban con Jesús. Tenían un aspecto glorioso, y hablaban de la partida de Jesús, que él estaba por llevar a cabo en Jerusalén. (Lucas 9:30,31— NVI)
Podemos observar en el pasaje anterior que los hombres santos de antaño conocían a Cristo y estaban interesados en lo que iba a suceder en Jerusalén. Sin embargo, según nuestra enseñanza actual, Moisés y Elías no estarían regresando a la tierra a cuestionar a Cristo sobre Su muerte en Jerusalén; sino que estarían descansando en sus mansiones, ¿no es así?
Recibimos el perdón por nuestra fe. Hasta donde yo sé, los santos en el reino espiritual reciben el perdón y las demás bendiciones de Dios por su fe. Simplemente estar en el reino espiritual no eliminará la necesidad de tener fe. Satanás estaba cerca del Trono de Dios en el Cielo, pero Satanás nunca ha puesto su fe y esperanza en Dios.
Observa en Efesios que los ministerios funcionan hasta que todos lleguemos a la madurez:
Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo. (Efesios 4:11-13— NVI)
Ya que es obvio que innumerables creyentes mueren antes de llegar a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, y a la humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo, entonces debe ser verdad que los ministerios continuarán después de la muerte y operarán hasta que cada miembro de los elegidos de Dios sea perfecto y esté completamente en la voluntad de Dios.
Parece ser que notamos más o menos la misma idea cuando se define el pacto nuevo:
Éste es el pacto que después de aquel tiempo haré con la casa de Israel—dice el Señor—: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al Señor!”, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán. (Hebreos 8:10,11— NVI)
Todo miembro de la Casa de Israel, es decir, todos los que le pertenecen a Jesucristo, o sea, la verdadera Descendencia de Abraham, ya no tendrá que ser enseñado sobre el Señor. El pacto nuevo operará en nuestras vidas hasta que hayamos alcanzado la imagen de Dios en espíritu, alma y cuerpo.
Existe una Prometida sin mancha para el Cordero. Las iglesias no han alcanzado la perfección sin mancha todavía, así que las obras de la santificación y la redención han de trascender más allá de nuestra vida sobre la tierra.
Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. (Efesios 5:25-27— NVI)
La santificación es la eliminación de toda suciedad espiritual que hay en nosotros.
La redención es la restauración del hombre a la imagen de Dios.
Uno de los principales problemas con el pensamiento contemporáneo es la idea de que los miembros de la Prometida llegan a la perfección sin mancha por justificación (siendo perdonados). Esto significa que Dios simplemente nos considera como si estuviéramos sin mancha, así que estamos sin mancha sin importar nuestra condición real. Este tipo de pensamiento está fuera de la realidad. Es esquizofrenia espiritual.
Según este tipo de razonamiento, si un hombre es mentiroso, puede llegar a Dios por medio de Cristo y Dios lo justificará. Esto significa que sus mentiras le son perdonadas.
Sin embargo, perdonar al mentiroso es de poco beneficio para el Reino de Dios. Realmente es la liberación de seguir mintiendo lo que realmente es el Reino. La liberación de seguir mintiendo es la santificación.
Dios justifica a los miembros de la Prometida. Los acepta en su mundanería, lujuria y obstinación.
Luego el Espíritu de Dios comienza su ardua tarea de santificar a los miembros de la Prometida. El Espíritu los purifica de la mundanería, la lujuria y la obstinación. Luego el Padre y el Hijo vienen y habitan en ellos y la obra de la salvación es completada.
La justificación y la justicia imputada no son formas permanentes de relacionarnos con Dios. De ser así, entonces Jesús tendría un Cuerpo cuyos miembros son mundanos, lujuriosos y obstinados. ¿Puedes ver que esto no es una obra de redención, y que no nos restaura a la imagen de Dios?
Me parece que hoy en día hay una tremenda confusión en cuanto a las funciones de la justificación y la santificación. Uno no puede ser santificado hasta que haya sido justificado. Pero justificar a alguien que luego no pasa por el largo programa de la santificación no sirve para nada. Si a un individuo que no ha sido transformado moralmente y que no ha sido santificado se le permitiera hacerlo, éste traería confusión y discordia al Reino de Dios.
Pero ¿acaso es la intención de Dios llevar a Sus elegidos a la perfección? Observa la siguiente extraordinaria declaración.
Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta [no fueran perfeccionados] sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. (Hebreos 11:39-12:1— NVI)
Los héroes de la fe del onceavo capítulo de la Carta a los Hebreos murieron en la fe. Ahora ellos están en el Cielo. Sin embargo, ellos no han recibido lo prometido por Dios. Así que es claro que la promesa de Dios no es la residencia permanente en el Cielo.
¿Qué es ese algo mejor que Dios ha preparado para nosotros que los santos de antaño no han recibido para llegar a ser perfeccionados? ¿Puedes ver que el plan de Dios es perfeccionar a todos Sus santos? Sólo en conjunto con nosotros pueden Abraham y Moisés ser perfeccionados.
La perfección que se menciona aquí incluye:
Que se destruya y elimine de nosotros la naturaleza pecaminosa.
Que Cristo llegue a la plenitud de la estatura en nosotros.
Que moremos por la eternidad en medio de la Persona y la voluntad de Dios, donde hoy se encuentra Cristo.
Que nuestro cuerpo de carne y hueso sea resucitado de entre los muertos y luego revestido con el hogar del Cielo para que seamos a la imagen exterior de Cristo.
Que nuestra personalidad esté llena con la plenitud del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Abraham y Moisés no tienen todavía esta plenitud. Ni tampoco nosotros, pero estamos avanzando diligentemente en Cristo.
Cuando la Biblia dice que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, pudiera estar refiriéndose en lenguaje figurado a los individuos mencionados en el capítulo once de la Carta a los Hebreos. Sin embargo, yo no creo que éste sea el caso. Nosotros nos hemos beneficiado con lo que Dios hizo por medio de los héroes de la fe; y yo creo que ellos (como en el caso de Moisés y de Elías en el Monte de la Transfiguración) nos están observando y están creciendo en conocimiento y sabiduría al observar lo que Dios está haciendo a través de nosotros. Llegaremos a la perfección juntos.
Observa cómo Moisés e Isaías hablaron con los personajes en el Cielo:
Escuchen, cielos, y hablaré; oye, tierra, las palabras de mi boca. (Deuteronomio 32:1—NVI)
¡Oigan, cielos! ¡Escucha, tierra! Así dice el SEÑOR: “Yo crié hijos hasta hacerlos hombres, pero ellos se rebelaron contra mí. (Isaías 1:2— NVI)
Mi opinión personal es que Satanás y los ángeles no sabían sobre las leyes de justicia hasta que Dios estableció los Diez Mandamientos por medio de Moisés.
De hecho, yo creo que toda revelación de Dios sale de vasijas de barro, por así decirlo. No aprenderemos nada simplemente por morir, a excepción de que Dios continúe usando ministros del Evangelio para enseñarnos—ministros que obtuvieron su conocimiento del Señor durante su vida sobre la tierra.
Por medio de la Iglesia es como los cielos aprenden su sabiduría.
El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales. (Efesios 3:10— NVI)
Observa el impacto sobre los individuos en los cielos cuando los santos sobre la tierra vencen al acusador de los hermanos:
Por eso, ¡alégrense, cielos, y ustedes que los habitan! Pero, ¡ay de la tierra y del mar! El diablo, lleno de furor, ha descendido a ustedes, porque sabe que le queda poco tiempo. (Apocalipsis 12:12— NVI)
Así que en éste breve ensayo he tratado dos temas que se relacionan. El primero es que durante toda la Era de la Iglesia el Tribunal de Cristo ha estado en sesión. Los creyentes que están viviendo sobre la tierra, que están cooperando con el Espíritu Santo, están siendo juzgados en estos momentos. Ellos están confesando y renunciando a sus pecados. Están pasando por un juicio eterno.
Por lo que dijo Pedro, yo concluiría que los elegidos de Dios en el Cielo, sin importar cuánto tiempo han estado ahí, deben cooperar con el Espíritu Santo en la confesión de las obras de su naturaleza pecaminosa y en renunciar a ellas.
Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios! (1 Pedro 4:17— NVI)
Yo no creo que los miembros elegidos que ya han muerto estén pecando ahora. De hecho, mi opinión sería que antes de la venida de Cristo a la tierra, la mayoría de ellos, si no es que todos, estaban descansando en el reino espiritual. Sin embargo, una vez que la expiación fue hecha y que Cristo resucitó de entre los muertos, los santos que ya habían muerto tuvieron que comenzar el programa de redención. Así es como yo lo interpreto, basado en las palabras de Pedro.
Estamos concientes de que Dios va a sacudir el cielo y la tierra. Daniel dice, si lo estoy comprendiendo correctamente, que algunos que pertenecen al ejército celestial serán echados del Cielo por su desobediencia. Quizá esto se esté refiriendo al ejército celestial de ángeles, aunque lo dudo.
Por la rebeldía de nuestro pueblo, su ejército echó por tierra la verdad y quitó el sacrificio diario. En fin, ese cuerno hizo y deshizo. (Daniel 8:12— NVI)
Uno de los problemas con nuestra forma de pensar es la imagen que tenemos del reino espiritual, del Trono de Dios, y de todo lo demás, como algo remoto en el espacio. Quizá sea más cierto que el reino espiritual, incluyendo el Cielo, se encuentra a nuestro alrededor, sólo que en forma invisible. Ya hemos llegado al Monte Sión. Ya estamos—aunque estamos viviendo sobre la tierra—a la derecha del Padre en Cristo. Lo que estamos viendo y por lo que estamos pasando quizá sea una expresión visible de la realidad espiritual.
Me pregunto si los dos mundos, el espiritual y el físico, ¡no están más cerca de lo que comprendemos!
Sí—podemos estar escondidos con Cristo en Dios, y luego ser seducidos de nuestra posición. Yo creo que esto es verdad estemos o no físicamente vivos sobre la tierra.
Después de todo, Satanás y sus ángeles fueron seducidos de su estado celestial aunque no estaban vivos físicamente sobre la tierra en ese momento.
Estamos hoy en día demasiado alegres, suponiendo que después de morir estaremos fuera de peligro. Quizá éste no sea el caso.
Durante los últimos años varios ministros del Evangelio han caído en pecado. Éstas eran personas que en algún tiempo habían estado sentadas en los cielos con el Señor Cristo Jesús. Sin embargo, Satanás pudo seducirlos de su posición en Cristo.
Yo ciertamente no comprendo todo lo que hay que saber sobre la vida después de la muerte. Pero de lo que puedo leer en la Biblia, no creo que la vida después de la muerte se asemeje a nuestras tradiciones. Por ejemplo, nos imaginamos que estaremos salvos en el Cielo. Si leemos la Biblia podremos ver que nuestra seguridad se encuentra en el centro de la voluntad de Dios en Cristo, no en el Cielo ni en ningún otro lugar. Nuestra seguridad se encuentra en nuestra relación con Cristo, no en donde nos encontremos.
Durante mucho tiempo hemos estado bajo la impresión de que es imposible estar en el Cielo y de todos modos tener una naturaleza pecaminosa. La verdad es que el pecado se originó en el Cielo alrededor del Trono de Dios. Aparentemente, una gran compañía de ángeles se ha rebelado contra el Padre. Estar en el reino espiritual no nos salva del pecado. El pecado comenzó en el reino espiritual y bajó de ahí a la tierra.
Hasta donde puedo observar la santificación y la redención, ser liberados de Satanás y restaurados a la imagen de Dios, operan independientemente de si estamos vivos sobre la tierra o viviendo en el reino espiritual.
El segundo tema, que está relacionado con el primero, es que nuestro concepto de lo que nos sucede en la vida después de la muerte debe ser corregido. Muchos de nosotros no iremos al Paraíso a vivir por siempre en una mansión. Si estoy en lo correcto, seguiremos en el proceso de la santificación y de la redención en exactamente el mismo lugar en donde nos quedamos mientras estábamos sobre la tierra.
Si no hemos sido fieles en seguir el programa de la santificación y de la redención mientras estuvimos sobre la tierra, sin duda seremos llevados a un lugar de castigo.
Además, es muy probable que algunos que han sido diligentes en la obra del Reino seguirán ministrando en el reino espiritual, ayudando a otros de menor madurez así como lo están haciendo ahora.
También tenemos que considerar la preparación para la Batalla de Armagedón. Según la Biblia estaremos montados sobre caballos blancos de guerra, siguiendo al Comandante en Jefe, al Señor Jesucristo. Tendremos que ser preparados para éste ataque de la caballería.
Yo no creo que estaremos descansando en una mansión y luego repentinamente ser llamados a montar los caballos blancos para caer sobre las fuerzas de Satanás que están sobre la tierra, sin haber tenido nada de entrenamiento o preparación. Esto es ridículo.
De hecho, los discípulos que están hoy sobre la tierra (y sin duda también los que están en los cielos) están aprendiendo la disciplina estricta y firme requerida de quienes serán privilegiados para regresar con Cristo a la tierra.
Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con él son sus llamados, sus escogidos y sus fieles. (Apocalipsis 17:14— NVI)
Así que lo que estoy presentando es bíblico y práctico ¿no es así? La forma en que seguimos a Cristo en nuestra vida continuará sin interrupción cuando fallezcamos. Como dijo Jesús, si vivimos y creemos en Él nunca moriremos, esto en el sentido de que nunca dejaremos de tener una vida normal en la que seguiremos creciendo espiritualmente, siendo ministrados y ministrando.
¿Dónde se encuentran hoy en día los elegidos de Dios? Yo creo que esparcidos sobre una amplia área. Observa que cuando suena la trompeta del Señor, anunciando Su regreso a la tierra, los elegidos son reunidos desde los confines de la tierra a los confines de los cielos.
Verán entonces al Hijo del hombre venir en las nubes con gran poder y gloria. Y él enviará a sus ángeles para reunir de los cuatro vientos a los elegidos, desde los confines de la tierra hasta los confines del cielo. (Marcos 13:26,27— NVI)
De esta manera los que están sobre la tierra serán reunidos con los que están en los cielos. Todos los que califiquen para participar en la primera resurrección serán resucitados de entre los muertos y serán llevados a las nubes en el aire para recibir al Hijo de Dios, conforme desciende del Cielo para instalar Su Reino sobre la tierra.
(“La Vida Después de la Muerte”, 4094-1)